Autora: Ana Muñoz
Diagnóstico
En general, para recibir un diagnóstico de síndrome de fatiga crónica, un paciente debe satisfacer dos criterios:
1. Tener fatiga crónica severa durante seis meses o más.
2. Presentar cuatro o más de los síntomas siguientes:
- Problemas importantes de memoria a corto plazo o de concentración.
- Dolor de garganta.
- Ganglios linfáticos sensibles al tacto o presión.
- Dolores musculares.
- Dolor en múltiples articulaciones sin inflamación o enrojecimiento.
- Dolores de cabeza de un nuevo tipo, patrón o severidad.
- Sueño no reparador.
- Malestar después del ejercicio que dura más de 24 horas.
Los síntomas deben haber persistido o haberse repetido durante seis meses consecutivos o más y no deben ser anteriores a la fatiga.
Tener un síndrome de fatiga crónica implica mucho más que estar cansado. Con las vidas ocupadas y estresantes que muchas personas llevan, es normal estar cansado de vez en cuando. Pero, en el síndrome de fatiga crónica, el cansancio es extremo y abrumador, y no mejora con el descanso en cama. A menudo empeora con la actividad física o mental.
Esta enfermedad parece empezar repentinamente. Un día notas que te sientes muy cansado y que no puedes afrontar tus actividades normales. Tu nivel de energía es más bajo y a menudo te cansas sin razón aparente. También puedes sentirte débil y tener dolores musculares, dificultades de concentración, o insomnio. Después de realizar una actividad física o hacer deporte, puedes sentirte cansado durante más de 24 horas. Notas que no puedes hacer durante el día lo que habrías podido hacer normalmente antes de tener esta enfermedad. Solamente se diagnostica este síndrome cuando otras causas posibles de fatiga se han descartado y tiene una duración de al menos seis meses.
La fatiga extrema puede aparecer y desaparecer, con épocas en las que tu nivel de energía es normal y que pueden durar incluso años. Aunque a veces el cansancio extremo no desaparece, dejándote una sensación estar agotado y exhausto todo el tiempo. En otras ocasiones el síndrome desaparece por sí mismo definitivamente.
Existen tratamientos para ayudar a estas personas a hacer frente al SFC, entre los cuales se incluye la medicación.
¿Cuáles son las causas del síndrome de fatiga crónica?
Nadie sabe con seguridad qué causa el SFC. Durante más de 100 años, los médicos han hablado de enfermedades similares a esta. Entre las causas que los diversos autores han atribuido al síndrome de fatiga crónica se encuentran: anemia, hipoglucemia (nivel bajo de azúcar en sangre), alergias ambientales, y candidiasis en todo el cuerpo.
En ocasiones el SFC aparece sin ninguna razón, pero la mayoría de las personas dicen que comenzó después de tener un resfriado, bronquitis, hepatitis, o un virus intestinal. Puede también seguir a una mononucleosis infecciosa, también llamada "enfermedad del beso", que roba la energía de muchos adolescentes y adultos jóvenes. Algunas personas opinan que su enfermedad comenzó después de que una época de estrés extremo, como la pérdida de un ser querido o tras experimentar una intervención quirúrgica importante.
Puede ser difícil determinar si una persona tiene SFC, porque muchas enfermedades cursan con fatiga intensa, y muchos tratamientos, como la quimioterapia, pueden producir también fatiga extrema.
¿Quién padece esta enfermedad?
Al principio de los años 80 fue llamada la "gripe del yupi" porque eran sobre todo mujeres instruidas con altos ingresos, entre los 30 y 40 años de edad, quienes buscaban ayuda para tratar síntomas similares a los de este síndrome. Ahora se sabe que esta enfermedad afecta a personas de todas las edades, razas y niveles económicos.
El diagnóstico es más frecuente en mujeres que en hombres. Pero no se sabe con seguridad si afecta más a las mujeres o simplemente ellas buscan más ayuda médica que los hombres cuando presentan síntomas como el agotamiento y el dolor.
¿Cómo puede mi médico saber si tengo SFC?
Han habido numerosos debates entre expertos para encontrar una manera estándar de definir este síndrome. Esto es debido a que la causa de esta enfermedad es desconocida y no existe una sintomatología estándar. Tu médico te hará un examen físico y solicitará cualquier prueba necesaria. Descartará la presencia de cualesquier otra enfermedad o problema que pueda tener síntomas parecidos al síndrome de fatiga crónica, como la esclerosis múltiple y el lupus eritematoso sistémico (enfermedades autoinmunes).
¿Cómo se trata el SFC?
En la actualidad no existe tratamiento que logre curar el síndrome de fatiga crónica. Sin embargo, hay cosas que puedes hacer para sentirte mejor, para aumentar tu nivel de funcionamiento, y para mejorar tu calidad de la vida.
Hablar con tu médico sobre los tratamientos disponibles para tus síntomas y las maneras de manejar la fatiga, puede ser un buen comienzo. Ten en cuenta que tu médico puede necesitar aprender más sobre el SFC para poder servirte de mejor ayuda. Si consideras que tu médico no está lo suficientemente informado sobre esta enfermedad o tiene dudas sobre si es una enfermedad "verdadera", busca otro especialista para una segunda opinión. Intenta buscar algún profesional que esté especializado o tenga experiencia en el tratamiento de este síndrome.
A veces se utilizan antiinflamatorios para tratar síntomas concretos que acompañan al síndrome, como dolores musculares o de cabeza. Algunas personas se sienten mejor mediante el uso de masajes, acupuntura o quiropraxia. La actividad y el ejercicio físicos pueden también ayudar, pero en algunas personas pueden empeorar los síntomas.
A veces se utilizan también antidepresivos. Esto es debido a que los estudios han mostrado que las personas con fibromialgia, una enfermedad similar al SFC, se sienten mejor tras tomar estos medicamentos. Algunos expertos consideran que los antidepresivos mejoran la calidad del sueño, lo cual ayuda a disminuir la fatiga.
Psicoterapia
Si tienes SFC es importante aprender a manejar adecuadamente el estrés o a reducirlo. Una psicoterapia cognitivo-conductual puede ayudarte a conseguirlo. También puede servirte de ayuda para cambiar el modo que tienes de pensar acerca de tu enfermedad y los sentimientos y emociones que suscita en ti, como la frustración, depresión o desaliento al ver que te falta la energía suficiente, lo cual puede hacer que te sientas peor.
También puede servirte para desarrollar maneras de mejorar tanto tu funcionamiento como tu calidad de la vida diaria.
La psicoterapia puede ser especialmente útil en aquellas personas que consideren que su enfermedad guarda relación o fue consecuencia de un periodo de estrés intenso o algún acontecimiento estresante particular.
Por otra parte, la fatiga crónica puede estar relacionada con una depresión somatomorfa, es decir, una depresión en la que predominan los síntomas físicos.
¿Qué puede hacer una persona para hacer frente al SFC?
Es importante aprender a relajarte, disminuir el ritmo y evitar el estrés físico y emocional. La actividad física te puede ayudar a sentirte mejor físicamente, pero también emocionalmente. El ejercicio regular puede disminuir el dolor en el cuerpo, y el dolor de articulaciones y músculos, así como aumentar tu energía.
Pero, ten cuidado de no excederte, pues demasiado ejercicio puede causar más fatiga. Conforme recuperas fuerzas, puedes aumentar la intensidad de tu programa del ejercicio. El yoga, los estiramientos, y la autohipnosis son algunos tratamientos alternativos que algunos consideran que pueden servir de ayuda.
Síndrome de fatiga crónica y neurastenia
Aunque el término neurastenia es poco utilizado en la actualidad, fue muy utilizado en el pasado para referirse a un trastorno que muchos autores consideran similar al concepto actual de síndrome de fatiga crónica. A principios del siglo XIX ya se utilizaba el término neurastenia.
Según el CIE-10 (clasificación internacional de enfermedades y problemas de salud) de la OMS, el síndrome de fatiga crónica se encontraría incluido dentro del concepto de neurastenia, clasificado como trastorno de tipo psicológico.
Definición de neurastenia según el CIE-10
Hay considerables variaciones culturales en la presentación de este trastorno, del que hay dos tipos principales, que se solapan entre sí.
1. En el primero, el rasgo característico es la queja de aumento del cansancio tras realizar algún esfuerzo mental que suele acompañarse de una disminución del rendimiento laboral o de la eficiencia para resolver las tareas cotidianas. La fatigabilidad mental suele describirse como la presencia desagradable de asociaciones o recuerdos que distraen al individuo, de dificultades para concentrarse y en general de falta de rendimiento del pensamiento.
2. En el otro tipo, el acento recae sobre una sensación de debilidad y agotamiento corporal y físico tras esfuerzos mínimos, acompañado de dolores y molestias musculares y de incapacidad para relajarse.
En ambos tipos son frecuentes una serie de sensaciones somáticas desagradables tales como vértigo, cefaleas de tensión o sensación de inestabilidad general. También suele aparecer preocupación sobre la falta de bienestar mental y físico, irritabilidad, anhedonia y, en grado menor y variable, estados de ánimo ansioso y depresivo. Con frecuencia aparecen alteraciones en las fases iniciales y medias del sueño, aunque también puede destacar la somnolencia.
Pautas para el diagnóstico
Un diagnóstico definitivo requiere la presencia de:
Quejas continuas de un molesto cansancio progresivo tras un esfuerzo mental o quejas continuas de una molesta debilidad física y agotamiento tras esfuerzos mínimos.
Dos o más de las siguientes: a) sensación de dolor y molestias musculares, b) mareos, c) cefaleas de tensión, d) trastornos del sueño, e) incapacidad para relajarse, f) irritabilidad o g) dispepsia.
Incluye: Síndrome de fatiga (crónica).
Excluye:
Malestar general, fatiga y debilidad nerviosa.
Agotamiento.
Síndrome de astenia postviral.
Psicastenia.
Astenia sin especificación.