Autora: Ana Muñoz
¿Te sientes amargado buena parte del tiempo? ¿Tienes la sensación de que el mundo es injusto, de que todo te sale mal? ¿Piensas a menudo que la mayoría de la gente parece estar ahí para fastidiarte?
La amargura es la emoción que suele sentir una persona cuando sucede algo que la frustra. Por supuesto, la frustración no da lugar a una emoción de amargura en todos los casos. La frustración es algo externo a nosotros; algo que sucede que hace que las cosas no salgan como deseamos. Cuando vas a comprar algo que necesitas de inmediato y no lo tienen en la tienda; cuando una persona no reacciona del modo como crees que debería reaccionar; cuando algo o alguien estropea tu trabajo; cuando te encuentras en un atasco... En definitiva, cuando tus planes se ven bloqueados (es decir, frustrados). O bien cuando sucede algo que te supone una molestia, es desagradable o no lo deseas. En este último caso, es tu derecho a la comodidad, la felicidad y el bienestar el que se ve frustrado.
Una vez que nuestros planes o nuestra felicidad se ven frustrados, podemos reaccionar de modos muy diversos. Algunas personas sienten una emoción muy intensa y desagradable, que podríamos denominar con el nombre de amargura. Cuanto más dificultad tenga una persona para afrontar adecuadamente la frustración, mayor será su sentimiento de amargura. Y a su vez, la capacidad que tiene una persona para manejar la frustración adecuadamente depende de sus supuestos básicos de pensamiento.
La persona a la que podríamos llamar amargada crónica, se siente frustrada y amargada con mucha frecuencia. Pero estos sentimientos no son necesariamente debidos a que experimenta más acontecimientos frustrantes en su vida que los demás, sino que es debido a que muchas de las pequeñas molestas o inconvenientes, o bloqueos de sus planes o su felicidad momentánea que le suceden, son consideradas por esta persona como terribles catástrofes. Es lo que llamamos una baja tolerancia a la frustración.
El modo de pensar del amargado crónico es el siguiente:
Piensa que su felicidad, bienestar y comodidad son esenciales y deben darse en todo momento y durante todo el día.
Cualquier bloqueo de sus planes o felicidad, aunque sea momentáneo, es visto como algo insoportable.
Es decir, tiene una visión de todo o nada, yendo de un extremo a otro constantemente: "O todo es perfecto y maravilloso, o todo es horrible". Así, en una relación de pareja, por ejemplo, no son capaces de soportar ni el más mínimo conflicto, pues tienden a pensar que todo debe ser siempre color de rosa y un pequeño conflicto es visto como algo horrible ("Si la relación no va siempre bien, entonces no vale la pena, es un asco de relación").
Por supuesto, este modo de ver las cosas no coincide en absoluto con la realidad, pues una relación de pareja va siempre acompañada de altibajos y es normal que a veces aparezcan conflictos, lo cual no significa en absoluto que la relación vaya mal. De hecho, una relación muy positiva y satisfactoria, también tendrá sus ratos problemáticos.
La persona capaz de tolerar adecuadamente este tipo de frustraciones o bloqueos a su felicidad o a sus planes, no considera que sea una catástrofe ni lo ve como algo horrible o insoportable. Acepta que el mundo está lleno de obstáculos y que a lo largo de nuestras vidas nos vamos a encontrar con más de uno, de manera que se limita a sortear dichos obstáculos del mejor modo posible y adopta esa actitud que refleja el refrán "Al mal tiempo buena cara".
Esta es la diferencia entre la persona que se amarga a sí misma continuamente, y la persona que se siente feliz y satisfecha la mayor parte del tiempo. No necesariamente sucede que uno de ellos tenga menos obstáculos o frustraciones en su vida, sino que los maneja de un modo más realista y más sano.
El amargado crónico tiene a menudo una sensación de injusticia, como si los demás o el universo en general estuviesen en su contra, agazapados y dispuestos a fastidiarlo cada vez que tienen la oportunidad. Cuando lo cierto es que su frustración y amargura proceden de su modo de ver las cosas y de su negativa a aceptar que ese estado de felicidad y bienestar permanente al que aspira es simplemente imposible.
Por supuesto, puedes construir tu vida de manera que haya en ella el menor estrés posible, lo cual es bastante aconsejable. Puedes tratar de tener un trabajo satisfactorio y rodearte de personas sanas y equilibradas en vez de personas neuróticas y conflictivas. Pero lo que nunca podrás hacer es librarte de todo inconveniente u obstáculo en tu camino. Simplemente aceptando que así son las cosas puedes acabar con gran parte de tu amargura.
¿Qué puedes hacer para cambiar?
Hay que tener en cuenta que el amargado crónico se siente así ante pequeñas cosas que suceden en su día a día. Por ejemplo, cualquiera puede sentirse frustrado si llega a casa y la encuentra llena de goteras e inundada, pero eso no es algo que suceda cada día, de modo que si solamente nos sentimos amargados ante un acontecimiento como ese, no por eso vamos a estar amargados de manera crónica. Por el contrario, el amargado crónico, se siente frustrado si al entrar en casa tropieza y rompe algo; si no encuentra las llaves del coche; si dejan de emitir su serie favorita; si le apetece una cerveza y no hay ninguna en su nevera; si su pareja está de mal humor; si hace demasiado calor; si hace demasiado frío... Es decir, se amarga ante cualquier cosa que no sea exactamente como desearía que fuese, transformando sus deseos en órdenes para el mundo.
La solución es, por tanto, simple: deja de pensar que eres el rey o reina del universo; deja de pensar que el mundo está ahí para servirte y satisfacer tus necesidades a todas horas y acepta que los inconvenientes, molestas y frustraciones forman parte de la vida, de manera que si al entrar a casa rompes algo, tíralo a la basura o arréglalo si es posible; si dejan de emitir tu serie favorita, busca otra que también te guste, lee un libro o haz cualquier otra cosa; si te apetece comer o beber algo determinado y no lo tienes, toma otra cosa; si tu pareja está de mal humor, acepta que es humana y que tiene malos días, como todos y espera a que se le pase; si hace demasiado calor, usa un ventilador, pon aire acondicionado, date una ducha, o simplemente soporta el calor pensando que no durará siempre, y así sucesivamente.
Tal vez no puedas evitar que haga calor o frío, o que algo se estropee, o que tu pareja esté un día de mal humor, pero sí puedes empezar a verlo de otro modo, a interpretar de otra manera las cosas que te suceden y a aceptar que la frustración forma parte de la vida y no es tan terrible.
Quizás nadie logre ser feliz el 100% de su tiempo, pero, si te conformas con ser feliz una buen parte del tiempo, y no te tomas los malos momentos a la tremenda, tendrás la sensación de que tu vida es, en general, feliz. Mientras que si te empeñas es exigirle al mundo la felicidad y comodidad absoluta, sólo lograrás estar amargado la mayor parte del tiempo.