Autora: Ana Muñoz


El síndrome del intestino irritable consiste en un conjunto de síntomas crónicos y/o recidivantes, predominantemente estreñimiento y/o diarrea y dolor abdominal, aunque comprende también disfagia, dispepsia, vómitos y flatulencia, para los cuales no se puede demostrar una causa orgánica. Las anomalías de la motilidad digestiva no se limitan al colon, como se pensaba en un principio, sino que pueden abarcar todos los segmentos del tubo digestivo, incluyendo el esófago.

Es el trastorno gastrointestinal más frecuente en las sociedades occidentales, constituyendo hasta el 50% de los diagnósticos en consultas ambulatorias de gastroenterología. Es más frecuente en mujeres y puede darse a cualquier edad, aunque es más frecuente que los pacientes que consultan al médico sean adultos. En ellos los síntomas se remontan generalmente a la niñez o adolescencia.

Causas

Las causas de este trastorno son de origen psicológico. En este síndrome, el sistema neuromuscular del intestino grueso es excesivamente sensible al estrés. Diversos estímulos, como la comida, las emociones, la distensión mecánica o fármacos provocan un número mayor de contracciones de más amplitud que en la normalidad. El aumento de la presión en el interior del colon es la responsable del dolor y de la hipertrofia muscular, con estreñimiento por obstáculo al flujo fecal normal. En pacientes con diarrea como principal síntoma, aparecen reducción de las contracciones, justificando la diarrea por menor retención fecal.

Es habitual que la intensidad de los síntomas aumente en situaciones de tensión emocional elevada. Sin embargo, la mayoría de estas personas presentan un trastorno psicológico de base. Destaca la ansiedad, depresión, tendencias obsesivas y compulsivas, la agresividad. Muchos pacientes no limitan los síntomas al tubo digestivo, siendo frecuente que se quejen de cefaleas, palpitaciones, lumbalgias, dismenorrea, trastornos urinarios, etc. y que cumplan criterios para el diagnóstico de un trastorno por somatización.

Síntomas

Los síntomas principales son el dolor abdominal y la alteración del ritmo de las deposiciones. Con frecuencia existen también dispepsia flatulenta, vómitos, síntomas de reflujo gastroesofágico y/o disfagia episódica, aparte de síntomas diversos de origen psicosomático referentes a otros sistemas.

El dolor abdominal es muy variable en cuanto a su carácter, intensidad y localización. Con frecuencia cede o mejora tras la defecación o expulsión de gases. En general, el paciente dice que produce una cantidad excesiva de gases, pero la medición de los volúmenes gaseosos intestinales no detecta valores que se desvíen de la normalidad. Más bien, estas personas son hipersensibles a volúmenes normales de gas.

La alteración del ritmo deposicional es casi constante. Predomina el estreñimiento. Con frecuencia hay brotes diarreicos alternando con el estreñimiento y en general los pacientes tienen menos distensión y dolor cuando las heces son más líquidas. No son raros la sensación de evacuación incompleta y el tenesmo franco. En algunos casos existe diarrea crónica indolora. No suele haber repercusión en el resto del organismo ni pérdida de peso, excepto en paciente muy deprimidos.

Los síntomas del intestino irritable son siempre crónicos y/o recidivantes, remontándose en general a años o décadas.

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Glosario
Tenesmo: deseo continuo, doloroso e ineficaz de defecar u orinar.
Dispepsia: digestión laboriosa e imperfecta.
Disfagia: dificultad o imposibilidad de tragar.
Dismenorrea: menstruación dolorosa.

Bibliografía:
- Farreras, Rozman. Medicina interna. Mosby/Doyma libros
- Patología estructural y funcional. Robbins. Interamericana-McGraw-Hill
- Manual de patología general. S. de Castro del Pozo. Masson
- Tratado de fisiología médica. Guyton. Interamericana-McGraw-Hill