Autora: Ana Muñoz
A lo largo del día, perdemos, como media, un equivalente a 10 tazas de agua. El tiempo juega un papel importante en la deshidratación, así como la sequedad del ambiente creada por el aire acondicionado. Las bebidas que contienen cafeína contribuyen también a la deshidratación porque tienen un efecto diurético.
Cuando sientes sed, significa que ya has empezado a deshidratarte. Aparte de la sed, otro indicio de deshidratación es la orina oscura o de olor especialmente desagradable. También pueden producirse dolores de cabeza o problemas de concentración con una deshidratación leve.
Es aconsejable tener una botella de agua cerca a lo largo del día y en tu lugar de trabajo, para poder beber en cuanto empieces a sentir sed. También puede ser buena idea incrementar el consumo de alimentos ricos en agua, como frutas. Si practicas ejercicio, necesitarás beber más agua antes, durante y después del ejercicio.
Beber agua no sólo mantiene tu cuerpo más sano, hidratado y flexible, sino que el agua es también un supresor natural del apetito. De hecho, muchas veces cuando una persona siente deseos de picar algo entre horas, puede ser que lo que realmente sienta sea sed. Prueba a beber un vaso de agua fría poco a poco cuando aparezcan estos deseos de picar algo. Y, por supuesto, ten una botella de agua fría a mano y bebe a lo largo del día entre 8 y 10 vasos.
La clave está en la consistencia, que hará que te acostumbres a beber agua suficiente, en vez de reprimir la sed porque no tienes agua a mano y estás demasiado ocupado. Además, beber agua muy fría puede acelerar tu metabolismo. Con el tiempo, beber agua y tener una botella a mano se convertirá en un hábito que harás sin que te cueste trabajo y que te permitirá prescindir del hábito de comer entre horas.