Autora: Ana Muñoz


El cuerpo y la mente no son dos entidades independientes y separadas entre sí, sino que están íntimamente relacionadas, afectándose mutuamente. Emociones, comportamientos, pensamientos, y procesos somáticos se encuentran entrelazados, de modo que entenderemos mejor los trastornos físicos si tenemos en cuenta que en su origen, mantenimiento o agravación pueden estar influyendo factores psicológicos.

Para la ginecología resultan especialmente importantes las interacciones psicoendocrinas, vegetativas y psicoinmunológicas. Veamos cada una de ellas:

Interacciones psicoendocrinas

El hipotálamo recibe información del sistema nervioso central y a partir de dicha información envía impulsos a la hipófisis y a sus centros endocrinos subordinados. El estrés emocional ejerce una influencia en el hipotálamo, lo cual hace que se reduzca la secreción de las hormonas FSH y LH por la hipófisis. Esto hace que en el ovario se produzca un menor crecimiento del folículo, así como una reducción en la formación de esteroides ováricos. Esto hace que la proliferación del endometrio sea menor, dando lugar a la falta de menstruación o a una menstruación escasa (amenorrea y oligorrea).

Los estrógenos estimulan la secreción de unas enzimas que influyen sobre la velocidad de formación de serotonina. Por tanto, un déficit de estrógenos puede provocar una disminución de serotonina, lo cual puede dar lugar a un estado de ánimo depresivo.

Interacciones psicovegetativas

El estrés emocional provoca un aumento de la secreción de catecolaminas (adrenalina y noradrenalina), que va acompañado de vasocontricción. Esta vasoconstricción puede ejercer una influencia en la aparición del dolor. A su vez, la percepción del dolor como desagradable o demasiado intenso, puede aumentar el nivel de estrés.

Por otra parte, un estado de alerta constante, con dificultades para relajarse (por ejemplo, debido a un conflicto sexual crónico) es otro tipo de estrés que puede provocar un estimulación crónica de ciertas unidades neuromusculares, lo que a la larga hace que disminuya el umbral de descarga de dichas unidades. La consecuencia de esto puede ser la vejiga irritable, que consiste en una necesidad intensa de orinar y una reducción de la capacidad de la vejiga. También puede producirse un flujo constante o un prurito (picor) genital sin causa orgánica.

Interacciones psicoinmunológicas

El estrés emocional severo da lugar a un aumento de los esteroides de las glándulas suprarrenales, que producen una inhibición de la actividad de los macrófagos (células del sistema inmunitario) De este modo, se produce una reacción debilitada del sistema inmunitario, lo cual facilita la proliferación de células malignas. Estas interacciones son de especial relevancia en los siguientes casos:

  • Cáncer del cuello uterino, útero y ovarios
  • Carcinoma de mama.
  • Infecciones urogenitales crónicas y repetitivas.
  • Enfermedad inflamatoria pélvica.

Trastorno disfórico premenstrual

También llamado síndrome premenstrual. Consiste en un trastorno cíclico del estado de ánimo en mujeres que experimentan una serie de síntomas antes de la menstruación. La mayoría de las mujeres experimentan alguna vez síntomas premenstruales, pero sólo llegan a ser intensos en el 10 % de las mujeres y un 4 % cumple los criterios para poder diagnosticar un trastorno disfórico premenstrual (TDP).

Entre los factores más importantes que pueden predisponer a la aparición de este trastorno se encuentran el estrés y las expectativas sociales negativas hacia la menstruación.

El TDP puede iniciarse a cualquier edad, aunque la mayoría de las mujeres suelen buscar ayuda en la década de los 30. Suele desaparecer con la menopausia, aunque a veces persiste un tiempo.

La intensidad de los síntomas varía de un mes a otro en la misma mujer, debido principalmente a cambios en el patrón menstrual y al estrés. Otros factores que pueden influir son el embarazo, la amenorrea, los anticonceptivos orales o la histerectomía. Por lo general, las mujeres con TDP tienen la menopausia a una edad más avanzada y con más síntomas. Los anticonceptivos orales pueden producir en algunos casos síntomas premenstruales moderados o graves.

Las mujeres con trastorno disfórico premenstrual tienen una mayor probabilidad de tener un trastorno psicológico, principalmente depresión. Alrededor del 65 % de mujeres con TDP tienen un trastorno psicológico.

Prevalencia

Entre el 14 y el 45% de las mujeres cumplen algunos criterios para el diagnóstico del TDP. Entre el 3 y el 5 % padecen un trastorno bien definido y entre el 1 y el 7 % padecen un TDP grave. Del 3 al 10 % sufre una interferencia laboral o social grave.

Síntomas

  • Afectivos: tristeza, ansiedad, ira, labilidad emocional, irritabilidad.
  • Dolores: cefalea, dolor en los pechos, dolores músculo- esqueléticos.
  • Autónomos: náuseas, palpitaciones, sofocos.
  • Balance líquido: ganancia de peso, pesadez, edema, oliguria (orina escasa).
  • Cognitivos: disminución de la concentración, indecisión, hipersensibilidad.
  • Neurovegetativos: insomnio, hipersomnia, pérdida de apetito, ansias de comida, fatiga, letargia.
  • Dermatológicos: acné, pelo seco, pelo graso.
  • Conducta: disminución de la motivación, disminución del control de los impulsos, aislamiento social.

Entre los síntomas físicos más frecuentes se encuentran los siguientes: fatiga, cefalea, hinchazón abdominal, hipersensibilidad y turgencia mamaria, acné, dolores articulares, estreñimiento, disminución de las micciones, infecciones vaginales recurrentes por herpes o hongos.

Los síntomas emocionales más frecuentes son la depresión, la ansiedad y la hostilidad o ira (estallidos de ira). Con menor frecuencia, pueden aparecer deseos de aislamiento social, hipersensibilidad al rechazo, crisis de pánico, aumento o disminución de la libido y menor capacidad de concentración.

El 70% de las mujeres experimentan un deseo intenso de dulces en el periodo premenstrual, que suele asociarse a un estado de ánimo depresivo.

Cuando el TDP es muy grave resulta incapacitante y puede generar sentimientos de culpa, frustración, pesimismo, baja autoestima y pérdida de confianza, síntomas similares a los que aparecen en otras enfermedades crónicas severas.

Tratamiento

Tratamiento psicológico. Puede ser de utilizad en los casos en los que los síntomas emocionales son significativos y en los casos en los que hay un nivel alto de estrés que puede estar ejerciendo una influencia en la aparición, mantenimiento o agravación del trastorno.

Técnicas de relajación. Cualquier técnica que ayude a disminuir el estrés, como es el caso de la relajación, puede resultar beneficiosa para mujeres con este trastorno.

Flores de Bach. Entre las medicinas alternativas, las flores de Bach se seleccionan en base al estado emocional y actúan empujando al organismo hacia el equilibrio psicofísico y la autocuración.

Fármacos. Entre los más eficaces se encuentran los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS). La mejoría se mantiene mientras dura el tratamiento, pero frecuentemente el trastorno vuelve a aparecer al suspenderlo.

Hormonas. Se han utilizado estrógenos, progesterona, inhibidores del ciclo menstrual y anticonceptivos orales. Estos tratamientos han resultado casi siempre ineficaces.

Medidas dietéticas

Las siguientes medidas dietéticas pueden ayudar a aliviar los síntomas del síndrome premenstrual:

  • Evita los alimentos muy salados.
  • Evita comidas grasas, té, café, tabaco y comida basura.
  • Limita la ingesta de productos lácteos y carbohidratos refinados, sobre todo azúcar y dulces.
  • Come varias comidas poco abundantes y ricas en proteínas, en vez de una o dos comidas abundantes.
  • Obtén las proteínas de fuentes vegetales, como frutos secos o cereales integrales.
  • Come los vegetales crudos.
  • Mantén un peso equilibrado.

Toma los siguientes suplementos: Vitamina B 6 (de 100 mg diarios), aceite de onagra y un suplemento de multivitaminas y minerales. Toma los suplementos diariamente durante el primer mes, luego durante las dos semanas anteriores a la menstruación o justo antes de la fecha en la que esperas la aparición de los síntomas premenstruales.

Fortalecer el hígado

Dado que las hormonas, como los estrógenos o la progesterona, se destruyen en el hígado, es aconsejable mejorar la función hepática para tratar el síndrome premenstrual. El hígado puede estar teniendo problemas en su funcionamiento a un nivel que no es detectado en las pruebas médicas, que sólo muestran una anormalidad cuando hay un daño hepático importante, con destrucción celular.

Entre los síntomas que pueden indicar una disfunción hepática se encuentran los siguientes:

  • Problemas digestivos
  • Cansancio
  • Malestar general
  • Alergias y estreñimiento
  • Síndrome premenstrual

Una función hepática pobre puede deberse a una secreción biliar escasa. Esto puede producirse en los siguientes casos:

  • Cálculos biliares
  • Consumo de alcohol
  • Estrés
  • Dieta pobre
  • Uso de esteroides, incluyendo los anticonceptivos orales
  • Fármacos, productos químicos, contaminantes
  • Embarazo

Para estimular la función hepática, pueden tomarse las siguientes medidas:

  • Reducir el consumo de alcohol y grasas saturadas.
  • Aumentar la cantidad de fibra en la dieta, para activar la secreción biliar.
  • Aumentar la ingesta de antioxidantes, como vitamina C, vitamina E, cinc y selenio. De este modo se protege al organismo del efecto de los radicales libres, moléculas que pueden dañar la estructura de las células.
  • Evitar alimentos que el hígado procesa con dificultad, como carne, aves de coral, huevos, cereales refinados, azúcar, productos lácteos, alimentos fritos, chocolate, frutos secos, café, cítricos, tomates, plátanos y aguacates.
  • Tomar suplementos que ayuden a limpiar el colon, como alfalfa, acidofilus o plántago psyllium (absorbe el líquido en los intestinos, aumenta y forma heces voluminosas, haciendo que sean más fáciles de evacuar).

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