Autora: Ana Muñoz
Los investigadores han encontrado diferencias individuales en los niños en su competencia social e intelectual. Estas diferencias están relacionadas con aspectos del ambiente en que se desarrolla el niño.
Los niños más competentes tienen más destrezas sociales, como solicitar y mantener la atención de los adultos en formas más aceptables, recurrir a los adultos cuando necesitan su ayuda o demostrar afecto u hostilidad. Además, se llevan bien con otros niños, están orgullosos de sus logros y desean actuar como adultos. Así mismo, estos niños son más competentes a nivel cognitivo: utilizan bien el lenguaje, muestran un rango de capacidades intelectuales, pueden planear y realizar actividades complicadas y son capaces de prestar atención a una tarea sin perder conciencia de otra actividad que estuvieran haciendo antes.
Los niños poco competentes se muestran muy deficientes en todas esas características.
¿Qué hace que un niño sea más competente que otro?
La respuesta parece estar en la crianza de los niños. Las principales diferencias parecen darse en tres aspectos: la capacidad de los padres para diseñar el mundo del bebé, para servirle como "asesor", y para proporcionarle un equilibrio entre libertad y restricción (White, 1971, White, kaban, Attanucci, 1979).
Las madres de los niños más competentes diseñan un ambiente lleno de cosas interesantes para ver y tocar, están comunicadas con sus hijos, pero sin dedicarles su vida entera. Las que permanecían en casa dedicaban menos del 10% de su tiempo a interactuar con sus hijos, pero estaban siempre dispuestas a responder a una pregunta, nombrar un objeto o compartir un descubrimiento de sus hijos. Eran mujeres con energía, pacientes, tolerantes con el desorden y despreocupadas con los pequeños riesgos. Establecían límites razonables a la vez que mostraban amor a sus hijos. Cuando querían cambiar el comportamiento de sus hijos, distraían a los menores de un año y usaban una mezcla de distracción, cambio físico y palabras firmes con los más mayores. Estas mujeres tenían actitudes positivas hacia la vida y disfrutaban estando con sus hijos.
Las madres de los niños poco competentes son un grupo más diverso. Algunas se sentían abrumadas por la vida, llevaban hogares caóticos y estaban demasiado absortas en las riñas diarias como para dedicar tiempo a sus hijos. Otras les dedicaban demasiado tiempo: eran sobreprotectoras, estaban demasiado cerca, presionaban a sus hijos para que aprendieran y los hacían dependientes. Otras estaban físicamente presentes pero tenían poco contacto real, atendiendo a sus hijos a nivel material, pero dejándolos después en la cuna o el corralito.
Cómo ayudar a los bebés a ser más competentes
El mejor momento para aumentar la competencia de los infantes es entre los seis y los ocho meses de edad, hasta los dos años, pero nunca es demasiado tarde.
- Anima a tus hijos a mantener relaciones sociales cercanas con personas importantes en sus vidas, sobre todo desde los primeros meses después de su primer cumpleaños.
- Ayuda a tus hijos cuando lo necesiten en lugar de ignorarlos, presionarlos demasiado pronto o verlos como una carga que hay que aligerar con rapidez.
- Crea un ambiente que estimule el aprendizaje e incluya juguetes, libros, objetos interesantes y un lugar para jugar.
- Habla con tus hijos sobre cualquier tema que les interese y juega con ellos de acuerdo a su nivel, en vez de tratar de captar su atención hacia algo más.
- Permanece muy cerca de tus hijos más pequeños, pero al mismo tiempo dales libertad para explorar y desarrollar sus habilidades de atención y búsqueda.
- Tus hijos no aprenderán el lenguaje a través de la televisión. Por tanto, mantén conversaciones con ellos para que aprendan a través de la interacción.
- Permite que tu hijo tenga libertad para explorar. No lo encierres en una cuna o corralito. Haz que la casa sea un lugar seguro y deja que gatee, camine o se mueva.
- Procura no castigarlos por el comportamiento negativo, sino premiarlos por el comportamiento positivo.