Autora: Ana Muñoz

La leucemia es un cáncer que afecta a las células de la médula ósea (que son las células madre que producen las células sanguíneas).

El cáncer es una enfermedad de las células del organismo. Existen diversos tipos de cáncer que surgen a partir de diferentes tipos de células. Lo que todos los cánceres tienen en común es que las células cancerosas son anormales y no responden a los mecanismos normales de control. Como resultado, crecen descontroladamente o viven mucho más tiempo que las células normales (o ambas cosas), lo que provoca un crecimiento anómalo del tejido u órgano afectado.

En la leucemia, las células cancerosas de la médula ósea se desplazan hacia la circulación sanguínea. Existen varios tipos de leucemia y la mayoría se originan a partir de las células que se convierten en glóbulos blancos (el término leucemia proviene de una palabra griega que significa "sangre blanca"). Si una persona desarrolla leucemia, es importante saber con precisión qué tipo tiene, ya que el pronóstico y el tratamiento pueden variar en función del tipo específico.

Antes de hablar de los diferentes tipos de leucemia puede ser útil conocer algunos fundamentos sobre las células normales de la sangre y cómo se crean.

Los componentes de la sangre

Las células de la sangre, que pueden verse con un microscopio, constituyen cerca del 40 % del volumen de la sangre. Se dividen en tres tipos principales:

Glóbulos rojos (eritrocitos). Una gota de sangre contiene cerca de cinco millones de glóbulos rojos. Estas células contienen una sustancia llamada hemoglobina, encargada de transportar oxígeno desde los pulmones al resto del cuerpo.

Glóbulos blancos (leucocitos). Hay diversos tipos de glóbulos blancos: neutrófilos, linfocitos, eosinófilos, monocitos y basófilos. Son parte del sistema inmunitario. Su papel principal es defender al cuerpo contra las infecciones y agentes extraños.

Plaquetas. Intervienen en la coagulación de la sangre cuando algún vaso sanguíneo se rompe.

El plasma es la parte líquida de la sangre y constituye cerca del 60 % del volumen sanguíneo. El plasma está compuesto principalmente de agua, pero contiene también diversas proteínas y otros productos químicos como hormonas, anticuerpos, enzimas, glucosa, partículas grasas, sales, etc.

Cuando la sangre sale de un vaso sanguíneo roto, las células y ciertas proteínas del plasma se agrupan para formar un coágulo.

La médula ósea, las células madre y la producción celular

1. La médula ósea

Las células de la sangre se producen en la médula ósea a partir de las células madre. La médula ósea es el material "esponjoso" que se encuentra en el interior de los huesos. Los huesos planos y de gran tamaño como la pelvis y el esternón contienen una mayor cantidad de médula ósea. Para producir constantemente las células sanguíneas necesitas tener una médula sana, así como hacer una alimentación equilibrada que incluya hierro y ciertas vitaminas.

2. Las células madre

Son células primitivas (inmaduras). Existen dos tipos principales en la médula ósea: las células madre mieloides y las linfoides. Ambas derivan de las células madre pluripotenciales, más primitivas. Las células madre se dividen constantemente y producen nuevas células. Algunas de ellas continúan siendo células madre, mientras que otras atraviesan una serie de fases de maduración antes de formar las células maduras de la sangre, las cuales son liberadas al torrente sanguíneo.

3. Producción celular

Los linfocitos se forman a partir de las células madre linfoides. Hay tres tipos de linfocitos:

  • Los linfocitos de B forman los anticuerpos que combaten las infecciones de bacterias, virus, etc.
  • Los linfocitos T ayudan a los linfocitos B para formar los anticuerpos.
  • Los linfocitos K también ayudan a proteger contra la infección.

El resto de células de la sangre (glóbulos rojos, plaquetas, neutrófilos, basófilos, eosinófilo y monocitos) se desarrollan de las células madre mieloides.

El cuerpo produce millones de células sanguíneas cada día. Cada tipo de célula tiene un tiempo de vida predeterminado. Por ejemplo, los glóbulos rojos viven normalmente cerca de 120 días. Algunos glóbulos blancos viven solo unas horas o días (algunos un poco más). Cada día mueren y se descomponen millones de ellos al final de su tiempo de vida. Normalmente, existe un delicado equilibrio entre el número células que se producen y el número de células que muere. Diversos factores ayudan a mantener este equilibrio. Por ejemplo, ciertas hormonas en la circulación sanguínea y productos de la médula llamados factores del crecimiento ayudan a regular el número de células que se producen.

Tipos principales de leucemia

  • Leucemia linfoblástica aguda. También llamada leucemia linfocítica aguda.
  • Leucemia mieloide aguda.
  • Leucemia linfocítica crónica.
  • Leucemia mieloide crónica.

La palabra aguda indica que la enfermedad se desarrolla y progresa rápidamente.

La palabra crónica indica que es persistente o en curso. Y en el caso de la leucemia indica que se desarrolla y progresa lentamente (incluso sin el tratamiento).

Las palabras linfoblástica y linfocítica indican que la célula cancerosa se originó de una célula madre linfoide. Y la palabra mieloide indica que la célula cancerosa se originó de una célula madre mieloide.

Veamos brevemente cada una de ellas:

Leucemia linfoblástica aguda (LLA). La médula produce una gran cantidad de linfocitos inmaduros (linfoblastos) anormales. Hay varios subtipos de LLA. Por ejemplo, los linfoblastos anormales pueden ser linfocitos inmaduros B o T. Típicamente, la LLA se desarrolla muy rápidamente (aguda) y empeora con gran rapidez si no se trata (en unas semanas). Puede ocurrir a cualquier edad, pero cerca de 6 de cada 10 casos se da en niños/as. Es la forma más común de leucemia infantil (aunque es una enfermedad infrecuente).

Leucemia mieloide aguda (LMA). En este tipo de leucemia, la médula produce una gran cantidad de glóbulos blancos inmaduros (blastos) anormales procedentes de células madre mieloides. Hay varios subtipos de LMA, dependiendo de qué tipo de célula llega a ser cancerosa y en qué etapa de su proceso de maduración. Típicamente, la enfermedad se desarrolla y agrava con rapidez. Es una enfermedad infrecuente. La mayoría de los casos se dan en personas de más de 40 años.

Leucemia linfocítica crónica (LLC). En la LLC hay una gran cantidad de linfocitos B anormales. La razón principal de la acumulación de linfocitos anormales es que viven demasiado tiempo; es decir, no mueren después del tiempo de vida normal en un linfocito (a diferencia de los tipos agudos de leucemia donde las células se multiplican rápidamente fuera de control). Por lo general, la LLC se desarrolla y progresa muy lentamente (meses o años incluso sin tratamiento). Es el tipo más común de leucemia. La mayoría de los casos ocurre en personas de más de 60 años.

La leucemia mieloide crónica (LMC). Este tipo de leucemia se produce debido a que una célula madre mieloide de la médula ósea llega a ser anormal. Esta célula anormal se multiplica y las células procedentes de ella maduran y se convierten en glóbulos blancos casi normales, principalmente neutrófilos, basófilos y eosinófilos (los llamados granulocitos). Por lo general, la LMC se desarrolla y progresa lentamente meses o años incluso sin tratamiento. Es el más raro de los cuatro tipos principales de leucemia. Ocurre principalmente en adultos, y es más común con el aumento de la edad.

¿Cuál es la causa de la leucemia?

Se cree que la leucemia comienza a partir de una célula anormal. Existen genes que controlan cómo las células se dividen, multiplican o mueren, y esos genes pueden estar dañados o alterados en ciertas células, lo que las convierte en anormales. Si esta célula anormal sobrevive, puede multiplicarse de manera descontrolada o sobrevivir demasiado tiempo, lo que da lugar al desarrollo de la leucemia. En la mayoría de los casos, la razón por la cual una célula se vuelve anormal es desconocida. Sin embargo, existen ciertos factores de riesgo que aumentan la probabilidad de desarrollar leucemia, aunque solo explican una pequeña proporción de los casos. Los factores de riesgo para algunos tipos de leucemia incluyen:

  • Radiación: por ejemplo, haber recibido radioterapia para tratar otra enfermedad.
  • Tratamientos con quimioterapia u otros fármacos que debilitan el sistema inmunitario.
  • Ciertos trastornos genéticos, siendo el más común el síndrome de Down.
  • Exposición a ciertos productos químicos, como el benceno.

Síntomas principales de la leucemia

A medida que se producen una gran cantidad de células sanguíneas anormales, gran parte de la médula ósea se llena de estas células, lo que dificulta que las células normales puedan sobrevivir y formar suficientes células maduras. Además, las células anormales pasan a la circulación sanguínea. Por lo tanto, los problemas principales que pueden aparecer son los siguientes:

Anemia: ocurre cuando el número de glóbulos rojos en la circulación sanguínea disminuye, lo que puede provocar cansancio, dificultad para respirar (disnea) y otros síntomas, como palidez.

Problemas en la coagulación sanguínea debido a los niveles bajos de plaquetas en la circulación. Puede provocar la aparición de hematomas con facilidad, sangrado de las encías y otros problemas.

Infecciones graves: los glóbulos blancos anormales no protegen contra las infecciones y el número de glóbulos blancos normales está reducido. Como resultado, las infecciones graves tienen más probabilidades de desarrollarse.

El tiempo que tardan en desarrollarse estos síntomas tras el inicio de la enfermedad es variable. En los casos agudos, generalmente lleva unas cuantas semanas, mientras que en las leucemias crónicas, puede llevar meses o incluso años.

Las células anormales también pueden acumularse en los ganglios linfáticos y en el bazo, lo que puede causar ganglios linfáticos inflamados y un agrandamiento del bazo.

Otros síntomas que pueden aparecer incluyen dolor en los huesos o articulaciones (principalmente en la leucemia linfoblástica aguda), fiebre persistente y pérdida de peso.

Diagnóstico

Análisis de sangre. Puede indicar la existencia de leucemia, ya que las células anormales se detectan a menudo en los análisis de sangre. Generalmente se hacen otras pruebas para confirmar el diagnóstico.

Muestras de médula ósea. Una pequeña cantidad de médula se extrae insertando una aguja en el hueso de la pelvis (o a veces en el esternón). Se utiliza un anestésico local. También puede tomarse una pequeña muestra del hueso. Las muestras se observan al microscopio para buscar células anormales y se hacen otras pruebas con ellas para confirmar el diagnóstico.

Análisis de la célula y cromosomas. Se hacen a menudo en las células anormales obtenidas de la muestra de la médula o del análisis de sangre. Sirve para conocer el tipo exacto al que pertenece la célula anormal.

Punción lumbar. Esta prueba recoge una pequeña cantidad del líquido que rodea la médula espinal (líquido cefalorraquídeo). Se realiza insertando una aguja entre las vértebras en la región lumbar, en la parte más baja de la espalda. Su objetivo es determinar si la leucemia se ha extendido al cerebro y a la médula espinal. Esta prueba se realiza principalmente en la leucemia linfoblástica aguda (LLA) y, en ocasiones, en la leucemia mieloide aguda (LMA).

Tratamiento

El tratamiento depende del tipo exacto de leucemia y de la etapa en la que se encuentra. Por ejemplo, la leucemia linfocítica aguda se trata generalmente con quimioterapia intensiva. Por otra parte, una persona en las primeras fases de leucemia linfocítica crónica puede no necesitar ningún tratamiento. Esto es debido a que la LLC suele progresar muy lentamente y puede no requerirse tratamiento durante años.

Pronóstico

El pronóstico de la leucemia varía en función del tipo específico de la enfermedad. Sin embargo, en general, el pronóstico es mejor de lo que mucha gente imagina. Por ejemplo, el pronóstico para la leucemia linfocítica aguda (LLA) ha mejorado considerablemente en los últimos 20 años. La mayoría de los niños con LLA (alrededor de 7-8 de cada 10 casos) pueden llegar a recuperarse.

Además, las leucemias crónicas suelen progresar lentamente, a veces durante varios años. Incluso en los casos en los que la leucemia no se cura, los tratamientos con quimioterapia y otros tratamientos pueden prolongar la supervivencia durante un largo período de tiempo.

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