Autora: Ana Muñoz
La infancia dura hasta cerca del primer año y medio de vida y termina cuando el niño empieza a caminar y a pronuncias sus primeras palabras. La etapa de los primeros pasos abarca desde los 18 hasta los 36 meses de edad.
El desarrollo físico de los bebés depende de su maduración; es decir, el despliegue de patrones de comportamiento en una secuencia determinada genéticamente.
Por tanto, el desarrollo físico sigue una secuencia determinada. Es decir, todos los niños pueden sostener la barbilla antes de levantar el pecho, pueden sentarse con apoyo antes de hacerlo solos, o pueden estar de pie antes de caminar, pero no a la inversa. Los niños sólo podrán caminar cuando sus músculos y piernas tengan la firmeza y fuerza suficientes.
Los infantes aprenden haciendo cosas. Cuando sostienen un objeto o juegan con sus pies, aprenden cosas acerca del mundo y de sí mismos.
Aunque el desarrollo físico sigue una secuencia predeterminada, puede variar mucho la época en la que cada bebé realice determinadas actividades. Por ejemplo, un niño puede ser capaz de sentarse a los 6 meses mientras que otro no lo logra hasta los 10.
El desarrollo físico sigue dos principios:
El principio cefalocaudal
El desarrollo avanza desde la cabeza hasta las partes inferiores del cuerpo. Así, la cabeza, el cerebro y los ojos de un embrión se desarrollan antes que el resto del cuerpo y son desproporcionadamente grandes al principio. La cabeza de un niño de 1 año posee el 70 % del peso que tendrá como adulto, mientras que el resto del cuerpo solo tiene el 10 ó el 20 % del peso que tendrá como adulto. Los infantes también aprenden a usar antes las partes superiores de su cuerpo. Por ejemplo, aprenden a usar sus brazos o manos antes que sus piernas.
El principio proximodistal
El desarrollo avanza desde el centro del cuerpo hasta las partes más externas. Los bebés desarrollan antes la capacidad para emplear brazos y piernas, luego manos y pies y por último los dedos.
Diferencias entre sexos
Físicamente, los hombres son más vulnerables que las mujeres desde la concepción y durante toda la vida. Los bebés de sexo masculino son algo más grandes que las niñas. Por lo demás, los infantes de ambos sexos apenas difieren entre sí en su desarrollo físico. Suelen tener el mismo nivel de actividad y alcanzan los mismos niveles de madurez al mismo tiempo. Las diferencias son más marcadas en el desarrollo social y de la personalidad.
Estatura y peso
Durante los primeros tres años, los niños crecen con más rapidez que en cualquier otra época de sus vidas. A los 5 meses pesan alrededor de 6,8 kg. Al año pesan unos 10 kilos. Durante el segundo año la tasa de crecimiento es algo más lenta, ganando en ese año entre 2 y 3 kilos. Durante el tercer año ganan entre 2 y 2,27 kg. La mayoría de los niños se vuelven más delgados en los tres primeros años.
Al año suelen medir unos 75 cm. Con dos años de edad miden unos 90 y durante el tercer año la estatura aumenta entre 7,5 y 10 cm.
El crecimiento puede no ser uniforme ni continuo, sino que se presenta de manera súbita, con frecuencia tras largos periodos en los que no aparece ningún cambio. En un estudio realizado con 31 niños, los bebés conservaron la misma estatura durante un periodo de entre 2 y 63 días. Luego crecieron de repente 2,5 cm. en tan solo 24 horas (Lampl, Veldhuis, Johnson, 1992).
Los niños bien alimentados y cuidados son más altos y pesados, maduran antes sexualmente y sus dientes brotan más rápido. Los niños que están mucho tiempo enfermos no llegan a alcanzar la estatura para la que están genéticamente programados, pues no podrán recuperar el tiempo que perdieron mientras estuvieron enfermos.
En la mayoría de los bebés, el primer diente aparece entre los 5 y los 9 meses, al año suelen tener entre 6 y 8 dientes y a la edad de 2 años y medio tienen 20 dientes.
El desarrollo del sistema nervioso
El sistema nervioso está formado por el cerebro, la médula espinal (conjunto de nervios que recorren la columna vertebral) y una red de nervios que llegan a todos los lugares del cuerpo. El sistema nervioso dirige todo lo que una persona puede hacer física y mentalmente.
El mayor crecimiento de las células del sistema nervioso central ocurre entre las semanas 25 y 40 del embarazo y durante los primeros meses después de nacer. Las células nerviosas reciben el nombre de neuronas y se encargan de enviar y recibir información de otras partes del cuerpo. Las neuronas tienen unas extensiones llamadas dendritas, las cuales reciben la información procedente de otras neuronas. Cuanto mayor sea la longitud y complejidad de las dendritas de una neurona, mayor será el número de conexiones que pueda hacer.
La mayor parte de las neuronas de la corteza cerebral se forman hacia las 20 semanas de gestación. La corteza cerebral es la parte del cerebro que se encarga de las funciones de nivel más alto, como la solución de problemas y el pensamiento. Hacia la semana 40 de gestación las neuronas de la médula espinal, el tronco encefálico y grandes secciones del cerebro están casi completamente desarrolladas.
En un niño recién nacido, están más desarrolladas las estructuras subcorticales, que se encargan de regular funciones básicas como la respiración y la digestión. Las conexiones entre las células de la corteza cerebral aumentan conforme el niño madura.
Durante la etapa prenatal, el cerebro produce más células y conexiones de las que son necesarias. Las que no funcionen morirán después del nacimiento. Esta producción de células en exceso ayuda a crear un sistema nervioso eficiente. Al nacer, la mayor parte de los 100.000 millones de neuronas de un cerebro maduro están ya formadas.
Al nacer, el cerebro solo tiene el 25 % del peso como adulto. Al año, alcanza el 70 % del peso y hacia el final del segundo año ha alcanzado el 80 % del peso que tendrá como adulto. Luego continua creciendo con más lentitud hasta los 12 años, cuando llega casi al tamaño del adulto.
La influencia del ambiente en el desarrollo cerebral
El ambiente puede influir en el desarrollo del cerebro debido a su "plasticidad". Es decir, el cerebro es moldeable, de manera que las primeras experiencias pueden tener un efecto perdurable, para bien o para mal.
Experimentos realizados con animales han mostrado cómo un ambiente enriquecido puede ampliar el crecimiento y el funcionamiento cerebrales. En una serie de experimentos pusieron ratas y otros animales en jaulas con aparatos estimuladores, como palancas para manipular, ruedas para correr y rocas para trepar. Estos animales se compararon con otros en jaulas normales o en aislamiento. Los animales del ambiente enriquecido tuvieron cerebros más pesados, con capas corticales más gruesas, más células en la corteza visual, mayor complejidad en las células, más células de conexión y mayor actividad neuroquímica.
Esta plasticidad del cerebro puede continuar durante toda la vida, aunque a un nivel algo más bajo. Por ejemplo, cuando se expuso a animales más viejos a ambientes enriquecidos, los cambios fueron similares a los encontrados en animales más jóvenes aunque a un nivel menor.
El desarrollo de los sentidos
1. Vista
La visión es el sentido menos desarrollado al nacer. Los ojos del recién nacido son pequeños, las estructuras de la retina están incompletas y el nervio óptico aún no se ha desarrollado. Sus ojos no parecen ver en línea recta, debido al aspecto de sus párpados, aunque esto desaparece pronto.
Durante los primeros meses se desarrolla con rapidez el parpadeo ante las luces brillantes y la capacidad para dirigir la mirada hacia un objeto en movimiento.
La visión de un recién nacido es deficiente, y enfocan mejor a una distancia de 30 cm., que suele ser la distancia a la que se sitúa el rostro de la madre al sostenerlo. La visión se va perfeccionando durante el primer año de vida. Los primeros tres años de vida parecen ser un periodo crítico para el desarrollo de la visión binocular (utilizar ambos ojos para percibir la profundidad y la distancia)
La percepción del color se desarrolla también con rapidez. Alrededor de los dos meses de edad, los infantes pueden distinguir el rojo del verde; a los tres meses, pueden distinguir el azul; a los cuatro meses pueden distinguir el rojo, verde, azul y amarillo y, al igual que los adultos, presentan una preferencia por el azul y el rojo.
Los bebés muy pequeños muestran una preferencia por los diseños en blanco y negro, seguramente por el fuerte contraste. En general, los niños prefieren las líneas curvas a las líneas rectas, patrones compuestos a patrones simples, objetos tridimensionales antes que objetos bidimensionales, imágenes de caras antes que cualquier otra cosa e imágenes nuevas a imágenes familiares.
La percepción de la profundidad es casi innata. Los investigadores utilizaron un abismo visual para estudiar el conocimiento espacial de los bebés. Los pusieron sobre una mesa con tapa de cristal. El cristal formaba una superficie continua, pero para un niño parecía que un lado de la mesa fuera plano y el otro una caída vertical.
Los bebés de seis meses de edad gateaban libremente por la mesa pero evitaban la parte del abismo visual. Cuando se coloca a niños de menos edad de cara al abismo, el corazón les late más lentamente, lo cual indica que perciben la profundidad aunque no sienten miedo a la altura (pues si así fuera, el ritmo cardiaco sería más rápido). El sentido de peligro se desarrolla tiempo después, cuando adquieren la capacidad para desplazarse por sí mismos.
2. Olfato
Los recién nacidos pueden distinguir olores específicos. Por su expresión puede verse cómo muestran agrado por aromas como vainilla y fresas, y desagrado por olor a pescado o huevos podridos. También pueden distinguir el lugar de origen del olor. Infantes de seis días de edad, a quienes sus madres amamantaban, prefirieron el pecho de ellas al de cualquier otra mujer; sin embargo, los niños de dos días no mostraron ninguna preferencia. Esto indica que es necesario que pasen unos días para que los niños aprendan el olor de sus madres.
3. Gusto
Los recién nacidos pueden distinguir entre sabores, y muestran una preferencia por el sabor dulce. Esto puede ser debido a que la leche materna tiene un sabor dulce. Los recién nacidos rechazan los alimentos con mal sabor como un mecanismo de defensa.
4. Tacto
El sentido del tacto parece ser el primero en desarrollarse. Cuando se toca con el dedo la mejilla de un recién nacido, éste mueve la cabeza intentando encontrar el dedo. Se trata del reflejo de orientación, que le sirve para buscar el pezón de la madre y alimentarse. Hacia la 32 semana de gestación, todas las partes del cuerpo son sensibles al tacto. La sensibilidad al acto del recién nacido aumenta durante los primeros cinco días de vida.
5. Oído
Los bebés comienzan a oír en el útero y el sentido del oído se perfecciona poco antes del nacimiento. Justo después de nacer, la audición puede desequilibrarse debido al líquido que llena el oído interno como resultado del parto. Este fluido desaparece un día o dos después de nacer, y la audición vuelve a ser adecuada de nuevo. Incluso a los tres días de edad, los bebés pueden distinguir la voz de su madre de la de un extraño y muestran preferencia por la voz de la madre. Este reconocimiento temprano de las voces puede ser un mecanismo para establecer vínculos entre padres e hijos gracias al reconocimiento de las voces escuchadas mientras estaban en el útero materno.
También son capaces de distinguir idiomas, mostrando una preferencia cuando los padres hablan en su lengua natal, que cuando hablan en un idioma desconocido, que no han escuchado durante el embarazo. Los bebés con un mes de edad pueden diferenciar entre sonidos tan similares como ba y pa.
6. Sensibilidad al dolor
Desde el momento en que nacen, los bebés pueden sentir dolor. Los recién nacidos prematuros también pueden sentirlo y reaccionan ante él con movimientos de retirada o llanto. Aunque algunos médicos que practican la circuncisión no les dan a los niños analgésicos para evitar el dolor, se recomienda que se use anestesia tópica.