Autora: Ana Muñoz


El hígado es esencial para que el cuerpo funcione correctamente. Elimina o neutraliza las toxinas de la sangre, produce sustancias relacionadas con la inmunidad para controlar la infección, y elimina los gérmenes y las bacterias de la sangre. Produce las proteínas que regulan la coagulación de la sangre y también la bilis, que ayuda a absorber las grasas y las vitaminas liposolubles (solubles en grasa).

En la cirrosis hepática, tejido cicatricial (fibrosis) sustituye al tejido normal del hígado, bloqueando el flujo de la sangre a través del órgano y evitando que funcione correctamente. La cirrosis es la duodécima causa principal de muerte por enfermedad.

Causas

Las causas pueden se diversas, aunque las más comunes son el alcoholismo y la hepatitis C.

- Enfermedad hepática alcohólica. Para muchas personas, la cirrosis hepática es sinónimo de alcoholismo crónico, pero de hecho, el alcoholismo es solamente una de las posibles causas. La cirrosis alcohólica se suele desarrollar después de más de una década de ingesta severa de alcohol. La cantidad de alcohol que puede dañar el hígado varía de persona a la persona. En las mujeres, sólo dos o tres bebidas al día pueden dar lugar a cirrosis, y en los hombres, tres o cuatro bebidas por día. El alcohol parece dañar el hígado al bloquear el metabolismo normal de proteínas, grasas y carbohidratos.

- Hepatitis C crónica. La infección con este virus causa inflamación y daño moderado al hígado que, al cabo de varias décadas, puede dar lugar a cirrosis.

- Hepatitis crónica B y D. El virus de la hepatitis B es probablemente la causa más común de cirrosis en el mundo, pero es menos frecuente en occidente. La hepatitis B, como la hepatitis C, causa inflamación del hígado y lesión, que tras varias décadas puede producir cirrosis. La hepatitis D está causada por otro virus que infecta el hígado, pero solamente en personas que tienen ya hepatitis B.

- Hepatitis autoinmune. Esta enfermedad es debida a que el propio sistema inmunitario ataca el hígado y provoca inflamación, lesión, y finalmente, cicatrización y cirrosis.

- Enfermedades hereditarias. La deficiencia de alfa-1 antitripsina, la hemocromatosis, la enfermedad de Wilson, la galactosemia, y las enfermedades relacionadas con el almacenamiento de glicógeno se encuentran entre las enfermedades hereditarias que interfieren con la manera que el hígado produce, procesa, y almacenan las enzimas, proteínas, metales, y otras sustancias que el cuerpo necesita para funcionar correctamente.

- Esteatohepatitis no alcohólica. Enfermedad del hígado caracterizada por acumulación de ácidos grasos y triglicéridos en las células hepáticas que puede acabar produciendo fibrosis hepática, la cual a su vez, puede originar cirrosis. Este tipo de hepatitis parece estar asociada a la diabetes, malnutrición proteica, obesidad, enfermedad de las arterias coronarias, y tratamiento con corticosteroides.

- Conductos biliares bloqueados. Cuando se bloquean los conductos que transportan la bilis fuera del hígado, la propia bilis retrocede y daña el tejido hepático. En los niños pequeños, esto sucede principalmente debido a atresia biliar, una enfermedad en la cual los conductos biliares están ausentes o dañados. En adultos, la causa más frecuente es la cirrosis biliar primaria, una enfermedad en la cual los conductos se inflaman, se bloquean, y se produce una fibrosis (cicatrización). La cirrosis biliar secundaria puede suceder después de cirugía de la vesícula biliar cuando los conductos se dañan inadvertidamente.

- Fármacos, toxinas, e infecciones. Reacciones severas a ciertos fármacos, exposición prolongada a toxinas ambientales, esquistosomiasis (infección causada por un parásito) pueden provocar cirrosis.

Síntomas

Muchas personas que padecen cirrosis hepática no tienen ningún síntoma en las primeras fases de la enfermedad. Sin embargo, conforme el tejido fibroso sustituye a las células sanas, la función hepática comienza a fallar y pueden aparecer los síntomas siguientes:

  • Agotamiento
  • Fatiga
  • Pérdida de apetito
  • Náuseas
  • Debilidad
  • Pérdida de peso
  • Dolor abdominal

Angiomas en araña: agrupación de vasos sanguíneos cerca de la superficie de la piel, cuya apariencia a menudo es similar a la de una telaraña pequeña. Suele presentar un punto rojo en el centro con un enrojecimiento que se extiende a cierta distancia a su alrededor.

Complicaciones

- Edema y ascitis. Cuando el hígado pierde su capacidad de producir albúmina, el agua se acumula en las piernas (edema) y el abdomen (ascitis).

- Hematomas y hemorragias. Cuando el hígado disminuye o detiene la producción de las proteínas necesarias para la coagulación de la sangre, aparecerán hematomas y hemorragias con facilidad. Las palmas de las manos pueden ser rojizas y con eritema palmar.

- Ictericia. La ictericia se refiere al color amarillento de la piel y de los ojos que ocurre cuando el hígado enfermo no absorbe suficiente bilirrubina.

- Picor. Los productos biliares depositados en la piel pueden causar un picor intenso.

- Cálculos biliares. Si la cirrosis evita que la bilis alcance la vesícula biliar, pueden aparecer cálculos biliares.

- Toxinas en la sangre o el cerebro. Un hígado dañado no puede eliminar las toxinas de la sangre, de modo que pueden acabar llegando al cerebro. Allí, las toxinas pueden producir embotamiento, cambios en la personalidad, coma, e incluso la muerte. Los signos de la acumulación de toxinas en el cerebro incluyen negligencia en el aspecto personal, apatía, problemas de memoria, problemas para concentrarse, o cambios en los hábitos de sueño.

- Sensibilidad a los fármacos. Debido a que el hígado no elimina los fármacos de la sangre a una velocidad normal, éstos actúan más tiempo del esperado y se acumulan en el cuerpo. Esto hace a la persona más sensible a los fármacos y a sus efectos secundarios.

- Hipertensión portal. Normalmente, la sangre de los intestinos y el bazo llega al hígado a través de la vena porta. Pero la cirrosis retarda el flujo normal de la sangre a través de la vena porta, lo que aumenta la presión en su interior. Es lo que se llama hipertensión portal.

- Varices. Cuando el flujo sanguíneo procedente de la vena porta se retarda, la sangre de los intestinos y del bazo se acumula en los vasos sanguíneos del estómago y el esófago. Estos vasos sanguíneos pueden agrandarse debido a que no están preparados para albergar esta cantidad de sangre. Los vasos sanguíneos agrandados, llamados varices, tienen paredes finas y una alta presión, de modo que tienen más probabilidades de romperse. Si esto sucede, el resultado es una hemorragia grave en el estómago o el esófago que requiere atención médica inmediata.

- Resistencia a la insulina y diabetes de tipo II. La cirrosis causa resistencia a la insulina. Esto hace que el músculo, grasa, y células hepáticas no utilicen la insulina correctamente. El páncreas intenta satisfacer la demanda de la insulina produciendo más. Finalmente, el páncreas se agota y aparece la diabetes tipo II.

- Cáncer de hígado. Puede producirse un carcinoma hepatocelular, un tipo de cáncer con una alta tasa de mortalidad.

- Problemas en otros órganos. La cirrosis puede producir disfunción del sistema inmunitario, conduciendo a la infección. El líquido en el abdomen (ascitis) puede infectarse con las bacterias normalmente presentes en los intestinos. La cirrosis puede también producir impotencia, disfunción y fallo renal y osteoporosis.