Autora: Ana Muñoz


Las personas que tienen problemas con las drogas o el alcohol y desean dejarlo, tienen una probabilidad de éxito mucho mayor cuando reconocen, admiten, aceptan, y corrigen su comportamiento contraproducente. No puedes salir adelante o alcanzar tus metas si te desvías de ellas debido a tus propios comportamientos negativos.

Cualquier conducta repetida que bloquee tus esfuerzos para lograr tus objetivos a largo plazo es contraproducente. Así mismo, perderás competitividad si tienes tendencia a afrontar los desafíos de un modo auto-derrotista, mientras que tus compañeros afrontan y dominan las situaciones estresantes de frente.

Los siguientes, son algunos comportamientos comunes que puede que no sean tan destructivos como las adicciones pero, a la larga y al repetirse en el tiempo, resultan sumamente perjudiciales si no llegas a superarlos:

1. Postergar las tareas

Un diseñador gráfico perfeccionista solía entregar sus trabajos tarde, sin tener en cuenta que la puntualidad era algo tan importante como la calidad de su trabajo. A menudo, el trabajo de una persona no puede comenzar hasta que otra persona ha terminado y entregado el suyo. Si sueles entregar los trabajos tarde con demasiada frecuencia, los demás dejarán de confiar en ti, empezarán a estar resentidos e intentarán pasarte por alto en la cadena de trabajo.

2. No estar lo bastante preparado

La idea de que lo que deseas vender es lo que la gente desea comprar es un camino directo al desastre, a menos que hayas investigado a fondo el mercado. No todo lo que a primera vista parece ser una buena idea va a ser productivo y viable. Si deseas ofrecer un producto o servicio, has de saber cómo desea el público que sea ese producto o servicio; qué quieren de ti, cómo y cuándo.

3. No aprender de tus errores

Las personas con éxito no cometen menos errores que quienes fracasan, pero no repiten sus errores. En realidad aprendemos más de nuestros errores que de nuestros éxitos, y no deberíamos pasar por alto esta valiosa fuente de aprendizaje negándonos a aceptar nuestros errores y a utilizarlos para mejorar. Por desgracia, necesitas admitir que te has equivocado antes de que puedas aprender de esa equivocación.

4. Ser competente pero sin encanto personal

Tanto los sabelotodo que no saben de lo que están hablando, como los sabelotodo que sí lo saben, resultan repelentes a los demás. La mayoría de las personas prefieren tratar con gente capaz pero afable, antes que con gente brillante pero desagradable.

Un brillante consultor de administración de empresas lamentaba que sus pobres habilidades interpersonales le habían impedido en gran parte el éxito. Se quejaba diciendo: "Que me juzguen por mis resultados, no por mi modo de comportarme. No soy uno de esos que sólo piensan en complacer al jefe". Le faltaba saber que el encanto personal consiste en hacer que la gente se sienta cómoda, más que en ser artificial y obsequioso. Su comportamiento con los demás le impidió conseguir el éxito que su competencia y talento merecían.

5. Decir sí cuando deseas decir no

Si sacrificas el respeto para gustar a los demás diciendo sí en todo momento, ni te respetarán ni gustarás a los demás. Es difícil que alguien te siga agradando cuando has perdido el respeto hacia él o ella. A veces, pedir respeto a un jefe implica decir que no a algo con lo que no estás de acuerdo y después ser lo bastante flexible como para discutir el tema con la otra persona. Un cazatalentos solía decir no a los aspirantes al puesto de trabajo, porque descubrir cómo responden a ese "no" revela bastante acerca de su capacidad de cooperar y de ser un jugador de equipo.

6. Tener expectativas poco realistas

Cuando confundes lo que es razonable con lo que es realista, te estás arrastrando a ti mismo al fracaso. Es razonable reestructurar tu negocio; es poco realista hacerlo todo de una vez. Unos grandes almacenes decidieron mejorar sus ventas, operaciones, y políticas de remuneración, pues realmente necesitaban modificarse, y optaron por hacerlo todo al mismo tiempo. En seis meses tuvieron que cerrar.

7. Implicarte con las personas equivocadas

Un ejecutivo de una cadena de venta de hardware contrató a una persona a quien consideró fuerte y duro. Su grave error fue confundir la terquedad y rigidez con la fuerza de carácter. Para el momento en que el tímido ejecutivo reunió el valor suficiente como para despedir al empleado, ya había perdido varios valiosos trabajadores. Sí, hay mala gente en el mundo. Si sigues dándoles el beneficio de la duda, serás tú quien tenga que vérselas con el desastre.