Autora: Ana Muñoz
Si todo el mundo sabe que el embarazo dura 9 meses, ¿cómo es que hablamos aquí de diez? Como se explica en el artículo dedicado al primer mes, el embarazo se empieza a contar desde el inicio de la última menstruación, unas dos semanas antes de que se produzca la concepción y tiene una duración de 40 semanas.
Así pues, la concepción se produce hacia la mitad del primer mes y el nacimiento en algún momento del décimo mes.
1. El desarrollo del bebé
Al final de la semana 37, el bebé está completamente desarrollado. Durante este último mes puede nacer en cualquier momento. Mientras tanto, sigue aumentando de peso, aunque a un menor ritmo y con una mayor variabilidad entre un bebé y otro. Si es un niño tendrá un peso algo mayor que si se trata de una niña.
Durante este mes el bebé pierde el vernix y el lanugo, aunque aún pueden quedar algunos restos cuando nazca. Bajo su piel tiene ya una buena capa de grasa que le ayudará a mantener su temperatura corporal.
Tu cuerpo se encarga de proporcionarle anticuerpos, que llegan al bebé a través de la placenta y que le ayudarán a combatir infecciones. La leche materna también le aportará algunos anticuerpos durante el amamantamiento.
En la semana 40 sales de cuentas. No obstante, solo un 5 % de las mujeres da a luz justo en el momento que le corresponde y no es raro que haya un adelanto o retraso de una semana.
Ahora, el bebé está ya preparado para soportar la disminución del flujo sanguíneo a través de la placenta que se producirá con las contracciones durante el parto, siempre que no sea una interrupción demasiado larga.
2. Los cambios en el cuerpo de la mujer
Tus pechos están ya totalmente preparados para amamantar al bebé. Conforme se acera del día del parto, pueden empezar a salir algunas gotas de calostro por tus pezones. Durante el embarazo, los pezones de algunas mujeres se invierten, insertándose en su pecho. Si es tu caso, habla con tu médico, pues es algo que puede solucionarse.
Si es tu primer embarazo, el encajamiento del que hablamos en el noveno mes (el hundimiento del bebé en el hueco de la pelvis) puede suceder unas semanas antes del parto, pero si ya has tenido más hijos, es probable que suceda más tarde.
Por la noche te resultará difícil dormir porque necesitarás levantarte a orinar con frecuencia. Además, puede que tengas algunas pérdidas de orina, sobre todo al reír o toser.
Los ligamentos que mantienen unidos los huesos de la pelvis continúan relajándose para permitir que la pelvis se abra lo suficiente como para que el bebé pase a su través durante el parto. Así que puedes seguir teniendo esa sensación de que tus piernas están un poco sueltas.
El cuello del útero (cérvix) sigue dilatándose y puede hacer que sientas un dolor punzante en la vagina. Conforme se dilata, llega un momento en que el tapón mucoso que tapaba el cérvix se desprende. Cuando esto sucede puedes notar una descarga vaginal de mucosidad de color claro, rosa o manchada de sangre (aunque algunas mujeres no lo notan).