Autora: Ana Muñoz


Cuando hablamos de sadismo, la mayoría de la gente piensa en personas que disfrutan causando daño físico a los demás. Sin embargo, el sadismo emocional también existe y, de hecho, está mucho más extendido.

Es muy probable que a lo largo de tu vida te hayas topado con personas que parecen disfrutar causando algún tipo de daño emocional o psicológico a los demás, como bromas de mal gusto, críticas, burlas, desprecios, etc.

La mayoría de las personas pueden criticar a alguien alguna vez o tratar de hacerles daño. Sin embargo, existe una gran diferencia entre este comportamiento en una persona normal y en una persona sádica. Y es que esta última lo hace porque disfruta y sin ningún otro motivo, mientras que en la persona normal suele ser una reacción a algún comportamiento de la otra persona: es decir, se siente dolida y desea vengarse o responder de la misma manera a alguien que le ha hecho daño, pero no disfruta realmente al hacerlo, sino que siente incomodidad o malestar.

Los sádicos emocionales, por el contrario, no solo no sienten ningún malestar, sino que disfrutan especialmente cuando ven que han logrado hacerle daño a su víctima, derrotarla de alguna manera o humillarla.

Personalidades tóxicas

Estar cerca de una de estas personas es a menudo una experiencia destructiva, ya que son personalidades muy tóxicas. Detectarlos no siempre es fácil. Pueden ser atractivos, simpáticos, a veces reservados, pero con un lado encantador y halagador. Sin embargo, al entrar en contacto con ellos, tarde o temprano empiezas a sentir malestar.

Se sienten valiosos al aplastarte para sentirte superiores y se comportan así con muchas personas: su pareja, sus hijos, sus amigos, desconocidos… Los demás son solo peones que utilizan para aumentar su autoestima.

Isabel vivió mucho tiempo con una persona así. “Recuerdo su mirada fría, sus silencios prolongados, sus frases demoledoras. Cada día me humillaba y menospreciaba o se reía de mí, fingiendo que eran solo bromas inocentes”, explica Isabel. “Lo más difícil eran sus bromas o los pequeños pero constantes desprecios que dejaba caer con una sonrisa, como si fuera una broma inocente, pero que, al acumularse día tas día, te van minando por dentro”. Cuando te enfadas ante sus “bromas” reaccionan haciéndote sentir culpable, te dicen que no tienes sentido del humor, que es solo una broma, que estás reaccionando de forma histérica, dando a entender que eres una persona hipersensible e infantil.

Sin embargo, tu reacción es normal, no la suya. Las bromas deben servir para reírte con alguien y compartir un buen momento, no pare reírte de esa persona. Si sus “bromas” siempre conllevan cierta humillación, burla o desprecio hacia ti, entonces no están dirigidas a hacerte reír, sino que es parte de un comportamiento de sadismo emocional cuyo objetivo es aumentar su propia autoestima al humillarte.

Reconocer a un sádico emocional

Los sádicos emocionales tienen muchas caras. Pueden ser extrovertidos, divertidos, coquetos, cultos, o mas bien tímidos, pero también son mandones y tiránicos... Y pueden cambiar de un estado emocional a otro en tan solo unos segundos. Si se enfadan, por ejemplo, pueden pasar de una profunda tristeza a una terrible furia en un instante, con reacciones intensas y estallidos exagerados. Obviamente tienen lados positivos: pueden ser muy divertidos y originales... Pero usarán esas cualidades para aplastarte mejor.

La mayoría de las veces, es difícil reconocer a las personalidades altamente tóxicas que se esconden bajo estas diferentes máscaras. Algunas de las características que pueden ayudarte a hacerlo son las siguientes:

• Critica, humilla, y se burla de los demás.
• Utiliza las bromas y el sentido del humor para rebajar a los demás.
• Siempre echa la culpa a otras personas, sin hacerse responsable.
• Se comunica de forma difusa, con cambio frecuente de opiniones.
• Miente con mucha facilidad y sin sentirse mal por ello.
• Se enfada con facilidad por cualquier cosa y tiene estallidos emocionales intensos.

Gente sin afecto

Los sádicos emocionales no son del todo conscientes del daño que causan a los demás. Para ellos es un juego que les hace sentir bien y con el que disfrutan. Son personas que están atrapadas en su infancia, adultos que tienen las mismas reacciones que ese niño de 5 años que hace daño a un animal sin ser consciente de que le está haciendo sufrir. Los sádicos emocionales no aman a nadie (al menos no de un modo sano) y, además, no quieren cambiar, creen que ellos tienen la verdad absoluta, que los demás no deben cuestionarlos, y culpan a la otra persona de cualquier problema que tengan con ella.

El efecto en sus víctimas

Las personas que son víctimas con frecuencia de un sádico emocional tienen la sensación de que no pueden ser libres en su presencia y notan que con ellos se comportan más como un niño o una niña que como un adulto, siempre pendientes de no hacer algo que pueda hacer estallar su ira. Pero, sobre todo, empiezan a sentirte torpes, estúpidos, tontos.

El efecto más demoledor no son sus enfados o estallidos (que, en algunos, pueden ser moderados o poco frecuentes), sino ese constante desprecio sutil, con frases sueltas aquí y allá, bromas dañinas, miradas gélidas, comentarios que, en el fondo te dicen “qué idiota eres por decir eso”, aunque no use directamente esas palabras. Al final, pueden llegar a conseguir que te sientas verdaderamente idiota e inferior.

Pero el sádico emocional no se comporta así desde el principio. Si es tu pareja, al principio, al conoceros, mostrará su lado más seductor y amable. No obstante, llegará el día en que caiga su máscara y empezará la denigración permanente y las humillaciones diarias.

¿Qué puedes hacer?

Lo mejor es sacar a esta persona de tu vida para siempre y no volver a verla nunca más. Si, por algún motivo, no puedes hacer esto, porque forma parte del entorno en el que te mueves, puedes hacer lo siguiente: habla con él o ella lo menos posible y procura tener solo la mínima interacción con esa persona. Cuando le hables, usa frases cortas y confusas o monosílabos, utiliza el humor y la ironía, muéstrale que no te ha herido emocionalmente, pero evita entrar en su juego (por ejemplo, ponte a hacer otra cosa o a hablar con otra persona).

Utiliza este artículo para decirle claramente lo que piensas de ella o él: dile que crees que es un sádico emocional que disfruta intentando causar daño emocional a los demás, que es un comportamiento infantil y que no vuelva a hablarte más así porque no lo vas a escuchar. Cada vez que lo intente, dile con un tono irónico: ¿de nuevo con el sadismo?

No te sientas culpable por sentirte mal ante los ataques de los sádicos emocionales. Es muy raro no sentir ninguna emoción cuando nos amenazan, nos hacen sentir culpables o nos menosprecian. Casi todas las personas reaccionamos sintiéndonos mal. No es culpa tuya, sino de la otra persona.

Busca el apoyo de amigos o familiares. Haz que lean este artículo o explícales lo que pasa. Ten en cuenta que ser víctima de alguien así genera una gran confusión. Es posible que tengas dudas, que no sepas si estás exagerando, que te preguntes si es verdad que estás reaccionado de un modo histérico. Por tanto, deja de dudar de tu intuición: si sientes que hay algo malo en el modo de comportarte de esa persona y te genera malestar, es motivo más que suficiente para afirmar que estás en lo cierto. Confía en ti.

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