Autora: Ana Muñoz

Las Flores de Bach son un sistema de 38 esencias florales descubiertas por el doctor Edward Bach en la década de 1930. Bach creía que las enfermedades físicas tienen un origen emocional y que, al tratar las emociones negativas, se puede restaurar el equilibrio y la salud.

El doctor Edward Bach

Este método fue desarrollado por el doctor Edward Bach, nacido en 1886 en Inglaterra. A los 20 años comenzó sus estudios de medicina. Tras un tiempo ejerciendo la medicina mediante los métodos tradicionales comenzó a a sentirse cada vez más insatisfecho y decidió comenzar a investigar, interesándose en la enfermedad crónica.

Sus investigaciones lo llevaron a relacionar la enfermedad crónica con la toxemia intestinal, de modo que decidió preparar una vacuna basándose en dichos gérmenes. Su éxito en este empeño le animó a continuar sus investigaciones sobre la toxemia intestinal y en 1920 publica sus resultados en las actas de la Real Sociedad de Medicina.

Tras aceptar un puesto como bacteriólogo en el Hospital Homeopático de Londres, entra en contacto con la medicina homeopática. Integrando las ideas de Hahnemann con las propias, decide preparar sus vacunas mediante la técnica homeopática, creando así una vacuna oral (nosode). De este modo, preparó siete vacunas, sobre la base de siete tipos de bacterias que Bach aisló en el intestino de enfermos crónicos. Sus siete nosodes tuvieron una amplia aceptación tanto dentro de la medicina homeopática como entre la medicina tradicional (o alopática).

Conforme utilizaba los nosodes se dio cuenta de que a cada uno de ellos le correspondía un tipo diferente de personalidad humana y comenzó a indicarlos según las características temperamentales de sus pacientes. Sin embargo, los nosodes no curaban todas las enfermedades, sino solo cierto tipo. Además, se sentía insatisfecho con el tipo de remedios que usaba, la bacteria intestinal, pues pensaba que deberían utilizarse remedios más puros. Así fue como comenzó a interesarse por las plantas y encontró algunas que tenían efectos similares a los grupos bacterianos.

Gran observador como era de la naturaleza humana, llegó a la conclusión de que toda la humanidad podía clasificarse dentro de un número definido de tipos, de modo que los individuos del mismo tipo, aunque no padeciesen las mismas enfermedades, sí reaccionarían de la misma forma ante ellas.

Bach abandona la medicina tradicional

En en año 1929 Bach tenía 43 años, investigaba en su laboratorio y publicaba sus resultados en las mejores revistas científicas británicas. Era respetado por alópatas y homeópatas, tanto en su país como en el extranjero y estaba en pleno éxito profesional. Aún así, a finales de ese año, convencido de que la medicina tradicional no era su camino, decide abandonarlo todo, cierra su consulta y su laboratorio y parte para Gales, dispuesto a buscar más remedios y convencido de que los encontraría entre las plantas.

Pensó que toda la vida de las plantas se encuentra concentrada en sus flores, de modo que centró su atención en ellas. Entre 1930 y 1934 descubrió los 38 remedios florales que constituirían su terapia floral. En la preparación de los remedios usó el mismo método utilizado en la actualidad: se cortan las flores de floración más perfecta y se colocan al sol en un recipiente de vidrio delgado lleno de agua, en el mismo lugar donde se han cortado, y se dejan allí, en el campo, durante algunas horas. Se considera que, de esta manera, el agua queda impregnada de la energía de la flor. En noviembre d 1936, muere Edward Bach mientras duerme. Desde entonces, en su casa de Mount Vernon funciona el Centro Bach, dedicado a la recolección anual de las flores y preparación de los remedios que luego distribuirán a todo el mundo.

Cómo funcionan las flores de Bach

La filosofía que subyace al sistema terapéutico de Edward Bach es similar al de la Medicina Tradicional China o la medicina homeopática, pues se piensa que el campo de actuación no es el cuerpo físico sino la energía vital, cuyo equilibro es fundamental para el mantenimiento de la salud. Esta energía ha recibido muchos nombres diferentes: Qi, nod, aura, prana... En lugares muy distintos y alejados del mundo, en oriente y en occidente, el ser humano ha hablado de esta misma energía una y otra vez.

Según Bach, "la principal razón del fracaso de la ciencia médica moderna es que trata los resultados y no las causas". "No se erradicará la enfermedad con los actuales métodos materialistas, por la sencilla razón de que la enfermedad no es material en su origen". La enfermedad, pensaba Bach, es energética en su origen. Es un desequilibrio que se produce en la fuerza vital, los chinos llamaron Qi. Este desequilibrio va unido a un estado emocional negativo, un estado de sufrimiento emocional (miedo, ansiedad, tristeza, ira, etc.), de modo que podemos considerar casi como sinónimos el desequilibrio energético y el desequilibrio emocional, pues ambos van unidos. Este desequilibrio afectará también al cuerpo, a los diferentes órganos y su funcionamiento y, si persiste en el tiempo, puede acabar dando paso a la enfermedad física.

¿Por qué se produce este desequilibrio?

La repuesta que dio Edward Bach fue que el desequilibrio es debido a un conflicto. Este conflicto puede darse a dos niveles.

1. Conflicto entre el alma y la personalidad. Al hablar de alma, Bach hacía referencia a nuestro verdadero yo, nuestra esencia más profunda que nos dicta nuestro verdadero camino. Es aquella parte de nosotros que, según la filosofía budista o hinduista, es inmortal y se reencarna en sucesivas vidas para aprender y evolucionar.

La personalidad, en cambio, aunque es la parte de nosotros que más conocemos y con la que más nos identificamos, esa parte que solemos describir cuando alguien nos pregunta cómo somos, es también la parte mortal, una especie de máscara, una serie de características que utilizamos temporalmente, en una sola vida, para aprender una serie de lecciones que necesitamos aprender en nuestra evolución. La personalidad, por tanto, ha de estar al servicio del alma, nuestra verdadera esencia. Cuando esto no sucede y nos dejamos llevar por las pasiones y deseos más materialistas y egoístas de la personalidad, se produce el conflicto, y con él el desequilibrio.

2. Otra idea importante dentro de la filosofía del sistema de Bach, hace referencia a la unidad de todas las cosas. Más allá del mundo de lo material, aquel que percibimos con los cinco sentidos, se encuentra el mundo de la energía. En él no existe la individualidad, sino que todo lo existente forma parte de lo mismo, de la unidad, de modo que "Cualquier acción contra nosotros o contra otro afecta a la totalidad, pues al causar la imperfección en una parte, esta se refleja en el todo".

"Así vemos que hay dos errores fundamentales posibles: la disociación entre nuestra alma y nuestra personalidad y la crueldad y el mal frente a los demás, pues éste es un pecado contra la unidad. Cualquiera de estas dos cosas da lugar a un conflicto que provoca enfermedad", explica Bach.

Las 38 flores de Bach

Según el sistema de Bach, lo primero que percibimos cuando se produce una enfermedad es una alteración a nivel emocional. Incluso un simple resfriado suele ir precedido y acompañado de una emoción negativa, como irritabilidad, desgana, deseo de soledad, deseo intenso de afecto, etc., que será diferente en cada persona, en función de su modo de enfermar.

Por tanto, cada una de las 38 flores está dirigida a un estado emocional universal que todos los seres humanos pueden sentir en un momento dado. Por ejemplo, Aspen, es la flor del miedo sin causa conocida, la sensación de presagio, el estado de ansiedad generalizada o síntomas de ansiedad que surge sin que la persona sepa por qué se siente así.

¿Qué dice la ciencia?

No se han realizado muchos estudios científicos de alta calidad sobre las Flores de Bach y la mayoría de los que existen tienen limitaciones metodológicas. La mayoría de los datos que muestran el efecto de las flores de Bach han sido aportados por terapeutas que han tratado a personas de forma individual y muestran estudios de un solo caso con resultados positivos.

La mayoría de los ensayos controlados han encontrado que no hay diferencias significativas entre tomar Flores de Bach y un placebo en cuanto a la reducción del estrés, la ansiedad o el bienestar emocional.

Principales estudios y revisiones

1. Revisión sistemática en BMC Complementary and Alternative Medicine (2010): en esta revisión se analizaron varios estudios sobre las flores de Bach y se concluyó que no hay evidencia de que sean más efectivas que un placebo.

2. Estudio en Complementary Therapies in Medicine (2017): este estudio examinó el efecto de las flores de Bach en la ansiedad y el estrés. No encontró diferencias significativas en comparación con un placebo.

3. Estudios individuales sobre ansiedad, depresión y TDAH. Algunos estudios pequeños han explorado su efecto en ansiedad, depresión y TDAH en niños, pero sus resultados han sido inconsistentes y no concluyentes.

En definitiva, los estudios disponibles son pocos y, en su mayoría, muestran que las flores de Bach no tienen efectos más allá del placebo. En la actualidad, no hay evidencia científica sólida que respalde su eficacia para tratar trastornos emocionales o psicológicos.

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