Autora: Ana Muñoz


Aparte del estrés típico que cualquier persona puede tener un su vida, ser padre o madre resulta a veces estresante en sí mismo. Conciliar la vida laboral con el cuidado de los hijos, las enfermedades, los accidentes, las preocupaciones con la educación de los hijos, por lo bien o mal que lo estás haciendo, los malos comportamientos de los niños... Todo eso puede ser una fuente de estrés adicional. No obstante, el que un suceso sea estresante o no, depende no sólo del suceso en sí mismo, sino de cómo lo interpreta cada persona y cómo reacciona ante él. Si un niño se portal mal y su madre o padre lo interpreta como un comportamiento mezquino y manipulador por parte del niño, se sentirá más estresado y la probabilidad de maltratar al niño será mayor. En cambio, si lo interpreta como algo que forma parte del desarrollo normal de los niños reaccionará de un modo mucho más calmado.

Cuando se trata del primer hijo, el estrés suele ser mayor debido a la falta de experiencia. Además, tras el nacimiento de un niño, debido al aumento del estrés, los problemas preexistentes se intensifican. Por ejemplo, si había problemas en la pareja, éstos pueden aumentar con la llegada del bebé.

Las personas también suelen responder de modo diferente en función del tipo de problema de sus hijos. Cuando se trata de problemas que se externalizan y que, por tanto, afectan a los demás, como golpear, gritar, ser hiperactivo, los padres suelen estresarse más que si se trata de problemas que los niños internalizan como la ansiedad, la depresión, la retirada social, etc. Esto es debido a que los problemas que se externalizan llaman más la atención de los padres, mientras que los otros llaman menos la atención, tienden a ser más ignorados y, por tanto, molestan menos a los padres. No obstante, cualquier problema puede requerir atención y ayuda si es grave, sea del tipo que sea.

Como afecta el estrés al comportamiento de los padres

  • Tienden a ser más hostiles y agresivos con sus hijos
  • Tienen mayor probabilidades de ser autoritarios y duros con ellos
  • Utilizan más el castigo físico
  • Están menos implicados emocionalmente con los niños

Por ejemplo, imagina una madre estresada que le pide a su hija que se ponga los zapatos. Es muy probable que utilice un tono seco y duro, que mire a la niña con enfado y que utilice un lenguaje corporal desafiante. Esto hace que aumenten las probabilidades de que la niña se niegue a obedecerla, llore, se queje o tenga una rabieta. En cambio, una madre no estresada, le pedirá que se ponga los zapatos de un modo más amable y cariñoso y, por tanto, la niña estará más dispuesta a obedecerla.

Los padres estresados tienden a fijarse mucho más en los malos comportamientos de sus hijos que en los buenos. De este modo refuerzan el mal comportamiento en vez de reforzar el bueno. Así, elogian menos a sus hijos por portarse bien y los castigan más por portarse mal que los padres menos estresados. Por tanto, el comportamiento de los padres hace que los hijos se comporten aún peor, lo cual estresa todavía más a los padres.

Como vemos, es importante que sepas controlar el estrés en tu vida si quieres educar adecuadamente a tus hijos y tener una buena relación con ellos. Simplifica tu vida todo lo que puedas, dedica tiempo a estar con amigos o familiares con los que te sientas bien, pasa tiempo a solas, pasa tiempo con tu pareja sin los niños, haz ejercicio, mantén una dieta equilibrada y busca la ayuda de un psicólogo si ves que el estrés te desborda.