Autora: Ana Muñoz


La leche materna es la más adecuada para tu bebé, y tu cuerpo la fabrica en función de las necesidades individuales de cada bebé. Por ejemplo, si es un bebé prematuro, la leche que tu cuerpo fabrica será diferente que si ha nacido a término. La leche materna se digiere con facilidad y transmite anticuerpos al bebé, por lo que lo protege de infecciones, además de protegerlo de otros problemas como diabetes y obesidad.

Es recomendable que empieces a amamantar a tu hijo en su primera media hora de vida. Esto le ayuda a aprender más deprisa.

No existe una sola posición adecuada para colocar al bebé que vas a amamantar, sino que puedes elegir varias. Intenta varias posiciones y escoge la que mejor funcione para ti y tu bebé. Lo importante es que pueda asir bien el pezón, lo cual evitará también que te cause algún daño.

Estaréis más cómodos si tú no tienes que inclinarte para acercarle el pezón y el bebé tampoco tiene que estirarse para alcanzarlo. Puede servirte de ayuda poner una almohada en tu regazo sobre la que situar al bebé.

Si tu bebé vuelve la cabeza hacia otro lado, tócale la mejilla con el pezón. Esto puede ser suficiente para que vuelva la boca hacia él.

Para poder alimentarse correctamente, el bebé necesita tener todo el pezón y una gran parte de la areola del pezón en su boca. Esto es así porque el bebé debe presionar la areola para que la leche se libere. Si el bebé no abre bien la boca para asir correctamente el pezón, anímale a abrirla del todo tocando sus labios con el pezón y retirándolo luego un poco. Haz eso varias veces hasta que abra bien la boca. Ten cuidado de que su nariz no esté apretada contra tu pecho mientras mame. Es su barbilla la que debe presionar contra tu mama.

Si el bebé está mamando correctamente no deberías sentir ningún dolor. Si el bebé no está mamando correctamente, sepáralo del pezón, utilizando tu dedo, y vuelve a ponerlo. No dejes que mame incorrectamente porque puede producirte daños en el pezón y si aprende a mamar incorrectamente, puede ser difícil corregirlo después.

Deja que tu bebé esté mamando de un pecho hasta que pare por sí mismo. Después, ofrécele el otro pecho por si desea seguir. A veces, mamará también del otro pecho, y otras veces no lo hará.

Algunos bebés maman correctamente desde el principio, mientras que otros tardan unos días en aprender. Si ves que tu bebé parece no aprender a mamar, trata de relajarte y de relajar al bebé. Ten en cuenta que si no puede asir el pezón se sentirá frustrado y se pondrá nervioso, lo que lo hará aún más difícil. Por tanto, haz que se relaje: dale un baño, dale un masaje suave, desnuda el torso de tu cuerpo y al bebé para que esté en contacto total con tu piel y, por supuesto, relájate tú también. También puedes meterte en la bañera con el bebé. El contacto de tu piel y el agua le ayudará a relajarse.