Autora: Ana Muñoz

Durante la niñez temprana, los niños muestran un desarrollo significativo de su memoria. Tanto en los niños de esta edad como en los adultos existe una diferencia entre el reconocimiento y el recuerdo. El reconocimiento es la capacidad para identificar algo ya conocido y que vuelve a verse (por ejemplo, distinguir entre un grupo de imágenes cuáles se había visto antes). El recuerdo es la capacidad para evocar el conocimiento de algo que está en la memoria, como describir una imagen que ya se ha visto antes sin que esté presente en ese momento. A cualquier edad resulta más fácil reconocer que recordar.

Cuanto más familiarizados estén los niños con los objetos, mejor pueden recordarlos. También pueden recordar mejor el material cuando los objetos parecen tener una relación entre sí. Por ejemplo, una mesa y una silla.

Los niños recuerdan mejor cuando están motivados para dominar destrezas en general. La motivación hacia la destreza hace referencia a la tendencia de un niño a ser independiente, utilizar estrategias para resolver problemas y tratar de realizar tareas difíciles.

En una investigación en la que se observó lo que los niños hacían con diversos juguetes, se vio que los niños que utilizan determinados objetos tienen más probabilidad de recordarlos. Por ejemplo, los niños que dieron un nombre, agruparon o dedicaron tiempo a pensar o repetir los nombres de los juguetes (es decir, utilizaron estrategias para ayudarse a recordar) recordaron mejor que quienes hicieron menos de estas actividades.

La memoria en la niñez

Es probable que el recuerdo más antiguo que tenga una persona sea de algo que ocurrió cuando tenía al menos tres años de edad. No obstante, aunque algunas personas tienen recuerdos vívidos desde los tres años, otras no recuerdan nada anterior a los ocho años. En la niñez temprana, los niños no tratan de memorizar a propósito, pero recuerdan sucesos que les causaron una impresión particular. La mayor parte de los recuerdos son de corta duración y no suelen recordarse en etapas posteriores de la vida.

No obstante, los recuerdos pueden existir aunque una persona no sea consciente de ellos, y recuerdos profundos pueden afectar el comportamiento de una persona sin que se entienda su origen. Para demostrar esto, en una investigación, a niños de nueve y diez años se les mostraron fotografías, algunas de compañeros de preescolar a quienes no habían visto en cinco años o más y otras de niños que no habían conocido nunca, y se midió la conductividad de la piel (impulsos eléctricos de la piel). En los niños que vieron las fotos de antiguos compañeros aparecieron respuestas positivas incluso cuando no eran conscientes de reconocer las caras (Newcombe y Fox, 1994).

Tipos de memoria

Memoria genérica. Comienza alrededor de los dos años y describe el perfil general de un hecho familiar que ocurre de manera repetida, como subirse a un autobús para ir al colegio o lo que se toma habitualmente para desayunar.

Memoria episódica. Se refiere a algo que sucedió una vez en un momento específico, como una visita al zoológico. Este tipo de recuerdos existe incluso a los dos años de edad, pero persiste solo durante unas pocas horas, semanas o meses y luego se pierde.

Memoria autobiográfica. Es un tipo de memoria episódica, pero hace referencia a recuerdos que tienen un significado personal y forman parte de la vida de una persona. Suele comenzar en la niñez temprana, pero rara vez antes de los tres años. Aumenta lentamente entre los cinco y los ocho años y con frecuencia estos recuerdos permanecen hasta 20, 40 años, o más. Solo aquellos recuerdos que adquieren un significado especial y personal forman parte de este tipo de memoria. La memoria autobiográfica tiene una función social, pues permite que compartamos con los demás algo de nosotros mismos. Además, es la base para los relatos, canciones, épica, historia y mitos de todas las culturas.

Factores que influyen en la memoria de los niños

1. Lenguaje

El desarrollo del lenguaje es necesario para poder retener y recuperar recuerdos duraderos. Cuando los niños pueden expresar sus recuerdos con palabras, es cuando pueden retenerlos en la mente.

2. Interacción social

En un experimento (Nelson, 1989), diez niños de tres años visitaron un museo con sus madres. La mitad de las mujeres habló de manera natural con sus hijos mientras estaban en el museo, y la otra mitad se limitó a responder a sus comentarios sin entablar conversación, tal y como les indicaron los investigadores. Una semana después, los investigadores entrevistaron por separado a las madres y a los niños y les hicieron 30 preguntas sobre los objetos que habían visto en el museo. Los niños recordaron solo aquellos objetos sobre los que habían hablado con sus madres, y los del grupo de conversación natural recordaron mejor.

La forma de hablar de las madres de este estudio también influyó en el recuerdo de sus hijos. Algunas de ellas usaron un estilo narrativo, que recurría a experiencias compartidas con sus hijos, como "¿Recuerdas cuando estuvimos visitando a tu abuela en verano?" y otras adoptaron un estilo práctico, utilizando la memoria para un propósito específico, como "¿Dónde va esta pieza del rompecabezas? Ayer lo hicimos".

Los niños de las madres que usaron un estilo narrativo recordaron más cosas (un promedio de 13 respuestas correctas), mientras que los hijos de madres con un estilo práctico obtuvieron sólo un promedio de menos de 5 respuestas correctas.

Los niños recuerdan también mas detalles cuando sus padres o madres utilizan un estilo en el que estructuran una conversación añadiendo más información y refiriéndose a un nuevo aspecto del suceso que comentan.

3. Actividades inusuales

Los niños de tres años recuerdan con más claridad hechos excepcionales y nuevos. A los tres años pueden recordar estos sucesos hasta por un año o más.

4. Participación

Los niños de preescolar tienden a recordar mejor los objetos que han usado para hacer algo.