Autora: Ana Muñoz
El primer contacto de la madre y el recién nacido se produce en el mismo momento del parto. Venir al mundo resulta estresante para el bebé pero hay algunas cosas que puedes hacer para ayudarle a calmarse.
Los bebés nacen con líquido amniótico en la nariz, de manera que lo que primero que hace la persona que asiste al parto es succionar la nariz del bebé en cuanto asoma la cabeza al mundo exterior. No obstante, como aún están unidos a la placenta por el cordón umbilical, los recién nacidos están todavía respirando a través de dicho cordón y no mediante los pulmones.
Cuando se corta el cordón umbilical es cuando el bebé empieza a respirar. La mayoría lo hacen por sí mismos enseguida mientras que otros necesitan un poco de ayuda para su primera respiración.
Es conveniente que hayas hablado de antemano con las personas que van a asistirte en el parto para que sepan cuál es el procedimiento que deseas que sigan, pues algunos podrían querer llevarse al bebé directamente nada más nacer para lavarlo y hacerle el reconocimiento médico. Pero eso puede esperar (a no ser que alguno de los dos tengáis algún problema y necesitéis asistencia inmediata). Nada más nacer, tu bebé necesita estar un rato contigo para tranquilizarse y para tranquilizarte tú con este primer contacto. Por tanto, el procedimiento a seguir debería ser el siguiente:
En cuanto nace, se coloca al bebé sobre el abdomen desnudo de la madre, con su mejilla sobre el pecho de ella para que haya un contacto de piel a piel que lo mantendrá cálido. También se le pone encima una mantita para mantenerlo abrigado y absorber la humedad de su piel mojada por el líquido amniótico. Hay quien corta el cordón umbilical en el momento en que nace, aunque algunas investigaciones indican que puede ser preferible esperar unos minutos (dejando al bebé sobre el abdomen de la madre aún con el cordón) para que fluya un poco más de sangre de la placenta al babé, pues esto parece disminuir el riesgo de anemia del recién nacido. Además, no hacer esto puede privar al bebé de parte del volumen sanguíneo que necesita. De nuevo, hablar con antelación con el equipo que te atenderá será de gran ayuda para evitar malentendidos. Ten también en cuenta que si has tomado alguna medicación para el dolor o para inducir el parto, es preferible cortar el cordón lo antes posible.
Suavemente, coloca la boca del bebé sobre tu pezón para animarle a mamar. El simple contacto con tu piel le ayudará a calmarse y el hecho de comenzar a mamar le relajará aún más. Además, al mamar, tu cuerpo liberará la hormona oxitocina, que ayuda a que el útero se contraiga disminuyendo el riesgo de hemorragia tras el parto.
El test de Apgard, que evalúa los reflejos de tu bebé, puede hacerse mientras el recién nacido está sobre tu abdomen.
Los procedimientos médicos rutinarios, como pesar al bebé, examinarlo, inyectarle vitamina K, etc., deberían esperar hasta que el bebé haya terminado de mamar.
Unos minutos después del nacimiento, los bebés entran en un estado de alerta y lo miran todo con los ojos muy abiertos. Le llamarán la atención tus ojos y te mirará y enseguida se acurrucará sobre tu pecho y empezará a relajarse: los puños que mantenía apretados tras el parto se irán relajando y su cara adquirirá también una expresión más tranquila.
Durante esta primera interacción, el bebé se familiariza con tu olor, el sonido de tu voz, el contacto con tu piel y el sabor de su primer alimento. Conforme el bebé está mamando, ambos os iréis sintiendo cada vez mejor. Una hora después del parto, es muy posible que se haya dormido.
De este modo, al ayudar a tu bebé a tener una transición agradable del útero al mundo exterior, le estás enseñando que este nuevo y extraño mundo al que ha llegado de repente, es un lugar cálido y acogedor donde puede sentirse seguro.