Autora: Ana Muñoz
Mareo
Cuando varias personas dicen estar mareadas pueden estar haciendo referencia a sensaciones diferentes. Por este motivo, podemos clasificar el mareo en tres apartados:
1. Los mareos son frecuentemente provocados por los movimientos del barco, sobre todo en la mar gruesa, del tren y del avión, principalmente cuando hay mucha turbulencia, o del coche, sobre todo cuando hay muchas curvas.
Estos síntomas pueden ser producidos por una estimulación del órgano del equilibrio, que está situado en el oído interno, y que identifica los cambios de posición de la cabeza, enviando la información al cerebro. Las sensaciones de la vista y las del órgano del equilibrio parecen estar íntimamente relacionadas con las sensaciones de mareo; por ello, los ciegos y los sordos tienen menor predisposición a padecer mareos.
2. La persona que dice estar mareada puede referirse a una sensación de estar a punto de desmayarse. Suele ser debido a que no está llegando suficiente sangre al cerebro, lo cual puede suceder debido a una disminución repentina de la presión sanguínea, por ejemplo si la persona está deshidratada a causa del vómito, la diarrea, fiebre u otras causas.
Cuando, tras estar un rato sentados o tumbados, nos levantamos de golpe, el sistema circulatorio pone en marcha unos mecanismos automáticos que permiten que la sangre siga llegando a la cabeza con la misma fuerza con que lo hacía estando tumbados sin tener que vencer la fuerza de la gravedad. De ello se encarga el sistema nervioso autónomo. Algunas enfermedades como la diabetes o el alcoholismo pueden lesionar este sistema autónomo y producir problemas de hipotensión ortostática; es decir, la disminución de la presión sanguínea que se produce al incorporarse tras estar tumbado o sentado. También algunos medicamentos, como por ejemplo algunos antihipertensivos.
En otras ocasiones, puede suceder que sea correcto el volumen de sangre circulante pero falle la presión por un problema a nivel de la bomba que la impulsa, el corazón. Trastornos cardíacos como arritmias de todo tipo, dificultades de paso a través de cualquier válvula del corazón (especialmente la válvula aórtica) pueden dar mareos y hasta síncopes.
Por último, existen personas que padecen una hipotensión ortostática constitucional, generalmente de poca importancia. Aunque tal vez la causa más frecuente de mareos de este tipo es la hipotensión esencial. Es decir, las personas que habitualmente tienen la tensión arterial baja, sin que esto suponga un problema importante.
3. En otras ocasiones, al usar la palabra mareo, una persona hace referencia a la sensación de inestabilidad, de pérdida de equilibrio, como si estuviera borracho sin haber bebido. La causa más frecuente es de origen psicológico; por ejemplo, en casos de depresión o ansiedad.
Vértigo
El vértigo se define como una falsa sensación de rotación o una falsa sensación de desplazamiento, con sensación de sentirse inestable o perder el equilibrio o de que uno mismo o el espacio está moviendo o girando.
La mayoría de las causas del vértigo no son graves y se resuelven en poco tiempo. A menudo el vértigo acompaña a la gripe, hipoglucemia, resfriado común o alergias.
En otras ocasiones, el vértigo puede deberse a lesiones del oído interno (vértigo periférico) o a lesión del sistema nervioso central (vértigo central).
Causas del vértigo
Entre las causas del vértigo de origen periférico se encuentran las siguientes:
1. Enfermedad de Ménière. Consiste en crisis recurrentes de vértigo, pérdida de audición en un oído y acúfenos (zumbidos, pitidos, silbidos o ruidos extraños en los oídos debido a la excitación anormal de la cóclea o las vías auditivas). Los cuadros de vértigo suelen tener un inicio brusco y duran desde unos minutos hasta una hora, con frecuencia acompañados de náuseas y vómitos. Durante los ataques suele observarse un nistagmo (movimiento incontrolado del ojo).
En el oído interno existen unos canales semicirculares llenos de líquido que reciben el nombre de laberinto que, junto con el octavo nervio craneal, controlan el equilibrio y el sentido de orientación. La enfermedad de Ménière implica una inflamación de la parte del canal (saco endolinfático) que controla la filtración y excreción del líquido del canal semicircular.
Se desconoce la causa exacta de la enfermedad de Ménière, aunque en algunos casos, puede estar relacionada con infección del oído medio (otitis media), sífilis o lesión de la cabeza. Otros factores de riesgo son: enfermedad viral reciente, infección respiratoria, estrés, fatiga, uso de fármacos con o sin receta médica, incluyendo aspirina, y antecedentes de alergias, tabaco y alcohol.
2. Traumatismo craneal. Los traumatismos craneales pueden ocasionar vértigos debido a una conmoción del laberinto o a una lesión vestibular.
3. Laberintitis. Son inflamaciones del laberinto. Pueden deberse a infecciones víricas o a complicaciones de meningitis u otitis media. También existe un gran número de fármacos capaces de alterar el sistema vestibular. Los aminoglucósidos son la familia de antibióticos que con mayor frecuencia produce lesiones vestibulares o cocleares. Así mismo, el ácido acetilsalicílico (aspirina), la furosemida, y el ácido etacrínico. El alcohol es otro tóxico capaz de producir vértigo y nistagmo. Aunque el cuadro mejora en 48 o 72 horas, los pacientes pueden seguir teniendo vértigo durante meses.
4. Neurosis vestibular. Es un síndrome agudo de crisis de vértigo sin alteraciones de la audición ni acúfenos. Suele observarse en persona jóvenes después de una infección de las vías respiratorias altas. El cuadro se acompaña de náuseas y vómitos y obliga al paciente a permanecer inmóvil.
5. Vértigo cervical. Es el que aparece asociado a movimientos de la cabeza en pacientes con artrosis o espondilosis cervical. Su causa parece estar relacionada con un trastorno en la circulación del aparato vestibular o el tronco cerebral porque las vértebras cervicales comprimen el sistema vertebrobasilar (arterias que llevan la sangre a la parte posterior del cerebro). Nunca se acompaña de nistagmo.
Entre las causas del vértigo de origen central se encuentran la esclerosis múltiple, las neoplasias, los trastornos vasculares y las enfermedades que afectan a los nervios craneales.