Autora: Ana Muñoz
Las sensaciones que, a lo largo del día, recibidos a través de nuestros sentidos, ya sea en forma de experiencias táctiles, visuales, auditivas, etc., ejercen una influencia sobre nuestras mentes y nuestros cuerpos, de manera que pueden afectar nuestra salud, para bien o para mal.
La contaminación acústica, por ejemplo, puede ser tan nociva para nuestra salud como la contaminación del agua o el aire, mientras que la música relajante puede reducir la ansiedad y el dolor. Los sonidos de la naturaleza, como el canto de los pájaros, el sonido de la brisa entre los árboles o el rumor del mar, tienen un poderoso efecto beneficioso sobre la salud de las personas.
El tacto es un sentido muy importante para los seres humanos y para los mamíferos en general. Los masajes o las caricias ayudan a relajarnos porque hacen que nuestro cuerpo libere sustancias químicas que contribuyen a este proceso. Cuando alguien nos toca de un modo que nos aporta seguridad y nos resulta placentero, no sólo nos hace sentir bien, sino que promueve nuestra salud. El masaje reduce la ansiedad y la depresión y estimula la función del sistema inmunitario. Puede reducir el dolor en enfermos de cáncer o artritis y disminuir la presión sanguínea en personas estresadas e hipertensas. En definitiva, el tacto, es una poderosa medicina.
El psicólogo David McClelland, de la Universidad de Harvard, realizó un interesante estudio sobre el efecto de la información visual sobre la salud. Controló la función inmune en estudiantes mientras veían diferentes tipos de imágenes de vídeo y encontró que las imágenes violentas deprimían el sistema inmunitario, mientras que las imágenes de compasión lo estimulaban.
Al igual que ocurre con el sonido, las imágenes de la naturaleza son las que tienen un efecto más saludable. Mirar una puesta de sol, observar las estrellas, caminar por la playa mirando el mar, son ejemplos de visiones que te ayudarán a estar más sano.
El olor está conectado con la memoria y las emociones. Determinados olores pueden traerte recuerdos de tu infancia, por ejemplo. Las diversas fragancias tienen efectos diferentes, como bien saben los aromaterapéutas.
Por tanto, experimenta con tus sentidos, busca activamente experiencias sensoriales que te hagan sentir bien, ya sea a través de la vista, el tacto, el olfato o el oído y no sólo te sentirás mejor, sino que empezarás a ver el mundo que te rodea de otra manera, siendo más consciente de su efecto en ti.