Autora: Ana Muñoz


La yemoterapia es un método terapéutico que consiste en equilibrar los organismos perturbados mediante la utilización de las partes de las plantas que se encuentran en estado de crecimiento y desarrollo, como yemas y brotes tiernos.

En primer lugar se seleccionan las yemas, cortezas de raíces, brotes tiernos, raicillas y todas aquellas partes de la planta que se encuentran en fase de crecimiento.

Tras su maceración en una mezcla de alcohol y glicerina, se extraen los principios activos. Además de estos principios activos, estas preparaciones, por estar en fase de desarrollo, tienen un alto contenido en otras sustancias que enriquecen sus propiedades terapéuticas.

El hecho probado de que una sola célula de la yema pueda regenerar el resto del vegetal nos indica que el estado embrionario indiferenciado es el principal responsable de la capacidad energética, unida a la acción específica, de la cepa yemoterápica.

La yemoterapia es utilizada por los médicos homeópatas como un método de drenaje. Cada vez más, tiende a considerarse que si se pretende ejercer una movilización energética y bioquímica a partir de los medicamentos homeopáticos, primero conviene tener lo más limpio posible el "terreno" donde éstos han de actuar.

Mediante distintas técnicas, entre las que se encuentra la yemoterapia, el homeópata drena y limpia de toxicidad los órganos, tejidos y fluidos corporales para que la acción sutil del medicamento homeopático sea la esperada.

Los preparados yemoterápicos se realizan de acuerdo al método homeopático; es decir, en diluciones infinitesimales. Su función es principalmente desintoxicante, aunque también estimulan de manera selectiva y suave aquellas zonas donde posteriormente actuará el medicamento homeopático, por lo que también se emplea la yemoterapia directamente para el tratamiento de las patologías.

Fue el médico belga Pol Henry, el primero en dedicarse a su experimentación y estudio. Este médico sostiene la idea de que el equilibrio fisiológico se puede detectar en función de la cantidad de proteínas existente en sangre. Divide en 5 grupos de importancia estas proteínas: las albúminas y 4 grupos de globulinas: alfa 1, alfa 2, beta y gamma globulinas. Establece que la proporción en sangre ha de ser del 5% para las globulinas 1, del 10% para las globulinas 2, del 13% para las beta globulinas y del 14-20% para las gamma globulinas. Cualquier modificación de esta proporción es signo de patología orgánica.

Por tanto, durante la curación, el balance albúminas/globulinas debe tender hacia la normalización y la yemoterapia trata de lograrla mediante el uso de sus preparados.