Autora: Ana Muñoz


La función principal de los riñones consiste en filtrar los productos metabólicos de desecho y el exceso de sodio y de agua de la sangre, así como facilitar su eliminación del organismo. También ayudan a regular la presión arterial y la producción de glóbulos rojos.

De cada riñón parte un tubo llamado uréter que conduce la orina desde la zona de recolección central de los riñones (pelvis renal) hacia la vejiga. Desde allí, la orina sale hacia el exterior del cuerpo a través de la uretra.

Cada riñón contiene alrededor de un millón de unidades encargadas de la filtración, que reciben el nombre de nefronas. Una nefrona está constituida por una estructura redonda y hueca llamada cápsula de Bowman, que contiene una red de pequeños vasos sanguíneos (el glomérulo). Estas dos estructuras conforman lo que se denomina un corpúsculo renal.

La sangre entra en el glomérulo a través de la arteriola aferente y sale a través de la arteriola eferente. Mientras está en el glomérulo, la fracción líquida de la sangre se filtra a través de pequeños poros situados en las paredes de los vasos sanguíneos del glomérulo, pasando a la cápsula de Bowman.

Después pasa al túbulo proximal. Las células sanguíneas y las moléculas más grandes, como las proteínas, no se filtran. Desde el túbulo proximal, el líquido pasa al asa de Henle, que penetra profundamente en el riñón. De ahí pasa al túbulo distal. Después se unen varios túbulos distales para formar el túbulo colector. Los túbulos colectores se van uniendo para formar unidades cada vez más grandes.

A medida que el líquido filtrado glomerular fluye por los túbulos, se reabsorbe hasta un 99% de agua y cantidades variables de otras sustancias como sodio y glucosa. El agua restante y las sustancias disueltas en ella que no han sido reabsorbidas constituyen la orina.

El riñón también utiliza energía para transportar selectivamente unas cuantas moléculas de gran tamaño (incluyendo fármacos como la penicilina, pero no las proteínas) y llevarlas hacia el interior del túbulo. Estas moléculas se excretan en la orina aunque sean demasiado grandes para pasar a través de los poros del filtro glomerular.

Mediante las hormonas que influyen en la función renal, el organismo controla la concentración de orina según sus necesidades de agua.

La orina formada en los riñones fluye por los uréteres hacia el interior de la vejiga, pero no lo hace pasivamente. Los uréteres son tubos musculares que conducen cada pequeña cantidad de orina mediante ondas de contracción. En la vejiga, cada uréter pasa a través de un esfínter, una estructura muscular de forma circular que se abre para dejar paso a la orina y luego se va estrechando hasta cerrarse herméticamente.

La orina se va acumulando en la vejiga a medida que llega con regularidad por cada uréter. La vejiga, que se puede dilatar, aumenta gradualmente su tamaño para adaptarse al incremento del volumen de orina y cuando finalmente se llena, envía señales nerviosas al cerebro que transmiten la necesidad de orinar.

Durante la micción, otro esfínter, ubicado entre la vejiga y la uretra (a la salida de la vejiga), se abre, dejando fluir la orina. Simultáneamente, la pared de la vejiga se contrae, creando una presión que fuerza la orina a salir por la uretra. La contracción de los músculos de la pared abdominal añade una presión adicional. Los esfínteres, a través de los cuales los uréteres entran en la vejiga, permanecen herméticamente cerrados para impedir que la orina refluya hacia los uréteres.

Trastornos del riñón y de las vías urinarias: síntomas

Fiebre y sensación de malestar general. Aunque la infección de la vejiga (cistitis) casi nunca cause fiebre, la infección bacteriana del riñón (pielonefritis) generalmente provoca una fiebre elevada. El cáncer de riñón puede causar fiebre en algunos casos.

Micción frecuente. La mayoría de las personas orina aproximadamente de cuatro a seis veces diarias, principalmente durante el día. La micción frecuente sin incremento del volumen diario de orina, es un síntoma de infección de la vejiga o de algo que causa su irritación, como un cuerpo extraño, un cálculo o un tumor. Este último u otra masa que presione la vejiga también puede provocar una micción frecuente. La irritación de la vejiga puede provocar dolor al orinar (disuria) y una necesidad compulsiva de orinar (urgencia), que puede sentirse como una tensión dolorosa casi constante (tenesmo). Por lo general, la cantidad de orina que se elimina es poca, pero si una persona no orina de inmediato puede perder el control de la vejiga.

Micción nocturna frecuente (nicturia). Este síntoma puede manifestarse en las etapas iniciales de una enfermedad renal, aunque la causa puede ser simplemente que se beba una gran cantidad de líquidos antes de acostarse, especialmente alcohol, té o café. Durante la noche se puede sentir la necesidad de orinar con frecuencia, debido a que los riñones no concentran bien la orina. También es habitual la micción frecuente por la noche en las personas que sufren de insuficiencia cardíaca, insuficiencia hepática o diabetes, aunque no padezcan una enfermedad de las vías urinarias. Orinar pequeñas cantidades repetidas veces durante la noche puede producirse cuando la orina se devuelve a la vejiga porque su salida se encuentra obstruida. En los varones mayores, la causa más frecuente es el aumento del tamaño de la próstata.

Orinarse en la cama (enuresis). La enuresis es normal durante los 2 o 3 primeros años de vida. A partir de esta edad, puede ser indicativo de un problema tal como una maduración retardada de los músculos y de los nervios de las vías urinarias inferiores, una infección, un estrechamiento de la uretra o un control inadecuado de los nervios de la vejiga urinaria (vejiga neurogénica). También puede ser un problema de tipo psicológico.

Presencia de aire en la orina. Es un síntoma poco frecuente que indica por lo general una conexión anómala (fístula) entre las vías urinarias y el intestino. Una fístula puede ser una complicación de una diverticulitis, de otros tipos de inflamación intestinal, de un absceso o de un cáncer. Una fístula entre la vejiga y la vagina también puede hacer que el gas (aire) vaya hacia la orina. En raras ocasiones, las bacterias presentes en la orina pueden producir gas.

Obstrucción de la uretra. Los síntomas más frecuentes de una obstrucción de la uretra son: la dificultad para iniciar la micción, la necesidad de esforzarse, un chorro débil e irregular de orina y el goteo al final de la micción. En los varones es muy frecuente que estos síntomas sean provocados por una próstata aumentada de tamaño y, con menos frecuencia, por un estrechamiento de la uretra. En un niño, síntomas similares pueden significar que nació con una uretra estrecha o que la estrechez esté localizada en el orificio externo. Este orificio puede también ser anormalmente estrecho en las mujeres.

Emisión reducida de orina. La producción diaria de orina se puede reducir a menos de dos vasos a causa de una enfermedad renal o a causa de la obstrucción de un uréter, de la vejiga o de la uretra. La producción persistente de menos de un vaso de orina diaria conduce a la acumulación de desechos metabólicos en la sangre (azoemia). Este volumen escaso de producción de orina puede indicar que los riñones se han afectado de forma repentina o que un problema renal crónico se ha agravado.

Emisión excesiva de orina. Por lo general, una persona adulta produce alrededor de 3 vasos a 2 litros de orina al día. Diversas enfermedades de los riñones dañan su capacidad para concentrar la orina, en cuyo caso la producción diaria de orina puede exceder los 2 litros y medio. La emisión de grandes cantidades de orina suele ser la consecuencia de una concentración elevada de glucosa (azúcar) en la sangre, de una baja concentración de hormona antidiurética producida por la hipófisis (diabetes insípida) o de una falta de respuesta por parte de los riñones a la hormona antidiurética (diabetes insípida nefrogénica).

Incontinencia urinaria. Existe una gran variedad de afecciones que pueden causar una pérdida incontrolada de orina (incontinencia). La orina se puede escapar cuando una mujer con un cistocele (una herniación de la vejiga en la vagina) tose, se ríe, corre o se levanta. En general, la causa de un cistocele se debe al estiramiento y al debilitamiento de los músculos pélvicos durante el parto. También puede ser el resultado de las alteraciones que se producen cuando el nivel de estrógenos disminuye tras la menopausia.

Sangre en la orina (hematuria). La sangre puede hacer que la orina adquiera un tono entre rojo y marrón, dependiendo de la cantidad de sangre presente, el tiempo que haya estado en la orina y el grado de acidez de ésta. La sangre en la orina que no causa dolor puede deberse a un cáncer de la vejiga o del riñón. Estos tipos de cáncer suelen sangrar de forma intermitente. Sin embargo, el sangrado se puede detener espontáneamente, aunque el cáncer siga estando ahí. Otras causas de sangre en la orina son la glomerulonefritis, los cálculos y quistes del riñón, la drepanocitosis y la hidronefrosis.

Variaciones del color de la orina. La orina concentrada es de color amarillo oscuro mientras que la diluida puede llegar a ser casi incolora. Los fármacos pueden producir una variedad de colores: marrón, negro, verde, azul o rojo, y los pigmentos de los alimentos pueden producir una orina coloreada de rojo. Los colores distintos del amarillo son anormales, a menos que sean causados por alimentos o fármacos. La orina turbia sugiere la presencia de pus proveniente de una infección de las vías urinarias, o bien de cristales de ácido úrico o de ácido fosfórico. La orina marrón puede contener hemoglobina degradada o proteínas musculares. La orina puede contener pigmentos de color rojo causados por la porfiria, o de color negro debidos a un melanoma.

Dolor. El dolor causado por una enfermedad renal suele sentirse en el costado o en la región lumbar. Algunas veces, el dolor se irradia hacia el centro del abdomen. La causa probable del dolor es el estiramiento de la envoltura externa del riñón (cápsula renal), debido a cualquier afección que provoque hinchazón del tejido renal. Cuando los riñones son presionados por cualquier motivo, suele producirse dolor.

Un cálculo renal causa un dolor muy agudo cuando penetra en el uréter, que se contrae provocando un dolor agudo en la zona lumbar, que a menudo se irradia hacia la ingle. El dolor cesa cuando el cálculo entra en la vejiga.

Un dolor en la zona de la vejiga suele deberse a una infección bacteriana. El malestar se siente generalmente por encima del hueso púbico y en el extremo final de la uretra durante la micción. La obstrucción del flujo de orina de la uretra causa dolor por encima del pubis. Sin embargo, una obstrucción que se desarrolle lentamente puede dilatar la vejiga sin causar dolor.

El cáncer de la próstata y el aumento de tamaño de ésta son generalmente indoloros, pero una inflamación de la próstata (prostatitis) puede causar un malestar impreciso o una sensación de llenura en la zona que se encuentra entre el ano y los genitales.