Autora: Ana Muñoz


Algunas personas pueden pedir perdón cuando se comportan injustamente con un adulto, pero no lo hacen cuando se trata de sus propios hijos, sino que se limitan a sentirse culpables en silencio.

A veces los niños, simplemente por ser niños, llevan a sus padres a perder la paciencia y el control, gritar de manera desproporcionada, rechazar a los hijos o tener una actitud despreciativa.

Los problemas en el trabajo, en la pareja o cualquier otra cosa que haga que estés de mal humor puede hacer que te comportes de un modo injusto con tus hijos. Cometer este tipo de errores es humano, pues nadie es perfecto, pero si observas que has sido injusto con ellos, aprende a reconocerlo delante de ellos y pedirles disculpas. Esto hará que vuestra relación sea mucho mejor, más fluida y con mayor confianza y respeto, pues ellos sentirán que los respetas.

Por tanto, la próxima vez que te portes con tus hijos de un modo del que luego te arrepientes, habla con ellos, diles que lo sientes, que no deberías haber hecho o dicho eso y que no volverá a pasar.

Piensa que los niños creen lo que tú les dices y que si lo has llamado estúpido o algo similar, puedes causar un daño en su autoestima. Pedir disculpas y reconocer que no piensas así en absoluto, que tan solo estabas enfadado por motivos que nada tienen que ver con tus hijos, que estar enfadado no es motivo para pagarlo con los demás y que no volverá a suceder, es algo muy valioso que puedes hacer por tus hijos.

Esto no solo servirá para reparar el daño causado a los niños por la injusticia cometida, sino que también servirá para enseñarles que es importante pedir perdón y cómo hacerlo.