Autora: Ana Muñoz

Las investigaciones en psicodermatología, la disciplina que estudia la relación entre la mente y la piel, han demostrado que los factores psicológicos como el estrés, la ansiedad y otras emociones negativas pueden influir significativamente en las enfermedades cutáneas mediante mecanismos neuroendocrinos e inmunológicos. Estas influencias pueden clasificarse en tres categorías principales:

  • Trastornos psicofisiológicos de la piel
  • Trastornos psiquiátricos con manifestaciones cutáneas
  • Impacto psicológico que causan en las personas las enfermedades de la piel

A) Trastornos psicofisiológicos de la piel

Los trastornos psicofisiológicos de la piel son enfermedades cutáneas con una base orgánica, pero que pueden ser exacerbadas, desencadenadas o agravadas por factores psicológicos como el estrés, la ansiedad, la depresión y otros estados emocionales. El sistema nervioso, el sistema inmunológico y la piel están estrechamente conectados a través del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal (HHS) y del sistema nervioso autónomo, lo que explica cómo las emociones pueden impactar en la salud de la piel. Entre las enfermedades más afectadas por factores psicológicos se encuentran las siguientes:

1. Psoriasis

Es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel caracterizada por la aparición de placas rojas y escamosas. Al estudiar estas placas, puede verse un engrosamiento de la piel, con vasos sanguíneos dilatados y tortuosos e inflamación. 

En situaciones de estrés emocional elevado aumenta la liberación de la sustancia P, neurotransmisor que interviene en los procesos inflamatorios. Se ha comprobado que existe una mayor concentración de esta sustancia en las terminaciones nerviosas de zonas de la piel que presentan placas de psoriasis.

En situaciones de estrés, las personas con psoriasis muestran una mayor alteración en la frecuencia cardíaca y presión arterial que las personas sin esta enfermedad. También muestran mayores niveles de adrenalina y noradrenalina.

Por otra parte, la desfiguración que producen las placas de psoriasis dificulta el establecimiento de relaciones sociales y de pareja, así como las posibilidades laborales, lo cual puede afectar el estado de ánimo de estas personas. Las personas con psoriasis suelen pensar que serán rechazadas por los demás, tienen sentimientos de imperfección, sensibilidad a las actitudes de los demás, culpa, vergüenza y ocultismo. Por estos motivos, esta enfermedad se ha asociado con un mayor riesgo de depresión y suicidio.

La psoriasis se ha asociado también con alcoholismo, el cual agrava la sintomatología de la piel, ya que el alcohol es un vasodilatador cutáneo.

2. Dermatitis atópica (eccema)

Es una enfermedad inflamatoria crónica que provoca picazón intensa, sequedad y enrojecimiento de la piel. Se ha encontrado que los pacientes con dermatitis atópica tienen una mayor reactividad al estrés. El rascado provocado por la ansiedad o la frustración agrava las lesiones, favoreciendo infecciones secundarias. El insomnio debido a la picazón genera fatiga y estrés, lo que agrava la inflamación cutánea.

La dermatitis atópica suele estar asociada a los trastornos de ansiedad y del estado de ánimo y los episodios de dermatitis suelen estar asociados a estresores psicosociales.

Se ha visto que los mayores niveles de ansiedad y depresión existentes en estas personas se correlacionan con cambios en parámetros inmunológicos (variaciones en los niveles de inmunoglobulinas, actividad disminuida de las células natural killer -NK- , etc.).

3. Acné

Es una enfermedad cutánea caracterizada por inflamación de las glándulas sebáceas. El estrés aumenta la producción de cortisol, lo que estimula la secreción de sebo y favorece la proliferación de Cutibacterium acnes, bacteria implicada en el acné. Se ha observado que los brotes de acné empeoran durante períodos de estrés emocional (exámenes, problemas personales, ansiedad social).
Además del impacto físico, el acné puede afectar la autoestima, causando mayor ansiedad y perpetuando el problema.

4. Urticaria y angioedema

Se caracteriza por la aparición de ronchas en la piel acompañadas de picazón intensa. Puede ser desencadenada por la liberación de histamina en respuesta al estrés emocional. En algunos casos, el angioedema (hinchazón de los tejidos profundos) también se asocia con estrés o ansiedad intensa.

La urticaria crónica idiopática se ha vinculado con trastornos emocionales y algunos pacientes mejoran con tratamientos psicológicos como la terapia cognitivo conductual.

5. Alopecia areata

Consiste en la pérdida rápida del pelo en una o varias placas redondeadas u ovales, generalmente en el cuero cabelludo, cejas o barba. En ocasiones, la pérdida de pelo puede ser difusa en vez de en placas. A veces puede verse afectada la totalidad del cuero cabelludo (alopecia total) o bien la alopecia puede afectar a todo el cuerpo, incluyendo axilas, vello genital, etc. (alopecia universal).

En las causas de esta enfermedad se han implicado factores inmunológicos, hereditarios y psicológicos. Durante la segunda guerra mundial, se observó un incremento del número de alopecias areatas durante las semanas previas a la invasión del continente europeo en 1944. 

La alopecia areata se asocia con respuestas autoinmunes desencadenadas por el estrés psicológico. El estrés altera la función del sistema inmunitario, provocando la destrucción de los folículos pilosos.

Las personas con alopecia areata tienen una prevalencia de trastornos psiquiátricos a lo largo de su vida del 74 %, siendo los diagnósticos más frecuentes, la depresión mayor y el trastorno de ansiedad generalizada, seguido, en menor medida, por la fobia social.

Mecanismos fisiológicos implicados

Los trastornos psicofisiológicos de la piel se explican a través de diversas vías biológicas:

1. Eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal (HHS). El estrés activa este eje, aumentando la liberación de cortisol. A su vez, el cortisol altera la función de la barrera cutánea, reduce la hidratación y favorece la inflamación.

2. Sistema inmunitario. El estrés crónico favorece la liberación de citoquinas proinflamatorias (TNF-α, IL-6, IL-1), agravando enfermedades inflamatorias como la psoriasis y la dermatitis atópica.

3. Sistema nervioso autónomo. La activación del sistema simpático aumenta la liberación de histamina y favorece reacciones alérgicas como la urticaria.

B) Trastornos psicológicos con manifestaciones cutáneas

Algunos trastornos psicológicos pueden generar síntomas en la piel:

  • Tricotilomanía: impulso incontrolable de arrancarse el cabello.
  • Dermatilomanía: rascado compulsivo de la piel, a menudo vinculado a ansiedad u obsesión.
  • Delirio de parasitosis: creencia errónea de estar infestado por parásitos en la piel.

C) Impacto psicológico de las enfermedades de la piel

Las enfermedades cutáneas no solo afectan físicamente a los pacientes, sino que también pueden tener un profundo impacto psicológico y social. La piel es el órgano más visible del cuerpo y cualquier alteración en su apariencia puede influir en la autoestima, las relaciones interpersonales y la calidad de vida de las personas que la padecen. En muchos casos, se genera un ciclo negativo en el que la enfermedad de la piel provoca angustia emocional y esta, a su vez, puede empeorar la afección dermatológica. Veamos los principales efectos psicológicos de las enfermedades de la piel:

1. Ansiedad y depresión

Se ha observado que muchas enfermedades dermatológicas crónicas, como la psoriasis, la dermatitis atópica, el acné y el vitíligo, están asociadas con mayores niveles de ansiedad y depresión. Los síntomas de  la piel pueden llevar a los pacientes a sentirse avergonzados, desarrollar una imagen negativa de sí mismos y evitar la interacción social. La percepción de rechazo o discriminación por parte de otras personas puede incrementar la ansiedad y el aislamiento. Por ejemplo, un estudio encontró que hasta el 60 % de los pacientes con psoriasis presentan síntomas de ansiedad o depresión.

2. Baja autoestima y autoimagen negativa

La piel juega un papel fundamental en la identidad y la autoimagen. Cuando la enfermedad afecta a zonas visibles como la cara, manos o brazos, los pacientes pueden experimentar vergüenza o inseguridad. En adolescentes, esto puede ser especialmente grave, ya que la autoimagen influye en su desarrollo social y emocional. Por ejemplo, en el caso del acné severo, los pacientes pueden evitar salir en fotos, asistir a eventos sociales o incluso evitar el contacto visual con otras personas.

3. Aislamiento social y problemas en las relaciones

Muchas personas con enfermedades de la piel evitan actividades sociales por miedo a ser juzgadas o señaladas. En los casos más graves, algunos personas pueden desarrollar fobia social y evitar el contacto con otras personas. También pueden surgir problemas en las relaciones afectivas y de pareja debido a la inseguridad sobre la apariencia. Por ejemplo, algunas personas con vitíligo dicen tener dificultades para iniciar relaciones sentimentales debido a que esperan el rechazo por parte de los demás.

Las enfermedades cutáneas visibles pueden generar discriminación en el ámbito laboral o escolar y algunas personas evitan ciertos trabajos o profesiones debido a la inseguridad sobre su apariencia. En estudiantes, la baja autoestima y la ansiedad social pueden influir negativamente en el desempeño académico y la participación en clase.

4. Estrés y empeoramiento de la enfermedad

La angustia psicológica derivada de la enfermedad puede aumentar los niveles de cortisol (hormona del estrés), lo que agrava el problema cutáneo. De este modo, se crea un círculo vicioso:

Estrés → Empeoramiento de la enfermedad → Más estrés → Síntomas más graves

Este fenómeno es común en enfermedades como la psoriasis, el acné y la dermatitis atópica. Por ejemplo, en personas con urticaria crónica, el estrés emocional puede ser un desencadenante directo de los brotes.

5. Trastornos del sueño

Muchas enfermedades de la piel causan picazón intensa (por ejemplo, la dermatitis atópica y la urticaria), lo que interfiere con el sueño. La falta de sueño aumenta la fatiga, disminuye la capacidad de concentración y afecta el estado de ánimo. A largo plazo, el insomnio crónico puede contribuir al desarrollo de depresión y ansiedad. Por ejemplo, un paciente con dermatitis atópica que se rasca constantemente durante la noche puede despertar varias veces, lo que afecta a su descanso y su rendimiento durante el día.

6. Estigma y discriminación

Algunas enfermedades de la piel, como la psoriasis y el vitíligo, todavía son poco comprendidas por la sociedad. En algunos casos, las personas creen erróneamente que son contagiosas, lo que genera rechazo y exclusión. Este estigma puede ejercer una influencia en la confianza del paciente y reforzar la sensación de aislamiento.

¿Qué puedes hacer si tienes una enfermedad dermatológica?

Además del tratamiento dermatológico adecuado para mejorar la apariencia y reducir los síntomas, puedes centrarte en los aspectos psicológicos en los que pueden influir.

Tal vez no puedas influir directamente en tus síntomas para que desaparezcan, pero sí que puedes influir en muchos aspectos psicológicos que están agravando o incluso desencadenando los síntomas. Puedes aprender técnicas de relajación, aprender a manejar el estrés, a resolver conflictos, a desarrollar la resiliencia, aprender técnicas de reestructuración cognitiva, etc. Y, por supuesto, siempre puedes acudir a un psicólogo para que te ayude.

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