Autora: Ana Muñoz

El origen embriológico común de la piel y el sistema nervioso central hace que ambos tengan en común neuromoduladores, péptidos y sistemas bioquímicos de información interna. Por este motivo, la piel es un órgano que reacciona con intensidad a emociones como miedo, vergüenza, ansiedad, ira, etc.

Dado que la piel es la parte más accesible de nuestro organismo, no es raro que muchas personas expresen a través de la piel impulsos de naturaleza agresiva, ansiosa o autodestructiva, provocándose síntomas dermatológicos.

Por otro lado, personas con enfermedades dermatológicas que comprometen la autoimagen (acné severo, psoriasis, etc.) pueden sentirse deprimidos, avergonzados o ansiosos como consecuencia de su enfermedad.

Los sistemas nervioso, endocrino e inmune están relacionados debido a que tienen multitud de vías anatómicas y fisiológicas de interacción entre ellos. Por este motivo, los factores psicológicos pueden afectar, a través de su influencia en el sistema inmunitario (psiconeuroinmunoligía) el pronóstico de muchas enfermedades (sobre todo enfermedades inmunológicas, endocrinas, infecciosas y oncológicas). Así, la forma en que una persona reacciona ante el estrés puede resultar tan importante para establecer el pronóstico de una enfermedad como muchos parámetros médicos. Es bien conocido que los tratamientos psicológicos pueden utilizarse para mejorar el sistema inmunitario, mientras que el estrés mantenido puede aumentar la susceptibilidad a ciertas infecciones y otras enfermedades.

Un nivel elevado de estrés puede inhibir la respuesta del sistema inmunitario (por ejemplo, bloqueando la actividad de células NK, la producción de interferón y de interleucina-2, etc.). El estrés altera las concentraciones de neurotransmisores y la sensibilidad de sus receptores. Estos cambios en los neurotransmisores pueden mediar respuestas cutáneas diversas (vasoconstricción, vasodilatación, secreción de mastocitos, fagocitosis, expresión de factores de adhesión de leucocitos la pared de los pequeños vasos sanguíneos, etc.). Por otra parte, en los nervios de la capa superficial de la piel intervienen un buen número de péptidos que están también presentes en el sistema nervioso central.

Todas estas son las vías mediante las cuales los factores psicológicos pueden producir alteraciones dermatológicas. Existen múltiples enfermedades que dependen de la activación/inactivación del sistema inmunitario debida a la respuesta fisiológica de estrés. Entre ellas se encuentran enfermedades como eritemas, edemas, prurito, herpes labial y genital, mononucleosis infecciosa, infecciones víricas, tiroiditis, lupus eritematoso sistémico, alopecia areata, dermatitis atópica, psoriasis, cánceres, etc. Estas enfermedades resultan de una compleja mezcla de emociones y acontecimientos vitales, neurotransmisores y neuromoduladores, respuestas endocrinas y alteraciones inmunológicas.

Urticaria

Las lesiones típicas de la urticaria son los habones, que son lesiones sobreelevadas, enrojecidas, edematosas, y pruriginosas (con pus). Pueden aparecer de forma súbita y desaparecer en pocos días. Es frecuente que los estresores sean los desencadenantes o jueguen un papel importante en el mantenimiento de la urticaria. Suele aparecer junto con trastornos ansiosos o depresivos. De hecho, en el 70% de los casos de urticaria idiopática existen factores emocionales.

Algunos autores relacionan la urticaria con la reacción emocional ante la fantasía de ser "agredido" por el destino, por una injusticia, por los demás, etc. La urticaria sería la traducción corporal del sentimiento de sufrir malos tratos: la vasodilatación es similar a la que se observa después de recibir golpes.

La urticaria suele aparecer en personalidades con rasgos histéricos, frecuentemente implicados en un conflicto triangular; por ejemplo, el deseo erótico hacia una persona y la imposibilidad de satisfacerlo debido a la presencia de un rival.

Los rasgos característicos de la personalidad de los pacientes con urticaria son los siguientes:

  • Fuerte tendencia a adoptar una actitud pasiva en sus relaciones con otras personas
  • Gran tendencia a experimentar miedo, el cual se tolera mal
  • Gran propensión a sentirse herido en las relaciones amorosas
  • Un alto grado de inseguridad en el comportamiento.

La psicoterapia puede ofrecer excelentes resultados en el tratamiento de la urticaria.

Dermatitis atópica

Es uno de los tipos más frecuentes de eczema. Suele aparecer en las zonas de flexión de los miembros. Estos pacientes suelen ser muy susceptibles a infecciones cutáneas.

La dermatitis atópica suele estar asociada a los trastornos de ansiedad y del estado de ánimo y los episodios de dermatitis suelen estar asociados a estresores psicosociales.

Se ha visto que los mayores niveles de ansiedad y depresión existentes en estas personas se correlacionan con cambios en parámetros inmunológicos (variaciones en los niveles de inmunoglobulinas, actividad disminuida de las células natural killer -NK- , etc.).

Ciertas características de las madres de niños con dermatitis atópica pueden dar lugar a una peor evolución de la enfermedad. Se trata de madres sobreprotectoras y ansiosas, con actitudes de desesperanza y que perciben como negativo el comportamiento de los niños con frecuencia. Una de las características principales de estas madres es el rechazo hacia los hijos, tanto consciente como inconsciente. Cuando se tiene en cuenta este rechazo en un tratamiento con psicoterapia en niños con dermatitis atópica, la tasa de remisión de la enfermedad es alta.

En general, las personas con dermatitis atópica ejercen un control estricto sobre sus impulsos agresivos y los dirigen hacia su propia piel. Son inseguros, hipersensibles, introvertidos y agresivos. Suelen guardar sus problemas para sí mismos y expresan sus conflictos de hostilidad y ansiedad a través del rascado.

Estos pacientes suelen presentar también otros síndromes psicosomáticos específicos, como la ansiedad y el síndrome de colon irritable.

Psoriasis

Consiste en la aparición de placas bien delimitadas, con escamas gruesas y plateadas. Suelen aparecer en las zonas extensoras de las articulaciones, como el codo o la rodilla. Al estudiar estas placas, puede verse un engrosamiento de la piel, con vasos sanguíneos dilatados y tortuosos e inflamación.

Para que se produzca esta enfermedad es necesario que exista una predisposición genética, pero el hecho de que se llegue a manifestar o no (a pesar de la predisposición genética), así como sus agravaciones, está relacionado con factores emocionales y ambientales. El clima frío y seco y diversos medicamentos, como el litio, también pueden agravar los síntomas. Existe también una relación entre la agravación de la psoriasis y la forma en que las personas perciben el estrés.

En situaciones de estrés emocional elevado aumenta la liberación de la sustancia P, neurotransmisor que interviene en los procesos inflamatorios. Se ha comprobado que existe una mayor concentración de esta sustancia en las terminaciones nerviosas de zonas de la piel que presentan placas de psoriasis.

En situaciones de estrés, las personas con psoriasis muestran una mayor alteración en la frecuencia cardiaca y presión arterial que las personas sin esta enfermedad. También muestran mayores niveles de adrenalina y noradrenalina.

Por otra parte, la desfiguración que producen las placas de psoriasis dificulta el establecimiento de relaciones sociales y de pareja, así como las posibilidades laborales, lo cual puede afectar el estado de ánimo de estas personas. Las personas con psoriasis suelen pensar que serán rechazadas por los demás, tienen sentimientos de imperfección, sensibilidad a las actitudes de los demás, culpa, vergüenza y ocultismo. Por estos motivos, esta enfermedad se ha asociado con un mayor riesgo de depresión y suicidio.

La psoriasis se ha asociado también con alcoholismo, el cual agrava la sintomatología de la piel, ya que el alcohol es un vasodilatador cutáneo.

Alopecia areata

Consiste en la pérdida rápida del pelo en una o varias placas redondeadas u ovales, generalmente en el cuero cabelludo, cejas o barba. En ocasiones, la pérdida de pelo puede ser difusa en vez de en placas.

En ocasiones puede verse afectada la totalidad del cuero cabelludo (alopecia total) o bien la alopecia puede afectar a todo el cuerpo, incluyendo axilas, vello genital, etc. (alopecia universal).

En las causas de esta enfermedad se han implicado factores inmunológicos, hereditarios y psicológicos. Durante la segunda guerra mundial, se observó un incremento del número de alopecias areatas durante las semanas previas a la invasión del continente europeo en 1944. Los acontecimientos vitales estresantes podrían provocar una disfunción de los linfocitos T, influyendo en los factores inmunológicos relacionados con esta enfermedad.

Las personas con alopecia areata tienen una prevalencia de trastornos psiquiátricos a lo largo de su vida del 74 %, siendo los diagnósticos más frecuentes, la depresión mayor y el trastorno de ansiedad generalizada, seguido, en menor medida, por la fobia social.

Prurito psicógeno

En la mayoría de los casos, el prurito (picor) se debe a un trastorno de la piel (eccema, psoriasis, sarna, urticaria, sequedad, etc.) o a un trastorno metabólico (diabetes, disfunción renal o tiroidea, etc.), pero en otros casos no se encuentra una causa física, recibiendo el nombre de prurito psicógeno o idiopático.

A menudo, las personas que se encuentran en situaciones de estrés o tensión emocional y que están ansiosos o irritables se quejan con más frecuencia de picor en la piel que las personas que se encuentran emocionalmente equilibradas.

El prurito puede aparecer en un primer momento debido a una causa orgánica, pero luego se mantiene a pesar de que la causa inicial haya desaparecido. Lo que sucede en estos casos es que el síntoma dermatológico ha servido para expresar un conflicto emocional.

El prurito psicógeno se ha relacionado con la represión de impulsos sexuales o agresivos.

El rascado puede ser un modo de autoagresión, debido a sentimientos de culpa, o bien puede tratarse de un modo de desviar el malestar emocional hacia el cuerpo. Un picor intenso puede hacer que una persona se olvide de cualquier otra cosa que no sea el prurito. Además, al rascarse, obtiene un alivio, lo cual supone no solo un alivio del picor en sí mismo, sino también de la tensión y malestar emocional que siente, y cuya causa no desea reconocer o admitir.