Autora: Ana Muñoz


Consulta: Tengo la costumbre de quitarme los zapatos nada más entrar en casa, lo hago por razones de higiene. Mi hija y mi marido también lo hacen sin problema pero lo que podría ser un hábito sin más, en mi caso es un problema porque veo que no es una costumbre instaurada y lo veo más como manía que como habito. Me angustia pensar que en mi casa no puede entrar nadie con zapatos porque detrás de que se marche yo necesito limpiar lo que esa persona haya pisado. Incluso viendo la tele o leyendo un libro no hago mas que corroborar que la gente entra y sale de su casa con zapatos sin ningún problema y yo sería incapaz de hacerlo.

Me gustaría ver mi costumbre como algo natural de lo que no tengo que avergonzarme e incluso no sentir esa necesidad imperiosa de pasar una bayeta por el suelo si alguien entra en mi casa con zapatos, pero por otro lado veo la suciedad de la calle y pienso que lo que hacemos en casa debería ser lo habitual en todas las casas. No se si esto es una obsesión, pero realmente no me siento bien sin poder dejar de pensar en ello.

Respuesta: Lo que piensas respecto a que sería mejor que todo el mundo se quitara los zapatos es una opinión personal que tienes derecho a tener y, por tanto, no es discutible, ya que cada persona tiene derecho a tener sus propias opiniones. Lo que sí puedes discutir (preferiblemente contigo misma) es si mantener esa opinión o creencia te está beneficiando o si sería más beneficioso para ti modificarla, de modo que pudieras estar más tranquila y sentirte menos ansiosa cada vez que alguien entrara con zapatos. Después trata de analizar qué temes exactamente. Por ejemplo, lo habitual en casos como el tuyo es que la persona tenga miedo a los gérmenes que pueden estar en la suciedad de la suela de los zapatos y que esos gérmenes transmitan enfermedades y pongan en peligro a su familia. Si ese es tu caso, puedes comenzar por plantearte estas preguntas y responderlas por escrito:

- ¿Qué es lo peor que podría suceder?
- ¿Qué probabilidades existen de que suceda lo peor?
- Además de lo peor, ¿qué otras cosas intermedias podrían suceder que no fuesen tan graves? ¿Con qué probabilidad?
- Suponiendo que suceda lo que temes (por ejemplo, el contagio de una enfermedad) ¿supondría necesariamente una tragedia o es posible encontrar soluciones y resolver el problema sin consecuencias? ¿Podrías soportarla igual que soportas otras dificultades de la vida diaria y seguir adelante?

Con estas preguntas y otras similares lo que haces es analizar la exactitud de tus creencias y tratar de ajustarlas más a la realidad. Ten en cuenta que el hecho de que algo sea probable, no significa que vaya a suceder. Probable sólo significa que hay una probabilidad (que puede ser incluso de una entre un millón, por ejemplo). Si te pones a pensar en todas las cosas horribles que podrían suceder entonces no podrías dar un sólo paso ni hacer nada en absoluto (podría haber un terremoto, un incendio en tu casa, quedarte sin trabajo, un atraco, que te atropelle un coche... y así podríamos llenar páginas enteras). Por tanto, lo que hacemos es utilizar un pensamiento más científico y decir: "dado que tal cosa es poco probable, no me voy a preocupar excesivamente; o dado que tal cosa es bastante probable, voy a evitar hacerlo; o dado que tal cosa tiene algunas probabilidades de suceder, voy a hacerlo, pero con precauciones".

Del mismo modo, evaluamos las consecuencias de que suceda lo que tememos. Por ejemplo, si alguien llega a contraer una enfermedad, analizamos la probabilidad de que esa enfermedad sea grave. Si llegamos a la conclusión de que lo más probable es que no suponga un problema especial (como un resfriado), entonces nos preocupamos menos. Es decir, no utilices un pensamiento de todo o nada ni confundas la probabilidad con la certeza, porque entonces te comportarás (y de hecho lo estás haciendo) como si la probabilidad de contagio fuese del 100%, lo cual te perjudica, te lleva a tener un comportamiento rígido y no necesariamente evita lo que temes, dado que el contagio puede provenir de tantas fuentes que es imposible controlarlas todas.

Resumiendo, cada vez que te pongas a pensar todas las cosas horribles que podrían pasar cuando alguien entre en tu casa con zapatos, intenta analizar esos pensamiento como haría un científico y actuar en base a dichas conclusiones: "si algo es poco probable y si, en caso de que suceda, es también poco probable que sus consecuencias sean graves, entonces no me tengo que preocupar excesivamente, sino sólo un poco". No es lo mismo estar obsesionada (y, por tanto angustiada) pensando en horribles catástrofes, que estar sólo un poco preocupada. Por tanto, trata de convertir tu obsesión en preocupación leve, de modo que tu comportamiento sea también más flexible.