Autora: Ana Muñoz


Cada persona tiene uno o varios puntos débiles en su cuerpo, y el estrés físico o mental tiende a cebarse en dicho punto.

Contracturas más comunes

Cuello. Cuando estás leyendo un libro o trabajando con el ordenador, el movimiento hacia delante de tu cabeza hace que los músculos de tu cuello y parte superior de la espalda se tensen para contrarrestar el peso de tu cabeza. Además, cuando centras tu atención en una pequeña zona, como la pantalla de un ordenador, durante largo rato, tu cuello suele estar quieto en la misma posición mientas tus ojos se mueven. Dado que los músculos del cuello y los ojos están conectados, esto crea un desequilibrio. Por tanto, mueve tu cuello de vez en cuando, como si quisieras mirar a todas las direcciones posibles. Además, mira algo lejano de vez en cuando (por ejemplo, mira por una ventana).

Hombros. Los músculos de los hombros se tensan cuando nos sobresaltamos. Dado que el estrés produce una respuesta de sobresalto, no es raro que los músculos situados entre la base del cráneo y los hombros se contraigan causando dolor debido al estrés. La respiración superficial también hace que los músculos de la parte superior del torso estén más tensos. Para combatir este tipo de contracturas, respira profundamente haciendo respiración abdominal; es decir, como si llenaras tu abdomen de aire, separando tus costillas. Des este modo, puedes usar la respiración para estirar los músculos alrededor de tu caja torácica.

Parte superior de la espalda. La respiración superficial también contribuye al dolor de la parte superior de la espalda. La tirantez muscular delante y detrás del pecho nos hace inclinarnos hacia abajo. Y dado que muchas actividades, como trabajar ante una mesa, refuerzan esta postura (espalda arqueada hacia abajo y cabeza hacia abajo), es importante estirar estos músculos para que no acaben contracturados. Puedes usar uno de esos grandes balones de ejercicio para estirar tu espalda hacia atrás por completo.

Mitad de la espalda. Las vértebras torácicas y las lumbares se unen en la mitad de la espalda. En este punto de unión hay una curva en la columna. El lugar donde esta curva empieza, con frecuencia no tiene el apoyo suficiente de los músculos abdominales, por lo que es más vulnerable a la tensión. Por tanto, debes fortalecer tus abdominales para proteger tu espalda. Para ello, túmbate sobre un lado de tu cuerpo, apoyando la cabeza en tu brazo, levanta la pierna (doblada en un ángulo de 90 grados) que quede más arriba y muévela hacia delante y hacia atrás durante un minuto. Luego haz lo mismo tumbándote sobre el otro lado.

Parte inferior de la espalda (zona lumbar). Dado que la mayoría de las personas están sentadas la mayor parte del día, se crea presión en esa zona de la espalda. Es necesario contrarrestar esa presión para no dañarla. Para ello, aprende de los gatos y estírate cuando te levantes de la cama o de estar sentado. Al despertar, acerca tus rodillas a tu pecho y dales un abrazo. Hazlo también antes de dormirte.