Autora: Ana Muñoz
Aunque los niños menores de tres años pueden jugar unos junto a otros, no es hasta esta edad cuando comienzan a tener amigos.
A través de las relaciones de amistad, los niños aprenden a compartir, a solucionar los problemas en las relaciones y a ponerse en el lugar del otro. Además, ven modelos de todas clases de comportamiento, que luego pueden imitar, aprenden valores, y practican roles de adultos, imitando en sus juegos sus comportamientos.
A la hora de buscar amigos, suelen preferir niños a quienes les guste hacer las mismas cosas que a ellos. Por lo general, los amigos tienen el mismo nivel de energía y actividad y son de la misma edad y sexo.
Los niños que tienen amigos hablan más y establecen turnos para dirigir a otros y para seguirlos, alternando ambos comportamientos. Por el contrario, los niños que no tienen amigos, tienden a pelear con quienes hacen algo cerca o permanecen al margen, limitándose a observar.
Los niños suelen preferir como compañeros de juego a quienes les sonríen y les ofrecen un juguete o la mano. Rechazan a los niños que interrumpen o son agresivos y desconocen a los que son tímidos o retraídos.
Una tarea importante que los niños han de aprender es el modo de afrontar las situaciones que causan ira. Suelen responder de formas bastante directas y activas, que tienden a minimizar conflictos en el futuro.
Los niños varones tienen más probabilidad de expresar sus sentimientos de ira o de resistir las acciones de los niños que los enfadan, mientras que las niñas tienen más probabilidades de expresar su desaprobación al otro niño. Los niños más impopulares tienen más probabilidades de devolver el golpe o molestar.
Los niños más populares
Los niños más populares entre sus compañeros suelen tener relaciones cálidas y positivas con sus padres. Estos padres enseñan más mediante el razonamiento que mediante el castigo, y son asertivos y colaboradores.
Los padres de los niños rechazados o aislados son diferentes. Las madres no confían en su capacidad maternal, rara vez premian a sus hijos y no estimulan la independencia. Los padres varones prestan poca atención a sus hijos, les desagrada que los molesten y piensan que la crianza de los niños es cosa de mujeres.
En una investigación se encontró una relación entre las habilidades sociales de sus hijos y sus madres. Se pidió a las madres que ayudaran a sus hijos a unirse al juego de otros dos niños desconocidos. Las madres de niños populares hicieron sugerencias eficaces para dirigir la atención de su hijo hacia lo que los otros estaban haciendo, hicieron comentarios positivos acerca del juego de los niños, y les hicieron sugerencias sobre lo que el niño podía hacer para unirse a ellos. Por ejemplo: "¿Has visto a esos niños? Parece que se están divirtiendo mucho. ¿Te gustaría jugar con ellos? Si quieres puedes ir a decirles hola y peguntarles si puedes jugar con ellos." De este modo, el niño aprendía un modo eficaz de hacer amigos.
Por el contrario, las madres de niños rechazados mostraron una falta de sensibilidad hacia los niños que estaban jugando. Interrumpieron el juego para hacer que los otro niños permitieran jugar a su hijo, o no le daban ninguna ayuda. De este modo, los niños aprendían formas ineficaces de relacionarse con los demás.
Ayudar a los hijos a hacer amigos
Los padres pueden ayudar a sus hijos a hacer amigos de diversas maneras. Como hemos en la página anterior, los padres no deben interrumpir a los otros niños tratando de que permitan a su hijo jugar, sino dejar que sea el mismo niño el que se acerque a los otros, dándole algunas indicaciones sobre cómo hacerlo.
Los padres también pueden organizar días de juego para los niños, o llevarlos a zonas de juego o lugares donde puedan encontrarse con otros niños.
Los niños más populares y con más amigos son aquellos que tienen un comportamiento prosocial. Por tanto, los padres pueden ayudar a los niños estimulando en ellos este tipo de comportamientos. Por ejemplo, en la fiesta de cumpleaños, pueden decirle al niño que sea un buen anfitrión, que vea que sus amigos se divierten, tienen refrescos para beber, sugerirle que se acerque a alguno que se encuentre solo para unirlo al grupo, etc., en vez de ser los padres quienes se ocupen de todo. Así estimulan no solo el comportamiento prosocial sino también la independencia y responsabilidad de su hijo, lo cual le dará una mayor seguridad y confianza.