Autora: Ana Muñoz


Cuando llega un nuevo hermano, los niños reaccionan de diversas maneras. Algunos hacen un retroceso a comportamientos anteriores: se chupan el dedo, se orinan en la ropa, toman leche del biberón o hablan como niños más pequeños. Otros sugieren a la madre que se deshaga del nuevo bebé, lo lleve de nuevo al hospital o lo tire a la basura. Otros se retraen y dejan de jugar. En cambio, otros niños se sienten orgullosos de ser los "mayores", capaces de ir al baño y vestirse solos y ayudan a cuidar al bebé.

La mayor parte de los problemas de comportamiento de los hermanos mayores suele desaparecer cuando el bebé alcanza los ocho meses de edad.

No es raro que la llegada del nuevo hermano produzca un cambio en el modo en que la madre trata al hermano mayor. Puede que juegue menos con él o ella, le riña más, sea menos sensible a sus intereses e inicie menos conversaciones. No obstante, en estos cambios influye también la personalidad del hijo. Si el niño toma la iniciativa y busca a su madre para charlar o jugar con ella, es probable que tenga menos problemas que si se retrae y aísla de ella.

Puede servir de ayuda explicar al niño que va a tener un nuevo hermano y hablar con él o ella sobre el tema, de modo que pueda ir haciéndose a la idea. También es aconsejable ir haciendo algunos cambios en la vida del niño antes de la llegada del nuevo hermano, como llevarlo a la guardería o trasladarlo a otra habitación.

Es importante que los padres acepten la ansiedad y los celos como algo normal a la vez que protegen al nuevo bebé de las posibles expresiones peligrosas de esos sentimientos. Pueden animar al niño a ayudarlos con el bebé o a jugar con él.

Por último, los hermanos mayores se adaptan mejor a la llegada de su nuevo hermano cuando el padre les dedica atención y tiempo extra para compensar la mayor dedicación de la madre al recién nacido.

Por lo general, los hermanos suelen llevarse bien, y los más pequeños establecen un vínculo estrecho con los mayores, los prefieren como compañeros de juegos y se dirigen a ellos en busca de seguridad cuando aparece un extraño. Un niño de un año de edad pasa más tiempo con sus hermanos que con sus padres.