Autora: Ana Muñoz


A lo largo del día, es casi inevitable tener que afrontar algunas situaciones estresantes, desde pequeñas molestias, como un atasco de tráfico cuando tienes que llegar puntual a una reunión importante, hasta preocupaciones más serias y graves que generan un alto nivel de estrés.

Las pequeñas molestias pueden parecer menos importantes pero si son frecuentes y se van acumulando a lo largo del día, pueden acabar produciendo también un alto nivel de estrés. Cuando se dan de forma repetida, día tras día, acaban creando un estrés crónico que puede ser perjudicial para la salud.

No siempre podemos evitar las fuentes de estrés pero sí podemos usar, de manera habitual, algunas técnicas para que el estrés afecte menos a nuestra salud y bienestar emocional. Estas son algunas de ellas:

Centrarse en la respiración

Es una forma de meditación mindfulness en la que centras toda tu atención (al 100 %) en tu respiración. Observas cada uno de sus detalles, como el aire entrando por la nariz y llenado poco a poco los pulmones, la elevación de tu pecho o vientre, la exhalación del aire, su temperatura… Al centrar la atención tan intensamente en tu respiración, dejas de lado todo lo demás y logras relajar tu cuerpo y tu mente. Puedes hacer esto sentándote en un lugar tranquilo pero también en cualquier lugar, aunque sea solo durante unos minutos: en el autobús, mientras caminas por la calle, en el trabajo, etc.

Esta técnica es especialmente útil para las personas a las que les cuesta relajar la mente porque surgen en ella pensamientos no deseados o preocupaciones constantemente. Dado que el mindfulness requiere que centres tu atención en todos y cada uno de los detalles de tu respiración en todo momento, tu mente está más ocupada y te queda menos atención que dedicar a los pensamientos no deseados. No obstante, si aparecen dichos pensamientos, vuelve a dirigir tu mente de nuevo hacia tu respiración sin darle ninguna importancia a esa desviación momentánea.

Escaneo corporal

Esta técnica requiere que te sientes en un lugar cómodo y tranquilo. Primero empiezas por hacer unas cuantas respiraciones profundas o unos minutos de meditación mindfulness como la que se describe en el párrafo anterior. Luego centras toda tu atención en los dedos de los pies, imaginando que se relajan cada vez más. Después vas subiendo por tu cuerpo, haciendo lo mismo con las distintas partes del cuerpo hasta llegar a la cabeza.

Imaginación

La imaginación es una gran forma de relajarse. Puedes imaginar que estás en un lugar maravilloso y tranquilo, haciendo algo que te encanta, paseando por algún lugar paradisíaco, volando a través de un hermoso cielo azul, buceando en un mar de aguas cristalinas y fondos de gran belleza… Da igual la escena que imagines; lo importante es que te guste y te relaje. Si te cuesta trabajo usar la imaginación de este modo o tu mente se ve asaltada constantemente por pensamientos desagradables, tal vez esta técnica no sea para ti.

Qigong y taichí

Estas son técnicas algo más dinámicas, apropiadas para aquellas personas que necesitan estar más activas. Combinan la respiración rítmica con determinadas posturas y movimientos fluidos y suaves. También sirven de ayuda para evitar pensamientos no deseados, sobre todo si las practicas tal y como harías la meditación mindfulness descrita al principio, centrando toda tu atención en cada movimiento, postura, respiración y todos sus aspectos y detalles. Además, estas técnicas aumentan la flexibilidad y el equilibrio.

Prueba todas estas técnicas para encontrar la más adecuada para ti o usa varias de ellas. Practica un rato todos los días. Puedes empezar dedicándole solo unos minutos e ir ampliando el intervalo de tiempo conforme te vas habituando. Ten en cuenta que cuanto más las practiques más notarás sus beneficios.