Autora: Ana Muñoz


Si tus hijos hacen cosas que están mal y no deberían hacer, existen varias técnicas efectivas que puedes usar para lograr que dejen de comportarse así.

La técnica de los avisos

La técnica que vamos a exponer a continuación te parecerá tan simple que no te creerás que pueda funcionar tan bien como funciona. Pero lo cierto es que así es. Se utiliza solamente para conseguir que los niños dejen de hacer algo, como tener un berrinche, pegar, romper cosas, etc. Se trata de comportamientos no demasiado graves, que puede decirse que forman parte del desarrollo normal de los niños y todos o casi todos incurren en ellos alguna vez. Para comportamientos más graves, puedes leer este artículo.

Puede utilizarse con niños de 2 a 12 años. La técnica es la siguiente: supongamos que tienes una niña de 4 años que comienza a llorar y gritar porque no le das las galletas que quiere antes de cenar. Entonces, manteniendo la calma en todo momento, levantas tu dedo índice y le dices. "Un aviso". Si es la primera vez que usas esta técnica, no sabrá a qué te refieres y seguirá con su berrinche. Esperas cinco segundos, levantas dos dedos y le dices: "Dos avisos". De nuevo esperas 5 segundos y, si sigue con el berrinche, dices: "Tres avisos. 4 minutos en tu habitación". El castigo consistirá en un tiempo fuera, principalmente, aunque hablaremos de eso más adelante.

Cuando tu hijo/a haya aprendido lo que significan esos avisos, sabrá que al tercer aviso hay una consecuencia que no le va a gustar y que está en su mano evitarla; entonces dejará de portarse mal al primero o segundo aviso. Algunos niños lo harán prácticamente desde el principio. Otros te pondrán a prueba al principio y pasarán unos días antes de que la técnica funcione.

Para que esta técnica funcione es importante que la hagas exactamente como se describe. Es decir, sin hablar y sin enfadarte o perder el control de tus emociones. Si después de decir "Un aviso" sigues hablando tratando de razonar, dando explicaciones, enfadándote, etc., la técnica no funcionará. Si todavía no sabe que un determinado comportamiento está mal, díselo una vez. Por ejemplo, si se pone de pie el el sofá sin quitarse los zapatos por primera vez y no sabe que eso está mal, dile que no se puede subir al sofá con los zapatos puestos porque se mancha y pídele que se los quite. Si no obedece, entonces no des más explicaciones, tan solo dile: "un aviso" y no digas ni una palabra más hasta pasados otros 5 segundos, cuando le das el segundo aviso. El tercer aviso va seguido siempre de castigo (tiempo fuera). Es importante que sigas esta regla de no hablar y no enfadarse, porque de lo contrario empezarás a discutir con tu hijo y eso te resta autoridad. Por ejemplo, si tu hija se empeña en comerse unas galletas justo antes de cenar y le dices que no, te preguntará por qué. Entonces se lo explicas una vez: "No puedes comer galletas antes de cenar porque te quitarán el hambre". Entonces es probable que la niña se empeñe en discutir, trate de convencerte, etc., de modo que si no lo evitas, os veréis inmersos en una discusión en la que cada vez te enfadarás más y más hasta llegar a gritarle o pegarle. No dejes que te arrastre a una discusión. Si tú eres la autoridad, deben saber que con la autoridad no se discute, que hay normas que no se discuten, tan solo se obedecen. Por tanto, no discutas y simplemente dile: "Un aviso". Si no hace caso y se empeña en discutir para conseguir su galleta, dile: "Dos avisos". Y al llegar al tercer aviso, tiempo fuera.

Lo que realmente hace que esta técnica funcione es precisamente esa pausa y ese silencio tras los avisos, que le transmiten a los niños el mensaje de que ellos son los responsables de su conducta, de que está en sus manos evitar una consecuencia negativa.

Después del castigo debes olvidar lo sucedido. Nada de sermones, ni charlas, ni "espero que ahora te portes bien", ni nada de nada con relación al incidente o al castigo, excepto seguir con normalidad; a no ser que, por algún motivo, consideres importante hablar con él o ella de lo sucedido (por ejemplo, si intuyes que se está portando mal porque le pasa algo o tiene algún problema que le está haciendo sufrir, etc.). La mayoría de los niños vuelven del tiempo fuera habiendo olvidado lo sucedido, de modo que todo vuelve a la normalidad con rapidez.

Pero, ¿qué pasa si lo que está haciendo es demasiado malo como para permitir que pueda hacerlo dos veces mas, como golpear a alguien? En ese caso, dices directamente: "A tu cuarto". Si ya sabe por qué lo castigas no tienes que dar más explicaciones, ni siquiera aunque finja no saberlo y te diga, "pero ¿qué he hecho?" , pues esto es sólo un intento de discutir contigo.

El tiempo fuera

Después de dar el tercer aviso, has de cumplir el castigo. El tiempo fuera es un castigo suficiente para corregir el mal comportamiento en la mayoría de las ocasiones. Consiste en hacer que el niño se vaya a su habitación durante un intervalo de tiempo que varía en función de su edad (un minuto por año del niño, de modo que un niño de 4 años estará 4 minutos). Allí debes asegurarte de que no tenga teléfono, no haya nadie más y no pueda usar ningún entretenimiento electrónico u ordenador. Ten presente que la efectividad del tiempo fuera no está en que el niño tenga que pasar cinco o diez minutos en su habitación, sino la interrupción de lo que estaba haciendo (por ejemplo, ver su programa favorito en la tele) y el hecho en sí de asumir el castigo. Por supuesto, siempre puede usarse otra habitación o el pasillo como lugar de tiempo fuera. Cuando se acabe el tiempo que debe estar en su habitación, díselo para que pueda salir.

Si no se va a su habitación voluntariamente, llévalo tú, sin decir nada y sin irritarte. A veces puede bastar con que vayas detrás de él o ella; otras veces, por ejemplo cuando está pataleando y gritando en el suelo, tendrás que llevarlo en brazos, si puedes con su peso, o arrastrarlo suavemente (sin brusquedad y sin hacerle daño). Si son niños algo más mayores, por ejemplo, un niño de 10 años, a quien no puedes llevar físicamente a su habitación (al menos no sin verte inmerso en una lucha), es preferible darle a elegir diciendo: "O te vas a tu habitación 10 minutos o puedes elegir entre lo siguiente: esta noche te acuestas media hora antes; esta tarde no ves la tele; pagas una multa de 1 euro". Si el niño no elige, puedes elegir tú. Ten pensadas de antemano las diversas alternativas al tiempo fuera, de modo que no tengas que ponerte a pensar cómo castigarlo en ese momento. Además, los castigos serán más razonables y justos si los piensas en frío. Ten en cuenta que el castigo sirve para educar, no para dar escarmientos o vengarse, por lo que no es necesario que sean severos. Siempre que sea viable, escoge el tiempo fuera.

Si, por ejemplo, el castigo consiste en no ver la tele esa tarde, ambos seguís ahí, frente a frente, lo que puede dar opción a que intente discutir contigo. Por tanto, debes marcharte de la habitación para no dar opción alguna a la discusión o a que te provoque. Puedes irte a otra habitación y cerrar la puerta, por ejemplo, y esperar a que los ánimos se calmen.

Alternativas al tiempo fuera

Si prefieres usar otra consecuencia diferente al tiempo fuera, algunos ejemplos son los siguientes: irse a la cama antes, perder dos horas de juego con la videoconsola, no poder usar el teléfono, no poder salir a jugar, no poder ver la tele durante esa tarde, hacer alguna tarea doméstica, escribir un párrafo, etc.

Tiempo fuera en un lugar público

Si estás en un lugar público, como un supermercado, y llegas al tercer aviso, puedes hacer varias cosas:

- Si es un niño pequeño, puedes ponerlo en el carro de la compra durante unos minutos.

- Puedes llevarlo al coche, hacer allí el tiempo fuera y volver a comprar cuando se le haya pasado el berrinche.

- Puedes sujetar su mano y no soltarla durante el tiempo que dure el tiempo fuera, sin hablarle, ni mirarlo, ni perder la calma.

- Puedes llevarlo a un cuarto de baño.

- Puedes utilizar algún rincón del supermercado como lugar de tiempo fuera.

- Puedes utilizar alternativas al tiempo fuera, como las mencionadas anteriormente.

- Y, por supuesto, puedes usar tu imaginación para encontrar otras soluciones.

Indicaciones adicionales

1. No es necesario que empieces a contar desde el primer aviso con cada conducta nueva ocurrida en un intervalo corto de tiempo. Por ejemplo, si insulta a su hermano, dices: "un aviso", si cinco minutos después arroja un objeto por lo alto de la habitación", puedes decir: "dos avisos".

2. La duración en el tiempo de cada aviso depende de la edad de los niños. Por ejemplo, para niños de unos 4 años, el intervalo de tiempo puede ser de 10 o 15 minutos. Pasado ese tiempo, puedes volver al primer aviso. Por ejemplo, si se porta mal, y tras decirle "Un aviso", deja de hacerlo pero vuelve a hacer eso mismo u otra cosa media hora después, vuelves a decir de nuevo "un aviso" en vez de "dos avisos". Para niños mayores, de unos 11 años, el periodo de tiempo que dura un aviso puede ser de dos o tres horas. Así, si hace algo que no debe y le das el primer aviso, y vuelve a hacerlo una hora después, entonces le das el segundo aviso.

3. Cuando lleves un tiempo haciendo esto y tu hijo se haya acostumbrado a los avisos, puedes empezar a esperar un poco antes de dar los avisos, porque es posible que tras hacer algo que no debe, se dé cuenta de que eso puede suponer un aviso y deje de hacerlo sin que tengas que decir nada. Esto significa que ha interiorizado las normas y está controlando su propio comportamiento, lo cual es muy positivo.