Autora: Mariana Harfuch, licenciada en psicología,
Soy Psicóloga, soy emigrante e inmigrante, soy hija, esposa… soy Mariana… Escribiré desde cada uno de estos y muchos otros lugares que ocupo, y ya comprenderán el porque de esta introducción… Como muchos de ustedes, si no son o fueron emigrantes-inmigrantes, lo fueron sus ancestros o lo son familiares o amigos en la actualidad…
Como muchos de ustedes, intentamos comprender mas acerca de esta difícil transición que es la migración. Muy posiblemente hayan dejado atrás afectos, una relación amorosa, seguramente familia, quizá también una profesión… Y ahora en la nueva situación, deben “reacomodar” no solo sus roles y vínculos sino su personalidad completa. Lograr conservar la integridad, luego de perder “temporalmente” partes de ella, de modo inevitable, para posteriormente enfrentar el duelo y la nueva integración.
A lo largo de varias investigaciones realizadas, se ha llegado a conceptuar, dar explicación al proceso de migración a través de 7 duelos básicos, que sufren las personas que lo realizan y pretenden dar cuenta de este complejo proceso.
Ellos son:
1) el duelo por la familia y los amigos, 2) el duelo por la lengua, 3) el duelo por la cultura, 4) el duelo por la tierra, 5) el duelo por el estatus, 6) el duelo por el contacto con el grupo étnico, 7) el duelo por los riesgos físicos.
1. Duelo por la familia y los amigos (los afectos)
Entiendo que quizá es uno de los mas difíciles de transitar, dado que compromete a la estructura emotiva-relacional que nos ha guiado a cada uno de nosotros (muchas veces incluso de modo inconsciente), en nuestro día a día. Por lo que este duelo genera fuertes y profundas repercusiones psicológicas.
Desde otra óptica, también aquellas personas que dejan atrás vínculos que fueron o son conflictivos (de pareja, familiares, amistosos, etc.), cuentan en el nuevo país, con la posibilidad de reestructurar sus vínculos, a través de un período de separación o manteniendo más distancia. Quizá esto les permite un crecimiento en los vínculos o una fractura definitiva. Asimismo, también existe la posibilidad de crear nuevos lazos y vínculos con personas que pertenecen a su “nueva situación de vida”. Esto variará según la situación personal de cada persona.
De todas maneras, no poder contar con el afecto y el apoyo de los seres queridos es siempre penoso, pero muy especialmente cuando el inmigrante atraviesa situaciones de necesidad o se encuentra enfermo, ya que no cuenta en estos casos con una red familiar y social de apoyo y contención. Generando esto: ansiedad, sentimientos de soledad y miedo al futuro, entre otras cosas.
2. Duelo por la lengua materna
La lengua se haya vinculada a la formación misma de nuestra personalidad como seres hablantes. Hablamos de la “lengua madre”, empezamos a vincularnos en la vida de pequeños, a través de la palabra dicha por un “Otro” (madre, luego padre y posteriormente familia y sociedad).
Por lo tanto, el cambio de lengua implica un impacto fuerte en el proceso migratorio. La adquisición de una nueva lengua conlleva un gran esfuerzo para el inmigrante (mayor cuanto mayor sea la exigencia).
3. Duelo por la cultura
Al marchar, el emigrante deja atrás toda una serie de concepciones y actitudes acerca del mundo y acerca de cómo una persona debe comportarse en él. En el nuevo país bastantes de esas concepciones y maneras de actuar pueden ser diferentes.
Entre los aspectos más importantes que cambian se hallan la alimentación, el vestir, el sentido del tiempo, etc. Muchas veces no tomamos consciencia al vivir en nuestra tierra de la importancia que ejerce en nuestra personalidad el lugar, las costumbres, los olores, las comidas, etc. Cuando uno se encuentra en nuevo lugar, hay una extraña sensación como de un “volver a nacer” pero claro, con todo un bagaje que no se puede ignorar, ni omitir.
4. Duelo por la perdida del estatus social
La migración siempre comporta un proyecto de mejora y progreso: social, personal, o ambas cosas a la vez. Sin embargo la mayoría de los inmigrantes retroceden a nivel de estatus social respecto a su sociedad de origen. Muchos poseen estudios de grado medio o universitario. Además, tenemos tendencia a una visión prejuiciosa del mundo de los inmigrantes, prejuicios que sirven como coartada social a la explotación del que es considerado inferior.
Una anécdota que grafica la situación: “Una persona del Centro de atención a inmigrantes en Roma contaba que una vez preguntó a un africano cuando había sido la última vez que había visto un león. El hombre le miró sorprendido y le contestó que el primer león que había visto en su vida lo había visto visitando el zoo de Roma.”
5. Duelo por la perdida de los paisajes, de la tierra
La tierra simboliza los padres, los antepasados. Los inmigrantes, apegados afectivamente a la tierra en la que han crecido, viven intensamente los cambios de paisaje, temperatura, humedad, luminosidad, colores, pluviosidad, olores, etc. Y esta carga emotiva ligada a la tierra comporta que no sea infrecuente encontrarnos con sobre-valoraciones e "idealizaciones" acerca de ella.
6. Duelo por la perdida de contacto con el grupo étnico (nacional) de origen
La identidad étnica es otro de los aspectos que conforman nuestra identidad. Identidad religiosa, identidad familiar, identidad profesional, identidad de clase social, etc.
Uno de estos aspectos de la identidad es de tipo étnico: tiene que ver con la conciencia de un "nosotros" ante un "ellos", relacionado con el sentimiento de pertenencia a un grupo humano que posee unas características comunes de cultura, historia, lengua, etc.
7. Duelo por la pérdida de la seguridad física – Grupos de riesgo
El riesgo a no conservar la salud y la integridad física, en algunos tipos de inmigración, comprenden un tema que merece ser tratado específicamente. Todos los días, todos nosotros somos testigos de personas desesperadas que en busca de un lugar mejor o de sobrevivir ponen en riesgo su vida.
Seria bueno entonces reflexionar y que cada uno pueda pensar… “…Pensemos en la fortaleza física y psicológica que se requiere para resistir en esas condiciones, etc. Por eso, contrariamente a lo que sostiene la propaganda racista, los que emigran no son precisamente seres "inferiores" a nosotros, sino personas bien dotadas a nivel de capacidad de lucha y autonomía – entre otras cosas-…”
Como respuesta a este complejo proceso, la persona puede adaptarse e integrarse “sanamente” (entendiéndose por ello, lograr nuevos vínculos, no aislarse, aceptar lo nuevo e incorporarlo, y todo ello sin enfermar en el camino); o bien puede desarrollar síntomas psicofísicos que lo lleven a distintas patologías, siendo las mas frecuentes los cuadros de ansiedad (fobias, cuadros obsesivos, fobias sociales, estrés post-traumático, etc.), trastornos afectivos, como depresión (melancolía, bipolar, etc.), y las frecuentes patologías psicosomáticas, producto de todo lo no dicho, de todo lo que la palabra no expresó, que se silenció, no se exteriorizó y se fue acumulando en el cuerpo como pequeñas “callosidades” hasta que un día “el cuerpo habló” y se manifestó un cuadro físico, con origen emocional.
Por eso es importante que si usted esta viviendo este tipo de experiencia no se aísle, busque -como pueda- integrarse en algún pequeño o grande espacio social en ese nuevo país que lo acoge.