Autora: Ana Muñoz


El parto tiene lugar en tres etapas, además de una cuarta etapa de recuperación.

1. Primera etapa

Esta etapa tiene una duración muy variable, pero en general suele durar unas doce horas cuando la madre es primeriza, siendo más corta en partos posteriores.

Durante este periodo se producen contracciones en el útero que producen un ensanchamiento del cuello uterino para que el bebé pueda pasar a su través. Este proceso recibe el nombre de dilatación.

Al principio, las contracciones aparecen cada 8 ó 10 minutos y duran hasta treinta segundos. Hacia el final del parto, suelen aparecer cada dos minutos y durar entre 60 y 90 segundos.

Antes de que el cuello uterino pueda dilatarse lo suficiente como para permitir el paso del bebé, es necesario que se adelgace y suavice mediante un proceso llamado borramiento, que comienza durante las últimas semanas del embarazo, junto con la dilatación inicial.

Cuando el cuello uterino se dilata con rapidez durante el parto, la mujer siente poco o ningún dolor. Sin embargo, si es rígido y se dilata a la fuerza con las contracciones del útero, dichas contracciones serán dolorosas.

2. Segunda etapa

Esta etapa suele durar una hora y media. Comienza cuando la cabeza del bebé asoma a través del canal vaginal y termina cuando el bebé sale por completo del interior de la madre.

La madre siente la necesidad de empujar para ayudar a salir al bebé mediante la presión de sus músculos abdominales en cada contracción.

Si esta etapa dura más de dos horas, el médico deberá usar un forceps para tirar del bebé y sacarlo.

En algunos países, como España, no es raro que los médicos practiquen con frecuencia una episiotomía (un corte en el periné para evitar que se desgarre durante el parto). No obstante, se desaconseja hacer esto porque el periné no se desgarra tan fácilmente como solía creerse, pues tiene una gran elasticidad, y un corte en esta zona puede causar problemas posteriores a la madre.

3. Tercera etapa

La tercera etapa dura entre 5 y 30 minutos. Tiene lugar la salida del cordón umbilical y la placenta mediante la aparición de nuevas contracciones.

4. cuarta etapa

Tiene lugar un par de horas después del alumbramiento, cuando la madre reposa en la cama y los médicos controlan su estado. La persona que asistió al parto puede masajear su útero para ayudarlo a recuperar su forma, examinará el cuello uterino y la vagina para comprobar que no ha habido desgarros o exceso de sangrado y revisará la presión sanguínea de la madre y el ritmo cardiaco.

Parto natural y parto preparado

En 1914, el médico británico Grantly Dick-Read dijo que el dolor del parto no necesariamente debía producirse, sino que su causa principal era el miedo. Para ayudar a eliminar el miedo, desarrolló el concepto de parto natural, en el cual se enseña a las mujeres la fisiología del parto y del alumbramiento y se las entrena en técnicas de relajación, respiración y acondicionamiento físico.

A mediados del siglo XIX, el doctor Fernand Lamaze empezó a utilizar un método llamado parto preparado, que enseña a las mujeres técnicas de respiración y control muscular como forma de evitar el miedo y el dolor, anatomía y fisiología del parto y las empuja a enfocarse en sensaciones diferentes a las contracciones.

Parto por cesárea

La cesárea consiste en un procedimiento quirúrgico mediante el cual se corta el abdomen y el útero de la madre para extraer al bebé. Puede realizarse por las siguientes causas:

El parto no se produce tan rápidamente como debería. En estos casos, las contracciones no pueden abrir el cuello uterino lo suficiente para que el bebé salga a través de la vagina.

El bebé parece tener problemas (por ejemplo, el cordón umbilical está presionado o comprimido o no fluye suficiente sangre hacia el bebé desde la placenta).

Cuando existen problemas con la placenta. Por ejemplo, la placenta previa es una irregularidad en la cual la placenta se encuentra debajo del bebé y cubre todo o parte del cuello uterino. Esto impide la salida del bebé del útero. Otro problema que puede surgir es el desprendimiento prematuro de la placenta, que sucede cuando la placenta se separa antes del nacimiento del bebé y corta el flujo de oxígeno al bebé.

Nacimiento previo mediante cesárea. Las mujeres que han tenido un bebé mediante cesárea anteriormente pueden dar a luz por vía vaginal. Sin embargo, un parto vaginal después de un parto por cesárea conlleva un riesgo de ruptura del útero, con una lesión potencial para el bebé.

El parto en casa

Cada vez son más las mujeres que prefieren evitar la frialdad y ambiente médico de los hospitales y deciden dar a luz en sus propias casas asistidas por comadronas cualificadas. Las mujeres con embarazos normales, de bajo riesgo, pueden dar a luz en sus casas sin problemas, de una forma más cómoda y natural. Además, este tipo de parto proporciona a las mujeres una mayor sensación de control, mientras que en los hospitales son más bien sujetos pasivos en manos de los médicos, algo que muchas mujeres rechazan.

En el año 2005 se realizó un estudio para evaluar la seguridad de los nacimientos en casa en Norteamérica. Fue publicado en el British Journal y realizado por Kenneth C. Jonson, de la Public Health Agency of Canada, y Betty-Anne Daviss, de la International Federation of Gynecology and Obstetrics, Ottawa, Canadá.

Los resultados fueron los siguientes:

De los más de cinco mil nacimientos que ocurrieron en casa, el 87 % no tuvieron complicación alguna y transcurrieron con total normalidad.

En casa, las episiotomías se redujeron a un 2,1 %, frente al 33 % del hospital. La práctica de la episiotomía debería realizarse solo de manera excepcional, en casos verdaderamente necesarios y no de manera rutinaria, pues puede ser perjudicial para la salud física y reproductiva de la mujer.

En casa, el traslado al hospital y la realización de cesáreas fue de un 3,7 %. En partos de bajo riesgo en el hospital, el 19 % de ellos acabó en cesárea.

Un 97 % de las madres que parieron en su casa se mostraron muy satisfechas o extremadamente satisfechas con los cuidados recibidos por parte del profesional que les atendió. Seis semanas después del parto el 95,8% de las mujeres que habían dado a luz en su casa seguían amamantando y el 89,7 % de ellas en exclusiva.

El parto hospitalario normal es tres veces más caro que un nacimiento similar ocurrido en casa. “Nuestro estudio de las matronas profesionales sugiere que alcanzan buenos resultados en mujeres con bajo riesgo sin el uso de costosas intervenciones hospitalarias por rutina”, explican los autores.

Dar a luz a un bebé muerto

Menos de 1 por cada 10 bebés nace muerto. La muerte a veces se descubre antes del parto, aunque en otras ocasiones, los padres no saben que su hijo va a nacer muerto hasta el momento del alumbramiento.

Los padres de un bebé que nace muerto deberán sentir la realidad de esta pérdida para procesarla y superarla con normalidad. Para ello, puede ser conveniente que vean a su bebé muerto, lo sostengan en sus brazos, obtengan un informe de la autopsia y realicen el entierro.

Algunos padres deciden iniciar otro embarazo de forma inmediata, como un modo de recuperar al hijo perdido. No obstante, esto no parece ayudarles a resolver su dolor, sino que lo complica.

Los padres necesitan sentir y experimentar plenamente su dolor, no tratar de huir de él buscando otro embarazo enseguida.

Durante los seis meses o el año posterior al nacimiento del hijo muerto, los padres suelen sentir depresión, apatía y desprecio hacia sí mismos.

Algunos pueden necesitar apoyo psicológico para superar esta pérdida. Después, comienzan a reasumir sus vidas con normalidad, aunque no olvidan a su hijo y con frecuencia suelen conmemorar su aniversario.