Autora: Ana Muñoz
Existen diversos factores, tanto de la personalidad del niño, como del ambiente familiar en que se desenvuelve, que influyen en su rendimiento en la escuela. Entre estos factores se encuentran los siguientes:
Temperamento del niño
Los niños que muestran interés, prestan atención y participan en clase, obtienen unas notas más altas que quienes no lo hacen. Por el contrario, ser colaborador y obsequioso no se relaciona con los logros obtenidos ni con las notas. Por tanto, para avanzar en el colegio, un niño debe prestar atención en clase, interesarse en el tema y participar activamente en las labores escolares.
Los niños que se dedican al trabajo por su cuenta y causan pocos problemas, tienen más probabilidades de lograr mejores calificaciones. A su vez, las mejores notas los motivan a seguir comportándose de este modo.
El estado emocional del niño
En un estudio realizado con 143 niños entre ocho y once años de edad, los investigadores evaluaron los niveles de empatía de los niños y les hicieron pruebas para evaluar los niveles de agresividad, depresión, ansiedad y autoestima. Los niños presentaron pruebas de lectura, deletreo y aritmética y los profesores los calificaron en cuanto a agresión y depresión.
Los resultados mostraron que la relación entre estado emocional y desempeño escolar fue especialmente fuerte en las niñas. La agresión y la depresión también parecían interferir en el desempeño de los niños, mientras que la empatía se asoció con mejores resultados en lectura y deletreo.
La sensibilidad de un niño ante los sentimientos de otra persona (empatía) puede ayudar a crear un ambiente más positivo en la escuela. También puede ayudar en la lectura, (ya que con frecuencia implica asumir el punto de vista del personaje literario), en la comprensión de hechos históricos y en prever la respuesta de otra persona.
Los padres
Los padres y madres pueden influir de diversas maneras en el desempeño de sus hijos en clase. Los niños se ven afectados tanto por lo que sus padres hacen como por lo que piensan. Los padres que creen que fuerzas externas fueron las responsables de su destino, tienen hijos menos persistentes para hacer el trabajo. Esto es debido a que estos padres no pueden enseñar a sus hijos que lo que ellos hacen influye en el curso de sus vidas.
A la hora de motivar a los niños para realizar las tareas escolares, algunos padres lo hacen mejor que otros. Algunos aplican la motivación externa, dándoles a los niños premios o dinero por lograr buenos resultados o castigándolos en caso contrario. Otros aplican la motivación interna, premiando a los niños por su esfuerzo y habilidad.
La motivación interna resulta más eficaz que la externa porque los niños aprenden a interesarse por el aprendizaje en vez de verlo como algo que les servirá tan solo para alcanzar un premio o para evitar un castigo. Los niños que obtienen mejores resultados en la escuela tienen padres cuyo estilo de crianza de los hijos se ha llamado democrático: aplican la motivación interna animando a sus hijos y dándoles mayor autonomía. Estos niños suelen preferir las tareas difíciles a las fáciles, muestran curiosidad e interés en aprender y les agrada resolver los problemas por su cuenta.
Los padres de estilo autoritario vigilan muy de cerca a sus hijos para que hagan las tareas y utilizan la motivación externa. Los hijos de estas personas alcanzan puntuaciones más bajas. Al controlarlos demasiado, estos padres hacen que los niños confíen menos en su propia capacidad para juzgar el trabajo que hacen o su éxito o fracaso en la escuela.
Los padres que utilizan el estilo permisivo se desentienden demasiado y no parecen interesarse en el desempeño escolar de sus hijos. Estos niños también obtienen puntuaciones más bajas.
Los maestros
La influencia de un maestro puede llegar incluso hasta la edad adulta.
En un estudio se relacionó el éxito de muchas personas de un vecindario pobre con una maestra en concreto. Los antiguos alumnos de esta maestra de primer grado lograron un coeficiente intelectual (CI) más alto, mejores empleos, vivieron en mejores casas y tuvieron una apariencia personal más cuidada que otros graduados de esa escuela (Pederson, Faucher y Eaton, 1978). Ella confiaba en la capacidad de los niños y los animó a trabajar duro para justificarlo, era afectuosa y les dedicaba tiempo adicional cuando lo necesitaban.
Los maestros tratan de forma diferente a los que obtienen buenos resultados. En una investigación se identificó a un grupo de niños como posibles triunfadores. En realidad, estos niños fueron elegidos al azar. Sin embargo, varios meses después, muchos de ellos presentaban un avance inusual en su CI. Los profesores no dedicaron más tiempo a los triunfadores ni los trataron de manera diferente en ninguna forma que resultara obvia, pero sí ejercieron influencias más sutiles, a través del tono de voz, expresiones faciales, contacto y postura.
Incluso los niños más pequeños son conscientes de que los maestros tratan de forma diferente a quienes obtienen buenos resultados. Aunque esto no afecta a lo que los más pequeños opinan de sí mismos, sí que afecta bastante a la opinión que de sí mismos tienen los niños más mayores.
Cómo ayudar a los niños a obtener buenos resultados en la escuela
Los padres cuyos hijos obtienen buenos resultados en la escuela hacen lo siguiente:
1. Charlan con sus hijos. Estos padres les dedican tiempo, les leen y los escuchan leer, les hacen preguntas (aunque los padres sepan las respuestas) y los animan a hablar correctamente y a tomar parte en la conversación familiar.
2. Tienen altas expectativas. Animan a los niños a dominar tareas a una edad temprana y a realizarlas total y correctamente, esperan que sus hijos obtengan buenos resultados en la escuela, pero no los presionan para lograrlos.
3. Tienen relaciones cálidas con sus hijos. Rara vez castigan o cohíben a sus hijos, sino que los educan, conocen sus deseos y necesidades y les ayudan a expresar sus emociones negativas.
4. Utilizan un estilo de crianza democrático. Son firmes pero razonables, esperan que los niños recuerden y cumplan sus obligaciones diarias y tareas domésticas, animan a los niños a participar en la toma de decisiones, dicen a los niños lo que esperan de ellos de un modo sugestivo y no autoritario y plantean alternativas para dar opciones a los niños.
5. Creen en sus hijos. Los padres están convencidos de que sus hijos pueden desempeñarse bien. Esto hace que los niños tengan una autoestima más alta, estén más motivados y tengan mayores expectativas y un mejor desempeño.
6. Utilizan la motivación interna y no la externa. En vez de ofrecer a sus hijos dinero o premios por obtener buenas notas o privarlos de privilegios en caso contrario, premian a sus hijos por su capacidad y esfuerzo.
8. Participan en las actividades escolares, hablan con los maestros, asisten a las reuniones y actúan cuando sus hijos tienen problemas en el colegio.