Autora: Ana Muñoz
Algunas mujeres se sorprenden al notar la fuerza con la que el bebé succiona a la hora de alimentarse y pueden tardar un poco en acostumbrarse a esa sensación. Además, pueden aparecer algunos problemas o molestias como los que se describen aquí que puedes solucionar fácilmente.
Grietas en los pezones
Al empezar a dar de mamar al bebé, los pezones pueden ponerse doloridos e irritados, aunque esto suele desaparecer tras los primeros días. Sin embargo, a veces los pezones pueden agrietarse o dañarse. Para evitarlo, asegúrate de que el bebé está amamantándose correctamente. Puedes ayudarle a introducir bien el pezón en su boca si levantas el pecho con los dedos y comprimes la areola con el pulgar.
Lava tus pechos solo con agua y evita usar jabón porque puede agravar el daño en los pezones. Deja que se sequen al aire y, si es posible, no uses ropa en la parte superior del cuerpo de vez en cuando. Si usas discos protectores para el pecho, evita aquellos que contengan plástico o tejidos sintéticos, pues pueden irritar los pezones.
Para las grietas en los pezones puede ser de utilidad usar una pezonera, que es una especie de funda para el pezón que permite al bebé amamantarse sin tocar tu piel. Las puedes comprar en las farmacias.
También puedes recurrir al uso de un sacaleches durante unos días, para extraer la leche de tus pechos y luego dársela al bebé usando un biberón. Así tus pezones podrán recuperarse.
Pérdidas de leche
Si estás amamantando, no es raro que entre una toma y otra salga un poco de leche por tus pezones en cualquier momento (y sin avisar). A algunas mujeres les pasa esto cuando hablan de sus bebés, oyen llorar a cualquier bebé o pasan más tiempo del habitual sin dar de mamar. Es más frecuente en las primeras semanas. Para controlarlo, puedes utilizar discos protectores para el pecho, que son unas almohadillas que, colocadas entre tu pecho y el sujetador, absorben la leche que pueda salir. Cambia estos discos después de cada toma y cada vez que se manchen de leche.
Pechos congestionados
Si no amamantas al bebé, puedes tener los pechos congestionados y duros durante unos días, hasta que las glándulas mamarias dejen de producir leche. Esta congestión no suele durar más de tres días, aunque puede ser una sensación incómoda. Incluso si estás amamantando, puede sucederte alguna vez, si produces una gran cantidad de leche. Para aliviar la molestia puedes usar un sacaleches entre una toma y otra y usar un sujetador ajustado.