Autora: Ana Muñoz


La leche materna es de mejor calidad que la leche de fórmula y proporciona al bebé todos los nutrientes que necesita. Además, dar de mamar tiene también algunos beneficios para la madre.

Prácticamente desde el inicio del embarazo, las glándulas mamarias empiezan a crecer y desarrollarse para producir leche. Aproximadamente en el sexto mes de embarazo ya estarás preparada para amamantar a tu bebé e incluso pueden empezar a salir por tus pezones pequeñas cantidades de calostro, que es un fluido amarillento rico en proteínas con el que se alimentará el bebé durante los primeros días tras el nacimiento. El calostro es rico en anticuerpos que ayudarán al bebé a combatir infecciones y no contiene lactosa (el azúcar de la leche).

Entre el tercer y quinto día tras el nacimiento del bebé, la producción de leche aumenta gradualmente. Conforme el bebé se alimenta, estimula las terminaciones nerviosas de los pezones y areolas y esto hace que tu cerebro libere una hormona llamada oxitocina, que actúa sobre las glándulas mamarias liberando la leche (o haciendo bajar la leche, como suele decirse).

Si no das de mamar, la producción de leche acaba interrumpiéndose, mientras que conforme sigas amamantando al bebé, se seguirá produciendo leche continuamente. La cantidad producida estará en función de la cantidad que tome tu bebé (cuanto más tome, más producirás).

Los beneficios de la leche materna para el bebé

Tiene la cantidad adecuada de nutrientes que el bebé necesita.

Su composición va variando conforme el bebé crece para adecuarse a sus necesidades.

Proporciona anticuerpos al bebé.

Los bebés alimentos con leche materna tienen menos resfriados y menos infecciones urinarias o del oído que los alimentados con fórmulas. Además, tienen menos problemas de asma, alergias o problemas de piel (como eczema) y menos probabilidades de padecer anemia y muerte súbita.

Los adultos que fueron alimentos con leche materna en su infancia, tienen menos probabilidades de ser obesos, desarrollar diabetes y tener problemas de colesterol.

Promueve el desarrollo normal de la mandíbula y músculos faciales del bebé.

Es más fácil de digerir, de manera que los bebés alimentados con leche materna tienen menos problemas de gases, estreñimiento y diarrea.

Los beneficios del amamantamiento para la madre

La succión del pecho del bebé promueve la liberación de la hormona oxitocina, que hace que el útero se contraiga. Es decir, la oxitocina ayuda a que el útero vuelva antes a su tamaño normal.

El amamantamiento podría reducir el riesgo de tener cáncer de mama tras la menopausia. También podría ofrecer cierta protección frente al cáncer de útero y ovario.

Mientras estés amamantando no ovularás ni tendrás la regla, de modo que no podrás quedarte embarazada de nuevo hasta que dejes de amamantar a tu bebé.

Inconvenientes

Por supuesto, amamantar también puede tener algunos inconvenientes:

- La leche materna se digiere con más facilidad; esto hace que los bebés vuelven a tener hambre antes que los alimentados con fórmulas y, por tanto, necesitan alimentarse con más frecuencia. Al principio, tendrás la sensación de que te pasas todo el día alimentando a tu bebé (cada dos o tres horas, día y noche) y esto puede llegar a cansarte. No obstante, tras el primer mes estarás ya produciendo suficiente leche como para poder extraerla de vez en cuando con un sacaleches y guardarla para más tarde. De este modo, el padre del bebé (u otra persona implicada) podrá alimentarlo también mientras tú descansas.

- Algunas mujeres pueden tener los pezones doloridos o incluso agrietados por el amamantamiento. Como verás en el artículo sobre el cuidado del pecho durante la lactancia, existen algunas soluciones para este problema.

- Mientras estás amamantando, las hormonas pueden hacer que tu vagina esté seca, lo que puede dificultar las relaciones sexuales. No obstante, esto puede solucionarse con un lubricante vaginal o algún aceite natural.

Suplementos de vitamina D

La leche materna podría no proporcionar la suficiente cantidad de vitamina D que el bebé necesita. Esta vitamina es esencial para que el bebé pueda absorber el calcio y el fósforo. La Academia Americana de pediatría recomienda que los bebés tomen un suplemento de 400 UI (unidades internacionales) de vitamina D durante el primer año.