Autora: Ana Muñoz
1. El desarrollo del bebé
Durante la semana 25 de embarazo, las manos del bebé se desarrollan completamente, incluyendo las uñas, y es capaz de cerrarlas en un puño y usarlas para explorar el ambiente a su alrededor y su propio cuerpo.
En la semana 26, su cabello es más abundante y largo y sus pestañas y cejas están ya bien formadas. La grasa continúa acumulándose bajo su piel, pero aún tiene un aspecto arrugado y enrojecido. Sus huellas dactilares están ya formadas por completo. Sus ojos están también formados ya, pero aún los tiene cerrados.
En la semana 27, los pulmones, sistema inmunitario e hígado del bebé no están aún completamente desarrollados. Si naciera ahora tendría un 85 % de posibilidades de sobrevivir. En esta semana empieza a reconocer tu voz y la de tu pareja, pero es muy probable que no pueda oír bien debido al líquido amniótico en el que está sumergido y a que sus oídos están cubiertos de vérnix.
En la semana 28 empieza a dormir y despertarse de forma regular, aunque su patrón de sueño es diferente y tiene periodos de sueño de solo unos 20 o 30 minutos. En esta semana empieza ya a abrir y cerrar los ojos. Su cerebro continúa desarrollándose con rapidez.
Al final del séptimo mes de embarazo el bebé mide unos 25,5 centímetros.
Imágenes: bebé prematuro con 26 semanas de gestación.
2. Los cambios en el cuerpo de la mujer
Durante este mes, tu presión sanguínea puede empezar a aumentar para ir alcanzando los niveles normales de antes del embarazo. A veces, puedes notar en el pecho una sensación extraña, como si tu corazón se hubiera saltado un latido. Esto es debido a que el agrandamiento del útero puede dificultar el retorno de la sangre al corazón. Por lo general, no es nada serio, pero es conveniente que, si te sucede, lo hables con tu médico, sobre todo si sientes también dolor en el pecho y falta de aire.
Tu capacidad pulmonar continúa aumentando, permitiendo transportar más oxígeno y retirar más dióxido de carbono, de manera que aún puedes tener la respiración un poco acelerada o sensación de falta de aire a veces.
En las areolas de los pechos comienzan a aparecer unas pequeñas glándulas que segregarán una sustancia grasa para proteger tus pezones y areolas durante el amamantamiento.
El útero sigue creciendo y el bebé en su interior empieza a moverse más y a dar patadas o puñetazos. Este mayor movimiento puede hacer que te resulte difícil diferenciar entre un golpe del bebe y las falsas contracciones o las contracciones reales, si se produjeran. En el artículo dedicado al sexto mes se explica cómo diferenciar ambos tipos de contracciones.
El movimiento de comida a través de tu aparato digestivo sigue siendo más lento de lo normal. Por este motivo y debido también al gran tamaño del útero, que está presionando tus intestinos, puedes seguir experimentando reflujo gástrico y estreñimiento.
Dado que el flujo de orina sigue siendo también más lento, el riesgo de padecer infecciones de orina sigue siendo mayor. El flujo vaginal puede aumentar durante este mes. Mientras sea de color blanco y poco espeso, con poco o ningún olor, no tienes por qué preocuparte. Si no es así, habla con tu médico para descartar la existencia de una infección vaginal o tratarla si se produce.