Autora: María Cervantes García, terapeuta, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.


“El lugar de la mente, como de todas las cosas, es el orden implicado. En ese nivel, que es el plenum fundamental de todo el universo manifiesto, el tiempo lineal no existe. El dominio de lo implicado es atemporal; los momentos no están unidos en serie como las cuentas de un collar."

Larry Dossey
Recovering the Soul

Tanto el Cristianismo como la ciencia ortodoxa han negado y niegan la existencia de vidas pasadas. Sin embargo, karma y reencarnación, son conceptos plenamente asumidos por las principales religiones de la India, Budismo, Jainismo, Shinkismo, Zoroastrismo, forman parte del budismo vajrayana, el budismo esotérico japonés y la mayoría de las escuelas budistas del sudeste asiático. También fue adoptado por los esenios, fariseos, karaitas y otras sectas judías o filojudías.

En la antigua Grecia la reencarnación fue asumida por los pitagóricos, órficos y platónicos. Más tarde pasó a ser dogma para los gnósticos, neoplatónicos formando parte de la teología cabalística del judaísmo medieval. También encontramos atisbos entre las tribus africanas, indios americanos, culturas precolombinas, pueblos celtas y druidas. En la sociedad occidental, por teósofos, antropósofos y algunos grupos espiritistas. Incluso los primeros místicos cristianos creían en la reencarnación. San Jerónimo entre los siglos IV y V consideraba éste concepto sólo accesible a la élite eclesiástica.

A partir de Descartes la ciencia da la espalda al espíritu y el mundo moderno cambia sus aspiraciones espirituales por una lucha hacia lo material, lo tangible .

Desde entonces, espíritu y reencarnación han sido tratados de “poco científicos” ya que sus verdades no pueden ser confirmadas mediante los métodos analíticos de la ciencia.

Con las nuevas perspectivas de la física cuántica, la muerte podemos verla como un cambio en la consciencia de la persona, un cambio de un nivel del holograma de la realidad a otro diferente.

La conciencia, el alma, el espíritu, llamémoslo como queramos, es indivisible, distinto de nuestro cuerpo que lo alimenta. La muerte es disgregación, descomposición, por lo tanto nuestra alma indivisible es ajena a la muerte ya que es contraria a ésta fragmentación.

Del mismo modo, nosotros como seres humanos a imagen y semejanza de Dios indivisible, somos la imagen en su totalidad de El. Y al ser el Universo una placa holográfica que contiene el Todo en cada parte, somos una parte de ese Todo y de ese Dios.

Estamos formados por energía, y la energía se transforma constantemente, no se destruye siguiendo la máxima de la unidad. Por lo tanto cada persona, cada ser humano va transformándose a través del Universo holográfico infinito en diferentes materias, pasa por diferentes ciclos energéticos.

Al vivir en un Universo holográfico* infinito en el que cada región distinta contiene el Todo, Todo reflejará a lo demás. De ahí la importancia de nuestras acciones.

Debemos tener en cuenta que la consciencia y la vida son conjuntos envueltos en todo el Universo. Y al igual que cada trocito del holograma contiene la imagen del todo, cada porción del Universo contiene el Todo.

Por ejemplo, podríamos encontrar a Cleopatra cuando conoció a César la primera vez, si supiéramos cómo acceder a ello, ya que en principio todo el pasado y las repercusiones de éste en el futuro, están encubiertas en cada pequeña región del espacio y del tiempo.
El cosmos entero está envuelto en cada célula de nuestro cuerpo, tenemos acceso al registro akhásico de la humanidad con tan sólo colocarnos en el lado adecuado del holograma de nuestra memoria.

Vida después de la vida

No es mi objetivo demostrar empíricamente la existencia de vida después de la vida pero sí exponer trabajos científicos serios que proporcionan datos más que valorables sobre la existencia de la reencarnación.

El doctor Joel Whitton, catedrático de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de Toronto, utilizando hipnosis, preguntaba a sus pacientes por el pasado lejano. Más del 90% de las personas hipnotizables pudieron recordar sus vidas pasadas.

Observó que existía un alto grado de coincidencia entre todas las experiencias: todos decían que el género no era específico del alma y todos contaban que el propósito de la vida era evolucionar y aprender a través de múltiples existencias.

Como consecuencia de los traumáticos recuerdos de vidas pasadas que revivían, muchas personas experimentaban profundas curaciones psicológicas y físicas. Algunos llegaron a proporcionar datos históricos precisos e incluso algunas personas hablaban lenguas desconocidas.

Pero lo más extraordinario que descubrió fue al hacer regresar a sus pacientes a un estado intermedio entre una vida y otra. Todos coincidían en describir un espacio sin tiempo lleno de luz. En esa situación se les permitía planear la próxima vida, esbozar acontecimientos y circunstancias importantes para el futuro. En ese estado, las personas adquirían un profundo conocimiento de ellos mismos y un gran sentido ético y moral. Dejaban de juzgarse a sí mismas y escogían la siguiente vida bajo estrictos conceptos morales. A éste estado lo llamo Whitton “metaconsciencia” .

Otro investigador importante, Ian Stevenson, catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Medicina de Virginia, entrevista a niños. Lleva más de 30 años recopilando información. Los niños empiezan a hablar sobre recuerdos de vidas pasadas a los 3-4 años y hay veces que son tan exactos los datos que proporcionan que ha podido verificarlos. Ha encontrado pruebas de que el inconsciente interviene en nuestro modo de ser y destino más de lo que pensábamos hasta ahora.

Otro aspecto interesante en sus descubrimientos es que no existe un karma primitivo, ni que vayamos a recibir un castigo divino por nuestros pecados. Y lo más curioso, la existencia de un “cuerpo plantilla”, es decir, el campo de energía humano es un plano tridimensional por el que se forma el cuerpo físico.

Ante todo esto podemos decir que nuestra parte espiritual trasciende el tiempo y las fronteras del Universo holográfico donde estamos situados, porque tanto el tiempo como el espacio son productos de nuestra manera de percibir.

Experiencias cercanas a la muerte

Por otro lado casi todo el mundo ha oído hablar sobre las experiencias cercanas a la muerte (ECM): un episodio en que una persona declarada clínicamente muerta “resucita” y cuenta que ha abandonado el cuerpo físico y visitado el “reino del más allá”.

Estas experiencias son un fenómeno universal. Hablan de ellas tanto en el Libro de los Muertos tibetano del siglo XVIII como en el Libro de los Muertos egipcio de 2.500 años de antigüedad.

Desde el punto de vista ortodoxo las ECM son simples alucinaciones pero hay datos que contradicen ésta versión: las personas que pasan por ésta experiencia pueden proporcionar detalles que no pueden conocer por medios sensoriales normales. Pacientes ciegos llegan a ver y describir con precisión lo que sucede a su alrededor.

Incluso hay muchos casos de personas con encefalogramas planos que han tenido una ECM y si hubiera sido una alucinación, el electro lo habría registrado.

Las personas que tienen experiencias cercanas a la muerte no están sufriendo alucinaciones sino que están visitando realmente un nivel de realidad enteramente distinto. Las últimas tendencias apuntan a la existencia de una especie de super-universo paralelo.

Uno de éstos investigadores, el doctor Kenneth Ring, catedrático de Psicología de la Universidad de Connecticut, en su libro Life at Death argumenta que las ECM son incursiones en planos de la realidad semejantes a campos de frecuencias. Se basa en que las personas que las tienen describen el mundo del más allá como un reino de “luz, vibraciones elevadas o frecuencias”. Algunos describen que escuchan una especie de “combinaciones vibracionales” más que música tal y como la conocemos.

Ring argumenta también que una propiedad holográfica es la ausencia de tiempo y espacio ya que la localización no tiene sentido en un estado holográfico de consciencia.

Por tanto, cuando la mente está en las “altas frecuencias” cercanas a la muerte, traduce éstas frecuencias a un mundo de apariencias. O como sigue diciendo Ring: “pienso que es un mundo que se crea por la interacción de estructuras mentales. Estas estructuras se combinan entre sí para formar patrones, justo como la interferencia de ondas forma patrones en una placa holográfica. Y al igual que la imagen holográfica se nos antoja totalmente real cuando se ilumina con un rayo láser, también nos parecen reales las imágenes producidas por la interacción de formas-pensadas .

Reproduzco una frase dicha por la doctora Elizabeth W. Fenske, psicólga clínica, que a mi modo de pensar resume éstas experiencias : en las ECM el pensamiento parece ser luz.

Hay otras características en éste tipo de experiencias, que también pueden considerarse holográficas:

  • Tras abandonar el cuerpo físico uno puede encontrarse bien en forma de nube incorpórea de energía o bien con un cuerpo similar al holograma creado por el pensamiento.
  • Nuestro deseos más internos son los causantes de la forma que adquirimos en la dimensión del más allá. Por ejemplo personas en sillas de ruedas, con miembros amputados, etc., se ven saludables y pueden correr y bailar. E incluso los ancianos son niños.
  • El paso por el túnel y los encuentros con familiares/amigos ya fallecidos.
  • Volviendo a Whitton las formas y estructuras que las personas con éste tipo de experiencias perciben, son formas de pensamiento creadas por la mente, ya que no hay experiencia de vida sin pensamiento.

La revisión de la vida

Pero en mi opinión uno de los aspectos más interesantes en éste tipo de experiencias cercanas a la muerte es la revisión de la vida: es el fenómeno holográfico por excelencia. Muchas personas utilizan descripciones holográficas al describir sus experiencias: es como un recuerdo total y muy rápido de lo que ha sido la vida, un recuerdo panorámico en el que se reviven situaciones, emociones, problemas y decisiones. Si la persona cometió un acto hiriente revive también el dolor que ha ocasionado y lo que es más importante se siente la tristeza por aquellas aspiraciones y sueños no cumplidos. Todo pasa por la mente en cuestión de segundos.

La revisión de la vida no sólo es holográfica por el carácter tridimensional que posee sino por dos características fundamentales:

  • Por la increíble capacidad de almacenar información que muestra el proceso en sí.
  • Es un momento que contiene todos los momentos, lo suficientemente rápido como para revivir una vida y lo suficientemente lento como para asimilar toda la información.

Esta revisión se asemeja a las escenas del juicio final que aparecen en los textos sagrados de las grandes religiones del mundo, aunque hay una gran diferencia: los sujetos jamás son juzgados por los seres de luz, el único juicio que tiene lugar es el que cada uno realiza a sí mismo y surge de manera espontánea de los sentimientos de culpa y arrepentimiento.

De vez en cuando los seres luminosos razonan algún comportamiento pero jamás se comportan de forma autoritaria, sólo lo hacen a modo de guía y ayuda, como enseñanza.

Siempre repiten la importancia del amor, del amor incondicional, del perdón y de algo que siempre se nos olvida: aprender a querernos a nosotros mismos. Hasta la vida sexual deja de tener ese estigma moral que nosotros acuñamos. Los seres siempre preguntan lo mismo: ¿lo hiciste por verdadero amor? ¿fué el amor tu única motivación?

Por eso estamos en éste mundo, en ésta vibración, para aprender que el amor y el conocimiento es la única clave en nuestra evolución y aprendizaje.

Me gustaría finalizar diciendo que tanto la muerte como la reencarnación son procesos inherentes a la vida, al Universo y al ciclo energético de la humanidad, son indivisibles y necesarios para nuestro crecimiento.

Necesitamos cada vez más una renovación en las viejas estructuras de la ciencia ortodoxa y en las religiones occidentales, una aceptación de los fenómenos espirituales y psíquicos.

La humanidad ha emprendido un viaje chamánico pero hasta que no entendamos que ahí fuera está el Todo indivisible no estaremos preparados para seguir adelante.

Por último y, como solía decir como decía Elisabeth Kubler-Ross:
No hay que temer a la muerte; la muerte no existe, es solo una transición.