Autora: Ana Muñoz


1. Los niños deben tener siempre una rutina. Establece una hora determinada para irse a dormir y haz que se atengan a ella todos los días. Puedes dejarles irse a la cama un poco más tarde los fines de semana, si así lo deseas, o en vacaciones, pero también a una hora fija. Esto les ayudará a crear un hábito.

2. Media hora antes de la hora de dormir, dile a tu hijo/a que se empiece a preparar para acostarse. Esto significa hacer todo aquello que debe hacer antes de acostarse, como darse un baño, lavarse los dientes, ponerse el pijama, orinar, o cualquier cosa que hayas establecido. Procura que tenga bien claro cuáles son las cosas que debe hacer antes de acostarse. Puedes hacer una lista y decirle todo lo que tiene que hacer. Haz también una lista con todas esas cosas que tu hijo te dice que no ha hecho justo cuando se mete en la cama. Por ejemplo, si al acostarse suele decirte que tiene sed, pon en tu lista "beber agua", de modo que sea algo que tiene que hacer antes de acostarse. Si te suele decir que el pijama pica, ponlo en tu lista también y pregúntale si el pijama pica antes de que se acueste. Incluso puedes poner en la lista "comprobar que no hay ningún monstruo en el armario", si es lo que suele decir después de acostarse. Así evitarás todas las estrategias que los niños usan para conseguir acostarse más tarde.

Puedes usar un temporizador de cocina y programarlo para que suene el cabo de media hora, diciéndole que tiene que estar preparado antes de que suene el reloj. El tiempo que le sobre tras sonar el reloj, será un tiempo para pasarlo contigo. Es decir, se meterá en la cama, pero tú te sentarás a su lado y le contarás una historia, o le leerás un cuento, o haréis cualquier otra cosa que sea tranquila. Cuando sea la hora, dale las buenas noches y vete de la habitación.

¿Y si se sale de la cama?

1. Si nada más acostarse se sale de la cama, puedes hacer lo siguiente: en primer lugar, has de hacer que vuelva a la cama lo antes posible, pues cuanto más tiempo pase desde que sale de la cama hasta que vuelve a acostarse, más se reforzará esta conducta. Por tanto, dale la mano y vuelve a llevarlo a la cama lo antes posible sin decir nada ni enfadarte, sino con calma. Si suele levantarse habitualmente, pon una silla en el pasillo, junto a su puerta y siéntate ahí. De este modo, cuando salga de la habitación le estarás cortando el paso enseguida. Entonces lo llevas de la mano a la cama de nuevo y sales de la habitación. Mientras estés en la silla no digas nada.

2. Si se despierta de noche y se sale de la cama tras haber estado un rato durmiendo o en plena noche, estará aún somnoliento, de modo que cuanta menos estimulación reciba, mejor. Por tanto, no hables, mantén una calma total y no enciendas las luces. Dale la mano y llévalo al baño sin preguntar, pues muchos niños se despiertan porque tienen ganas de orinar pero pueden no ser conscientes de ello porque tienen sueño. Después llévalo a la cama de nuevo, siempre sin hablar y con tranquilidad (sin irritarte o enfadarte, pues eso sólo hará que se despierte aún más).

Si tras volver a llevarlo a la cama llora y no quiere quedarse solo, pon una silla junto a su cama, siéntate y espera a que se duerma. Si este es un comportamiento que se repite, haz lo mismo pero, cuando haya pasado una semana, comienza a alejar la silla de su cama cada vez un poco más, hasta sacarla de la habitación y ponerte tras su puerta, de modo que no pueda verte. Utiliza cada nueva posición de la silla durante tres o cuatro días. Cuando tengas la silla fuera de la habitación, haz algún ruido o carraspea si llora o si pregunta dónde estás pero no hables.