Autora: Ana Muñoz


Durante la noche, mientras estamos dormidos y nuestra mente parece vagar libre por algún lugar desconocido, solemos tener sueños de todo tipo. La mayoría de ellos los olvidamos o no les damos especial importancia. Sin embargo, de vez en cuando, una persona tiene un sueño especial, que recuerda con claridad al despertar y que puede que incluso no llegue a olvidar durante el resto de su vida. Son los grandes sueños, aquellos que tienen algo realmente importante que decirnos y que nos producen una emoción especialmente intensa.

"Los grandes sueños nos transforman", dice Roger Knudson, director del programa de psicología clínica en la Miami University of Ohio. La imaginación de los sueños, explica Knudson, no solo cosecha imágenes de experiencias pasadas, sino que posee una creatividad poética que conecta los puntos y deforma lo dado, convirtiendo recuerdos y emociones dispersas en viñetas vívidas experienciales que pueden ayudarnos a reflexionar sobre nuestras vidas.

Una situación típica en la que suelen aparecer grandes sueños tiene lugar tras la muerte de un ser amado. El duelo o dolor de la pérdida es en sí mismo transformador. El doliente debe desprenderse del yo que fue, al igual que ha de desprenderse de la persona que ha perdido. Los sueños que tenemos durante la etapa de duelo son una parte importante de ese proceso y no es raro soñar que la persona fallecida se nos aparece.

Estos sueños en los que el fallecido "vuelve a la vida" son diferentes según la fase del duelo en la que se encuentre una persona. Cuando la muerte acaba de producirse, muchas personas se sienten sorprendidas o asustadas por la aparición en sus sueños de la persona fallecida. Según la doctora Deirdre Barrett, una investigadora de los sueños de la Universidad de Harvard, estos sueños corresponden a la confusión y negación de los estados iniciales del duelo.

Algunas culturas conceden una importancia especial a este tipo de sueños e incluso los consideran encuentros reales con la persona fallecida.

"Nuestros sueños tienen que ver con el modo como interiorizamos a las personas que amamos", dice Pamela McCarthy, directora de servicios de asesoramiento en el Smith College.

Según el doctor Knudson, si ignoramos nuestros grandes sueños, estamos desechando una fuente muy valiosa de comprensión y conocimiento de nosotros mismos. Los sueños que nos hacen detenernos y nos dejan pensativos mientras los recordamos una y otra vez, sirven precisamente para eso: para hacer que nos detengamos en nuestra frenética vida diaria llena de horarios y trabajo por hacer, para mirar un rato hacia nuestro olvidado interior.