Autora: Ana Muñoz
El juego
Jugar con otros niños les permite estar en contacto físico y social con otras personas. El juego les ofrece formas socialmente aceptables de competir entre ellos, gastar energía y descargar su agresividad. Sin embargo, en la actualidad, con el predominio de los juegos basados en la tecnología, los niños aprenden menos de la interacción. Los juegos de ordenador requieren pocas destrezas sociales.
Por otra parte, los deportes u otros entretenimientos estructurados y guiados por un adulto, en los que los niños han de atenerse a las reglas de los adultos en vez de crear las suyas propias, impide a los niños esforzarse para buscar modos de resolver sus asuntos, pues es el adulto el que resuelve las disputas por ellos.
Los compañeros
Los grupos de compañeros suelen estar formados por niños del mismo sexo, que suelen tener intereses comunes. Por lo general, las niñas son más maduras que los niños y ambos sexos suelen desarrollar diferentes estilos para jugar o hablar. El grupo de compañeros ejerce una gran influencia en los niños. Esta influencia puede ser tanto positiva como negativa.
- Efectos positivos del grupo de compañeros
Al realizar actividades con sus compañeros, los niños desarrollan habilidades para la intimidad y la sociabilidad, amplían sus relaciones y adquieren un sentido de pertenencia a un grupo con el que se identifican. Además, se sienten más motivados para hacer cosas y triunfar.
Las actividades no competitivas, como las charlas, ofrecen oportunidades para aprender a relacionarse y ampliar relaciones, mientras que las actividades competitivas, como los deportes, les ayudan a identificar los aspectos únicos de sí mismos. Por este motivo, los niños necesitan estar expuestos a actividades de diverso tipo y puede serles beneficioso que se les anime a realizar actividades diferentes de las habituales (por ejemplo, animar a hacer deporte a un niño que no suela hacerlo nunca).
En sus relaciones con otros niños desarrollan su autoconcepto y construyen su autoestima. Los niños se forman opiniones de sí mismos al verse como otros los ven. Al compararse con otros niños de su edad tienen un modo realista de medir sus propias habilidades y destrezas.
Los compañeros con frecuencia cuestionan las opiniones y valores que los niños han aceptado de sus padres sin cuestionarlos ni pensarlos. De este modo les ayudan a ser más independientes y decidir cuáles quedarse y cuáles descartar.
El grupo también ayuda a los niños a aprender cómo alternar en sociedad. Es decir, aprenden a ajustar sus deseos y necesidades a los de otras personas, cuándo deben ceder y cuándo permanecer firmes.
- Efectos negativos del grupo de compañeros
La influencia del grupo puede ser negativa cuando los compañeros les transmiten valores indeseables y los niños no tienen la fuerza necesaria para resistirse a ellos. A esta edad, los niños ceden con más facilidad a la presión para aceptar lo que otros les exijan. Cierta conformidad al grupo resulta saludable como mecanismo de adaptación, pero es contraproducente cuando hace que las personas actúen de modos inadecuados. La influencia de los compañeros es más fuerte cuando los temas son confusos.
No obstante, los niños también ejercen un papel a la hora de dejarse influir. Quienes ya tienen ciertas tendencias antisociales pueden buscar a otros niños antisociales y recibir su influencia, agravando así dichas tendencias; mientras que quienes no manifiestan esas tendencias tienen menos probabilidades de estar en esos grupos.
Niños populares y niños impopulares o rechazados
Los niños populares suelen ser buenos a la hora de resolver problemas sociales, ayudan a otros niños y tienen un carácter firme, sin ser agresivos. Su comportamiento ayuda a otros niños a ampliar sus metas, en vez de reducirlas, inspiran confianza y dan apoyo emocional a otros niños. Al tener habilidades sociales superiores, los demás disfrutan de su compañía.
El niño impopular es aquél a quien escogen el último para integrar un equipo, no es invitado a fiestas de cumpleaños y nadie quiere jugar con él.
Los niños pueden ser impopulares por diversos motivos. Algunos son agresivos, otros son hiperactivos y otros son retraídos. Otros se muestran ansiosos e inseguros o actúan con infantilismo e inmadurez. Algunos son insensibles a los sentimientos de otros niños y no se pueden adaptar a nuevas situaciones.
Algunos niños no tienen las habilidades sociales necesarias para interactuar adecuadamente con otros niños. Otros, en cambio, piensan que no van a agradar a los demás, y este modo de pensar les hace comportarse de maneras que los predispone al fracaso en las relaciones con ellos.
- Cómo ayudar a los niños impopulares o rechazados
Estos niños suelen tener un abaja autoestima y un sentimiento de rechazo, y además se ven privados de una experiencia que es muy importante para su desarrollo: la interacción con otros niños. En la infancia intermedia, las relaciones con otros niños son un indicativo de cómo será el ajuste posterior del niño. Los niños que agradan a sus compañeros, tienen más posibilidades de convertirse en adolescentes bien adaptados, mientras que aquellos que tienen problemas para relacionarse con sus compañeros tienen más probabilidades de presentar problemas psicológicos posteriores, abandonar la escuela o convertirse en delincuentes.
Los niños a quienes sus compañeros no rechazan abiertamente sino que simplemente los pasan por alto, pueden verse beneficiados por un cambio de clase o de escuela o si van a un campamento o se unen a algún club o equipo.
A menudo, el problema de estos niños es que no han aprendido cómo agradar a los demás y necesitan ser entrenados en habilidades sociales, algo que puede hacer un psicólogo. En un experimento se enseñó a los niños cómo mantener una conversación: cómo compartir información acerca de ellos mismos, cómo demostrar interés en otras personas haciendo preguntas, cómo ayudar, hacer sugerencias, hacer invitaciones o dar consejos. Cuando más adelante pudieron practicar sus nuevas habilidades se sintieron mejor con los otros chicos e interactuaron más con ellos.
La familia también ejerce una influencia en el grado de popularidad de los niños. Los hijos de padres que los castigan y amenazan tienen más posibilidades de amenazar y golpear a otros niños y son menos populares que los hijos de padres que emplean técnicas de razonamiento y tratan de ayudar al niño a entender cómo se sentiría la otra persona.
El estilo de paternidad democrático ofrece mejores resultados que el autoritario. Los padres de niños agresivos con frecuencia son coercitivos y no saben cómo tratarlos. Sus hijos suelen ser impulsivos, egoístas y desagradables para otros niños, de manera que tienden a buscar amigos antisociales que, con su influencia, agravan su comportamiento.
La amistad
Mediante la amistad los niños aprenden a cooperar y comunicarse, aprende de los demás y de sí mismos, crecen emocionalmente conforme el cariño hacia los amigos les permite expresar sentimientos y familiaridad, se sienten valorados y aprenden a funcionar dentro de una relación diferente a la familia. Con los desacuerdos que surgen entre los amigos, aprenden también a resolver conflictos.
Las niñas confían en sus mejores amigas más que los niños varones en los suyos, sus relaciones de amistad son afectuosas y amplían su valor como personas. Esta amistad más estrecha de las niñas en la niñez intermedia, típica de niños más mayores, indica un mayor grado de madurez en ellas. Las niñas tienden a contar con una o dos amigas cercanas, mientras que los varones tienen más amigos pero su relación es menos íntima.
El desarrollo de la amistad
Robert Selman estudió el desarrollo del pensamiento acerca de la amistad, estableciendo cinco etapas superpuestas. La mayoría de los niños en edad escolar se encuentra en la etapa 2 o en la 3.
- Etapa 0 (de 3 a 7 años). Amistad momentánea para jugar. En esta etapa, los niños son egocéntricos y tienen problemas para tener en consideración el punto de vista de otra persona. Tienden a pensar solamente en términos de lo que quieren de una relación. Suelen definir a sus amigos en términos de cercanía física (son amigos porque viven cerca), o por sus posesiones materiales.
- Etapa 1 (4 a 9 años). Asistencia en una dirección. En esta etapa definen a un amigo como aquél que hace lo que el niño quiere que haga (es mi amigo porque siempre me presta el borrador cuando se lo pido).
- Etapa 2. (de 6 a 12 años). Cooperación bidireccional justa y resistente. Definen a los amigos como aquellos que hacen cosas por nosotros y nosotros por ellos, o bien con quienes hacen cosas para los dos.
- Etapa 3 (de 9 a 15 años). En esta etapa la amistad es algo más que hacer cosas para el otro. En esta etapa, los niños ven la amistad de forma posesiva y celosa. Es una relación continua y comprometida que exige exclusividad. Los niños se sienten mal si su mejor amigo está tratando de conseguir también otros amigos.
- Etapa 4. Interdependencia autónoma. Puede comenzar alrededor de los 12 años. En esta etapa los niños respetan las necesidades de los amigos de independencia y autonomía. Son capaces de apoyar, confiar y dar, pero también de dejar ir.
Los hermanos
Las relaciones entre hermanos sirven a los niños para aprender a resolver conflictos. Tanto los lazos de sangre como la cercanía física hacen que los niños sientan la necesidad de reconciliarse después de una riña. Por tanto, aprenden a expresar su ira o enfado sin romper la relación.
El hermano/a mayor tiende a ser más dominante, propenso a atacar, intervenir, ignorar al pequeño o gastarle bromas, mientras que el hermano/a pequeño tiende más a discutir, razonar y halagar. Los niños suelen pelear más con hermanos de su mismo sexo, sobre todo si son varones.
Con frecuencia, los niños mayores cuidan de sus hermanos pequeños y los ayudan con sus tareas. Esta ayuda suele ser más efectiva y aceptada por el niño cuando la diferencia de edad entre ambos es de al menos cuatro años.