Autora: Ana Muñoz


El miedo o fobia a volar es uno de los más comunes en la actualidad. En algunas personas, el miedo es tan fuerte que son incapaces de subirse a un avión (y mucho menos de volar en él), mientras que otras pueden volar, pero sintiendo una gran ansiedad durante todo el viaje y recurriendo a pastillas o alcohol para poder soportarlo.

Hasta un 40 % de las personas siente cierto miedo a volar, y un 6.5 % tiene un miedo tan intenso que puede considerarse una fobia.

El miedo a volar no consiste solo en un miedo a estrellarse, sino que cada persona lo puede estar viviendo de un modo muy distinto. Para algunos, el problema está en la gran altura a la que vuela el avión y dicen que si volara a baja altura (por ejemplo, a unos metros sobre el mar) no sentirían miedo. Para otros, el problema está en la falta de control que sienten, o el miedo a los espacios cerrados, a quedarse atrapado en el avión, a tener un ataque de pánico, etc. El hecho de no estar pilotando el avión ni saber cómo hacerlo produce en algunas personas una gran sensación de falta de control que les asusta porque piensan que aquello que no controlan ellos mismos saldrá mal.

El avión es, según las estadísticas, uno de los medios de transporte más seguros que existen, siendo la posibilidad de morir en accidente de tráfico mucho mayor que la de morir en avión. No obstante, este tipo de lógica funciona solo cuando una persona está lejos del avión, pero en cuanto se ha subido a uno, la probabilidad de que algo terrible suceda le parece tan grande que siente un miedo intenso o incluso pánico.

Las fobias no están basadas en un pensamiento lógico, sino todo lo contrario. Bajo ellas se encuentra un pensamiento distorsionado (exagerado, poco realista...) que produce ansiedad. Y la ansiedad, a su vez, hace que las personas no puedan pensar con claridad ni con lógica. Los fóbicos pueden saber que algo no supone una amenaza, pero aún así, lo viven como si lo fuera sin poder evitarlo.

Una serie de pensamientos e imágenes catastrofistas empiezan a pasar rápidamente por su mente acerca de todas las cosas horribles que podrían pasar. Es decir, el pensamiento e imágenes mentales juegan un papel fundamental en la aparición de la ansiedad. Por este motivo, una de las técnicas principales para superar el miedo a volar consiste en saber manejar los propios pensamientos, como veremos en la página siguiente, donde se explican algunas técnicas que puedes utilizar para superar tu miedo.

Para superar el miedo a volar debes empezar por conocer bien en qué consiste tu miedo (¿es un miedo a la falta de control, a las alturas, a estrellarte?). Hazte todas las preguntas que se te ocurran para conocer a fondo tu pensamiento (¿qué pienso que podría suceder? ¿Qué pasa por mi mente para tener tanto miedo?), así como tus emociones (miedo, ansiedad, etc., y en qué grado), lo síntomas fisiológicos y lo que haces (evitar volar, beber alcohol...). Es decir, recaba toda la información posible sobre tu experiencia de miedo y ansiedad. Luego, utiliza una o varias de las siguientes técnicas: (continúa en la página siguiente...)

1. Aprende sobre aviones. Algunas personas notan esa sensación como de hundimiento o caída que se produce justo después del despegue, no saben lo que significa y sienten miedo. Saber por qué pasa esto puede ayudarte a superar el miedo porque te aporta una mayor sensación de control: un avión necesita más energía para despegar que para elevarse tras el despegue; esto hace que se produzca una reducción de la velocidad que produce una sensación fisiológica como de caída, aunque en realidad el avión no está cayendo sino que sigue subiendo. Las turbulencias pueden producirse, por ejemplo, cuando un avión alcanza una corriente de aire que ha dejado la estela de otro avión y no tienen importancia. Los radares mantienen a los aviones lejos de las zonas donde el tiempo es realmente peligroso.

2. Controla tu respiración. La persona que siente ansiedad suele tener una respiración superficial y rápida que puede acabar produciendo hiperventilación, la cual, a su vez, produce síntomas similares a los de la ansiedad. Es decir, respirar mal aumenta tu ansiedad. Por tanto, haz respiraciones profundas, llenando por completo tus pulmones. Aprende ejercicios respiratorios y úsalos en el avión y en el aeropuerto, mientras esperas.

3. Controla tu pensamiento. Antes de tomar el avión, cuando estés tranquilamente en tu casa, repasa todos esos pensamientos que anotaste al principio. Verás que hay muchas ideas ilógicas, poco realistas, poco probables, exageraciones, etc. Trata de cambiar estos pensamientos por otros más realistas y constructivos. Por ejemplo, “no es cierto que si yo no controlo algo, tenga que salir siempre mal. Aunque sea otra persona quien controle la situación puede salir todo bien”. O bien: “Es muy poco probable que un avión se estrelle, en realidad es más seguro que ir en coche”. Cuando subas al avión y empieces a tener pensamientos negativos, recuerda esto y cambia esos pensamientos por otros más realistas. Piensa: “sé que ahora no pienso de forma racional por la ansiedad que siento, por tanto, voy a tener más en cuenta lo que pensé ayer, mientras revisaba y modificaba mis pensamientos”. Un amigo puede ayudarte a modificar tu pensamiento.

4. No confundas pensamientos con sentimientos. Si dices “siento que las alas del avión se van a partir en cualquier momento” estás confundiendo ambos. No es un sentimiento sino un pensamiento: “pienso que las alas del avión se van a partir en cualquier momento”. Al expresarlo así, como pensamiento, podrás cambiarlo por un pensamiento más realista. Si lo expresas como si fuera una emoción no podrás hacer nada. Por tanto, no caigas en esa trampa.

5. Controla tu atención. Los pensamientos negativos aparecerán en tu mente sin que puedas controlarlos. Una vez que surjan, puedes hacer varias cosas con ellos. Una es modificarlos, como se describe en el punto 3. La otra consiste en descartarlos. No se trata de suprimirlos, sino de tenerlos en cuenta y luego dejarlos marchar. Por ejemplo, puedes imaginar que escribes ese pensamiento en un papel y tiras el papel por la ventana del avión e imaginas cómo se aleja de ti. Luego centras tu atención en otra cosa, como puede ser tu propia respiración, la música que estás escuchando, o los aspectos positivos del vuelo (lo que harás cuando llegues a tu destino, lo pronto que estarás allí y lo que tardarías su hubieras ido en coche). Cada vez que surja uno de esos pensamientos que te producen ansiedad y miedo, piensa: “esta es mi mente generando ideas catastrofistas” y luego vuelve a imaginar que escribes ese pensamiento y lo tiras por la ventana.

6. Terapias de exposición. Un psicólogo puede ayudarte mediante programas basados en realidad virtual y el uso de cascos y sillones especiales que permiten simular el vuelo para ayudarte a perder el miedo exponiéndote a la situación temida y usando técnicas de relajación y cognitivas para superarlo. Pueden establecerse jerarquías de situaciones que van desde la de menor dificultad (estar delante de un avión, pensando en subir) hasta la más difícil (estar dentro de un avión donde hay turbulencias). Estas técnicas de exposición también pueden usarse en imaginación.