Autora: Ana Muñoz
El optimismo es una manera de pensar que todo el mundo puede utilizar voluntariamente si así lo desea. Para utilizar un pensamiento optimista, ten en cuenta los siguientes puntos:
1. Ten presente que ser optimista no significa negar la realidad. Por tanto, es importante que el pensamiento no sólo sea optimista, sino también realista. Por ejemplo, supongamos que es de noche y tu hijo/a o pareja se retrasa mucho, sabes que está conduciendo y hace muy mal tiempo. Tu pensamiento puede ser el siguiente:
- Pensamiento pesimista: "Seguro que ha tenido un accidente.
- Pensamiento optimista irreal: "Estará bien, a el/ella no le puede pasar nunca nada malo."
- Pensamiento optimista realista. "No tiene por qué haber sucedido lo peor, puede que esté en un atasco o que haya parado hasta que amaine la lluvia. Esperaré a ver qué pasa."
2. No te centres sólo en los resultados negativos. Analiza todas las posibilidades, tanto las positivas como las negativas y piensa que no tiene porque haber sucedido algo malo cuando también hay alternativas positivas (a veces incluso más numerosas, lo cual hace más probable un resultado positivo).
3. Confía en tu capacidad para resolver problemas y superar retos. Si, ante un problema, tu primer pensamiento es: "No podré solucionarlo, no soy capaz", entonces puede que ni siquiera lo intentes. Por el contrario, prueba a generar ideas y posibles soluciones. Si no se te ocurre nada, espera un día o dos y vuelve a intentarlo. Probablemente encuentres una solución, y si no es así, al menos lo habrás intentado en vez de rendirte de antemano.
4. Tras un suceso negativo pregúntate: ¿"Qué puedo aprender de todo esto? ¿Qué puedo sacar de positivo?" Los sucesos negativos pueden enseñarnos cosas positivas. Aprende de ellos tratando de centrarte en las lecciones positivas. Por ejemplo, en vez de decir: "Esto me ha enseñado que no puedo confiar en nadie", trata de decir: "Esto me ha enseñado que tengo que aprender a no entregar mi confianza tan pronto a una personas, sino esperar a conocerla mejor."
5. Ten presente que los problemas o situaciones desagradables no son permanentes. No los veas como algo que va a durar para siempre. Recuerda el refrán que dice: "Después de la tempestad siempre llega la calma".
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