El relato terapéutico
Encuentra aquí el relato que trae un mensaje para ti o comparte con otras personas aquellos relatos que creas que pueden aportar algo a los demás.
Antes de que todo empezara, su vida era un fluir lento y continuo. Nada había que estuviese fuera de lugar. Ni una mota de polvo en el suelo; ni un huella de gota de lluvia aislada en la ventana...
La observo desde fuera, inmóvil, sintiendo el aire frío atravesando mis ropas, mi carne, adhiriéndose a mi piel y mis huesos. De aquella casa blanca, resplandeciente, que un día fue, queda ya muy poco.
El día en que cumplió setenta y cinco años decidió sentarse a esperar la muerte. No pensar; no vivir apenas; sin un futuro que planear; convertir el resto de su vida en un paréntesis sin tiempo...
Yo pasaba todos los días por aquél lugar, camino del trabajo y al atardecer, cuando mi monótona jornada laboral tocaba a su fin. Al principio, ni siquiera me di cuenta de que estaba ahí...
Cuando entró en la habitación las paredes se derrumbaron por completo. Tras el estruendo inicial quedó una calma inusual e inalterada. Ni siquiera una respiración jadeante...
Los obuses atraviesan el cielo sibilantes y caen por todas partes, destruyendo edificios, calles, plazas, cuerpos; caen sin que podamos predecir el lugar de su estallido...
Ellos siempre contaban historias; siempre tenían historias para cualquier ocasión. Historias acerca de las cosechas, de la lluvia, del viento, del ganado, de los árboles, de los isleños solitarios...