Autora: Ana Muñoz


Muchos padres y madres están tan ocupados y tienen siempre tanta prisa, que parecen no tener nunca un momento para escuchar lo que sus hijos tienen que decirles o sus opiniones. No obstante, escucharles no sólo es bueno para el bienestar psicológico y la autoestima de los niños, sino que sirve también para fortalecer vuestro vínculo. Además, al escuchar, estás enseñando a tu hijo a hacer lo mismo. Es decir, si tú escuchas, ella o él también te escuchará a ti.

Es importante que tus hijos noten que eres una persona a quien pueden preguntar cualquier cosa. Tal vez te sorprenda saber que los niños y adolescentes prefieren obtener información sobre temas importantes, como sexo o drogas, de sus propios adres, antes que de amigos o hermanos, pero para que te pregunten sobre esos temas, deben verte como alguien dispuesto a hablar con ellos de cualquier cosa. Además, estos temas que, en principio, pueden ser complicados, son también una puerta hacia otros muchos temas. Por ejemplo, si tu hijo te pregunta acerca del sexo, podéis ampliar el tema de conversación hacia otros como amor, intimidad, orientación sexual, reproducción, etc.

Al mantener conversaciones sobre temas tan diversos podrás también ejercer, de un modo natural, una mayor influencia en tus hijos para modelar su comportamiento del modo apropiado.

Cuando estés escuchando las opiniones de tus hijos, no empieces refutándolas directamente si no estás de acuerdo. Empieza por elogiar algún aspecto de lo que ha dicho, como decirle que es un tema interesante, o señala algo positivo de lo que ha dicho. Luego expón tu opinión. No digas nunca que lo que dice es estúpido o una tontería, porque eso aumentará las probabilidades de que la próxima vez que tenga una opinión no la comparta contigo.

Procura mostrar interés cuando te habla, en vez de dar la impresión de estar esperando que acabe para dar una conferencia paternalista, o un sermón. Aprende a mantener conversaciones con tus hijos, intercambiando opiniones, no solo a dar sermones.