Autora: Ana Muñoz
El acoso escolar se produce cuando un niño insulta, agrede o tiene un comportamiento hostil hacia otro niño, generalmente más pequeño, débil o indefenso, y este comportamiento se produce de forma continuada en el tiempo.
La violencia escolar suele ser mucho más social y psicológica que física. Aunque la agresión física, intimidación y coacción también se producen, es más frecuente la exclusión social, aislamiento, ridiculizar, humillar, poner motes, no dejar participar en actividades, indisponer a los compañeros contra la víctima, hacer correr rumores, etc. Este acoso psicológico es mucho más dañino que el acoso físico y produce mayores tasas de estrés postraumático y deseos de suicidio.
El acoso escolar es una conducta bastante frecuente en Estados Unidos (uno de cada diez niños) y se está produciendo también en España de forma creciente, por lo que no sería extraño pronosticar que podrían alcanzarse las cifras de Estados Unidos si no se hace nada para evitarlo. Según un estudio sobre acoso escolar dirigido por Iñaki Piñuel, profesor de la Universidad de Alcalá de Henares, el acoso escolar afecta en España al 25% de los escolares y es más frecuente en los niños de primaria, de modo que los niños de segundo de primaria tienen 7 veces más probabilidades de padecer acoso que los niños de segundo de bachillerato, quienes son víctimas de acoso en un 6%.
El acoso escolar afecta a niños de ambos sexos, aunque es algo más frecuente entre niños varones (27% frente a 21%) y, por lo general, los niños suelen ser víctimas de niños varones y las niñas suelen ser víctimas de otras niñas, de modo que no se trata de violencia de género.
Consecuencias del acoso
El acoso no es un aspecto inofensivo del crecimiento. Puede causar un daño severo a la salud mental y física de víctimas, acosadores y de los niños testigos de la violencia.
Las víctimas pueden sufrir lesiones físicas, miedo y ansiedad. Pueden aparecer cuadros depresivos, trastorno de estrés postraumático y síntomas físicos. Su rendimiento escolar decae debido a que pueden faltar a la escuela o llegar tarde, y a los problemas para concentrarse en los estudios o la baja autoestima provocada por el acoso constante. Las víctimas de acoso pueden rechazar participar en actividades que implican a otros niños; pueden no hacer ninguna actividad social y comenzar a perder amistades. Suelen estar siempre ansiosos y deprimidos. El estrés al que se ven sometidos también afecta a su cuerpo, dando lugar a dolores de estómago, dolores de cabeza, negarse a comer, orinarse en la cama o problemas de sueño.
Los acosadores tienen también probabilidades de tener problemas sociales que van a peor con el tiempo y pueden perdurar en la edad adulta. Por ejemplo, los estudios muestran que los adultos que han acosado a alguien durante su niñez tenían más probabilidades de tener antecedentes penales.
Los testigos. Los niños que simplemente observan este comportamiento también pueden verse afectados. Después de observar un incidente de este tipo, pueden sentir malestar emocional y pensar que la escuela no es un lugar seguro.
Características de víctimas y acosadores
Es importante recordar que cualquier niño podría ser una víctima o un acosador, aunque existen algunas características que se han encontrado en víctimas o acosadores.
Las víctimas tienden a ser más pequeñas y más débiles que el resto de sus compañeros, y reaccionan a menudo de un modo más pasivo y ansioso ante las situaciones amenazantes. También puede tratase de personas que son diferentes a los demás por algún motivo, como puede ser la orientación sexual, algún defecto físico, o simplemente son personas más centradas en los estudios y el aprendizaje que el resto de los compañeros.
Los acosadores tienden a ser más grandes, más fuertes y a menudo se comportan de forma ruda con sus profesores, padres y hermanos. Sus actitudes y juego revelan una aceptación de la violencia, y tienden a utilizar medios violentos de resolver conflictos. Suelen tener una autoestima baja y carencias afectivas, y tratan de destacar dominando a los demás, generalmente más débiles que ellos. Tratan de hundirlos para poder sentirse superiores y aumentar así su autoestima.
El papel de los estudiantes para acabar con la violencia en las aulas
En el 24% de los casos de acoso, son los propios compañeros de la víctima los que intervienen para cortar la violencia, siendo éste uno de los medios más eficaces para evitarla.
Hacer conscientes a los estudiantes del problema existente, empujarlos a implicarse para defender a sus compañeros y enseñarles la importancia de tratar a los demás con respeto, evitando recurrir a cualquier clase de burla o humillación, es fundamental para luchar contra el acoso escolar.
Si temes que tu hijo/a esté siendo víctima de violencia en la escuela
Lo primero que has de hace es hablar con él o ella. Ten presente que los niños que están siendo acosados pueden ser reacios a hablar de su experiencia porque están desconcertados o temen que, si hablan, el acoso será mayor. Puedes preguntar a tu hijo directamente o bien utilizar preguntas indirectas, como: ¿Qué niños de tu escuela se meten con otros niños? ¿Conoces a alguien en tu escuela que acose a otros niños? ¿Cómo es cuando vas de camino a la escuela o tomas el autobús? ¿Qué sueles hacer durante período de almuerzo o recreo; sueles jugar con otros niños?
Qué hacer si tu hijo te dice que es víctima de acoso
Presta apoyo incondicional a tu hijo. "Suelen ser errores frecuentes entre los padres de niños acosados el trivializar, banalizar, restar importancia, dudar de la versión del niño haciendo que los menores acosados terminen aclimantándose a la violencia que padecen y terminen pensando que la violencia es algo normal", explica Iñaki Piñuel. "Los padres solemos emitir cinco tipos de mensajes tóxicos a los niños acosados: negar la versión que el niño nos trae sobre la violencia que padece; mostrar al niño que esto siempre ha ocurrido así, que nosotros también lo padecimos, comparándonos; decir a los niños que esto es bueno para ello, que les hace ser más duros, les prepara para la vida, les forja el carácter y otras aberraciones semejantes.
Los padres señalan al niño que ante el acoso prefieren que el niño se transforme en alguien violento frente a los que le acosan (cosas que hemos escuchado a los padres: “prefiero que vengas con un ojo en la mano a casa a que vengas llorando porque otro te ha pegado"; "si te pegan, pégales tú más fuerte"…); Otra de las alternativas es dejar que pase el tiempo."
No animes a tu hijo a que pelee o busque venganza porque esto lo pone en peligro y hace que continúe el ciclo de violencia. Decirle que no haga caso al acosador tampoco solucionará el problema. La mejor manera de ayudarle es enseñarle a demostrar confianza en sí mismo y cómo evitar las situaciones que lo pongan en riesgo de ser acosado.
Las siguientes sugerencias pueden servirte de ayuda:
1. Ayuda al niño a desarrollar confianza en sí mismo. Anímalo a que participe en actividades extraescolares, como deportes, música, baile, teatro, etc., con las cuales disfrute y se le dé bien. Los niños que se sienten bien consigo mismos son menos propensos a ser escogidos como víctimas.
2. Enséñale cómo mostrar confianza en sí mismo ante los demás: si alguien trata de acosarlo, ha de mirarlo directamente a los ojos y decir algo como: "Basta, no me gusta lo que estás haciendo", y luego alejarse caminando con confianza, ignorando cualquier otro comentario del acosador.
3. Anímale a tener las amistades. Los niños que son solitarios son más propensos a ser escogidos como víctimas. Ayuda a tu hijo a hacer amistades. Las amistades también le aportarán más confianza y autoestima.
4. Aconseja a tu hijo moverse en grupos. Tendrá menos probabilidades de ser un blanco para los acosadores si está con otros amigos.
5. Enseña a tu hijo la importancia del lenguaje del cuerpo. Los niños que aprenden a mantener un contacto visual directo, mantenerse erguidos, con la cabeza alta, sus brazos y manos relajados, y utilizan una voz firme, son más eficaces para disuadir a los acosadores. Practica esto en casa con tu hijo.
6. Habla con otros padres. Si tu hijo está siendo acosado, es posible que también lo sean otros, de modo que sus padres pueden aportar sugerencias.
7. Informa a la escuela de lo que está pasando. Esto es muy importante porque vas a depender de la escuela para mantener a tu hijo seguro durante el día. Tus esfuerzos serán más eficaces si implicas también a otros padres. Anima a la escuela a que aumente la supervisión en los pasillos y recreos.
Si tu hijo o hija es el acosador
Si acusan a tu hijo de ser un acosador u observas este tipo de comportamientos, tómatelo en serio. Al principio puede que estés a la defensiva y desees negar el problema, pero recuerda que ser un acosador durante la niñez puede conducir a problemas de por vida, y ahora es el momento en que puedes ayudar a cambiar el comportamiento de tu hijo. Habla con él o ella y busca información sobre los que ha sucedido. No le culpes o critiques, sino trata de averiguar por qué se comporta así. Por ejemplo, algunos niños sufren abuso verbal o físico de otros niños, padre o hermanos, y después se comportan de este mismo modo con otros niños.
Algunas cosas que puedes hacer son las siguientes:
1. Deja claro que no vas a tolerar el acoso. Asegúrate de que entiende que ese tipo de comportamientos no son aceptables y son dañinos para todos. Ayúdale a entender cómo el acoso influye y daña a otros niños. Establece límites firmes y definidos para este comportamiento y responde a los incidentes de acoso con consecuencias negativas, como pérdida de tiempo que pasa con sus amigos.
2. Enséñale comportamientos alternativos. Ayúdale a desarrollar estrategias constructivas para conseguir lo que desea. Enseña y practica habilidades de negociación y solución de problemas de forma no violenta. Practica los nuevos comportamientos con tu hijo.
3. Sé un modelo positivo. Los niños pueden aprender de ti cómo tratar a los demás con respecto y amabilidad. Demuestra a tus hijos cómo pueden conseguir lo que desean sin amenazar o atacar a otras personas.
4. Supervisa a tu hijo más de cerca. Permanece cerca tanto como sea posible cuando esté jugando con otros niños. Anima su participación en actividades extraescolares supervisadas. Estas actividades ayudarán al niño a desarrollar habilidades e intereses, y al mismo tiempo que pueden servir como una descarga socialmente aceptable del exceso de la energía o agresividad (por ejemplo, en el deporte).
5. Consulta a un psicólogo. Un profesional puede ayudar a tu hijo a descubrir cuáles son los desencadenantes de su comportamiento violento y le puede enseñar diversas maneras de manejar estos problemas.