Autora: Ana Muñoz


Hasta los ocho meses, no es extraño que los niños se muestren amigables ante los extraños y les sonrían cuando se les acercan. Pero a partir de esta edad puede aparecer un cambio, de manera que los niños empiezan a mostrarse desconfiados ante los extraños y se quedan quietos, sin sonreírles.

La ansiedad ante los extraños consiste en la cautela que mantienen los niños ante personas que no conocen, y la ansiedad por separación es la incomodidad o malestar que manifiestan cuando alguien conocido y encargado de su cuidado (como puede ser la madre) se aleja.

Aunque esta reacción es bastante típica, no se da en todos los niños. Es variable y depende del temperamento del bebé y de las circunstancias de su vida. Por ejemplo, los bebés que pertenecen a familias numerosas y que, por tanto, han tenido más oportunidad de interactuar con otras personas, muestran menos temor ante los extraños.

La ansiedad ante extraños y por separación suele aparecer hacia los ocho o nueve meses y se acentúa más hasta el primer año. Para entonces, el niño puede reaccionar de manera positiva ante un extraño si esa persona espera un poco antes de acercarse y luego se acerca gradualmente, con cuidado y jugando. De este modo, se estimula la curiosidad natural del niño y su tendencia a relacionarse con otras personas. En cambio, si el extraño se acerca de repente, lo toca o lo alza en brazos antes de que el niño se haya acostumbrado a su presencia, es probable que llore.

En ocasiones, el estrés que muestran los infantes ante la separación puede estar relacionado con la calidad del cuidado de la persona que queda a su cargo, más que con la separación en sí misma. Cuando las personas encargadas de cuidarlos son cálidas, los atienden y juegan con ellos antes de que lloren, los niños lloran mucho menos.

La influencia de la madre

La manera de actuar de la madre (o persona encargada de su cuidado) es también importante. Si la madre se muestra afectuosa con la persona desconocida, o muestra alegría u otro tipo de actitud positiva, el bebé reacciona con más confianza ante esa persona. Cuando las madres hablan positivamente de dicha persona a sus hijos, éstos se muestran también más amigables al encontrarse con esa persona.