Autora: Ana Muñoz

La gonorrea consiste en una infección de las mucosas genital y uretral, causada por el gonococo Neisseria Gonorrhoeae y que se adquiere habitualmente por contacto sexual. En función de las prácticas sexuales, pueden infectarse también la faringe, la conjuntiva y el recto.

Desde la década de los sesenta, este gonococo incrementó su resistencia a los antibióticos que solían utilizarse.

Los recién nacidos pueden adquirir la infección a través de la conjuntiva del ojo durante su paso por el canal del parto cuando la madre está infectada.

Tras la curación de esta enfermedad y al contrario de lo que sucede en otras enfermedades, no se produce una inmunidad manifiesta, de modo que puede haber sucesivas reinfecciones.

Debido a su forma de transmisión, es una patología más frecuente entre grupos con gran actividad sexual que no suelen tomar precauciones habitualmente.

Patogenia y fisiopatología

La propagación y la severidad de la infección dependen de varios factores, incluyendo las defensas inmunitarias del individuo y la capacidad de la bacteria para evadir las respuestas del sistema inmunitario. Entre los factores que influyen en la entrada y propagación del gonococo se encuentran los siguientes:

Estado del sistema inmunitario: el sistema inmunitario juega un papel muy importante en la defensa contra la gonorrea. En particular, los anticuerpos del tipo IgA e IgG son esenciales para neutralizar y eliminar la Neisseria gonorrhoeae.

Las IgA son fundamentales en las mucosas, donde el gonococo normalmente infecta al individuo (por ejemplo, en los tractos genital y respiratorio). Actúan en las primeras fases de la infección, bloqueando la adhesión de la bacteria a las células epiteliales.

Las IgG, presentes en la sangre y en los tejidos, permiten una respuesta inmunitaria más global y protegen contra la diseminación sistémica de la infección.

El sistema del complemento: el sistema del complemento es un conjunto de proteínas plasmáticas que colaboran en la defensa inmunitaria, facilitando la destrucción de patógenos y la activación de la inflamación. En la gonorrea, las proteínas del complemento tienen un rol crítico en la eliminación de Neisseria gonorrhoeae.

Si existe un defecto congénito o adquirido en las proteínas del sistema del complemento, como en algunas deficiencias de C3 o C5, la capacidad de eliminar la bacteria puede verse comprometida, lo que facilita su propagación.

Esta deficiencia del complemento permite que la Neisseria gonorrhoeae se disemine con mayor facilidad, aumentando la carga infecciosa y la severidad de la enfermedad.

Inmunosupresión y riesgo aumentado de infección

Ciertas enfermedades que afectan al funcionamiento del sistema inmunitario pueden hacer que los individuos sean más vulnerables a infecciones como la gonorrea. Entre estas condiciones se encuentran:

Inmunodeficiencia adquirida (SIDA): en el caso del SIDA, el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) destruye las células T CD4+, esenciales para la coordinación de la respuesta inmunitaria. Esta deficiencia compromete la capacidad del cuerpo para combatir infecciones bacterianas, incluidas las de transmisión sexual como la gonorrea. Los pacientes con VIH tienen un riesgo mucho mayor de desarrollar infecciones diseminadas por gonococo, que pueden afectar otros órganos y tejidos.

Uso de fármacos inmunosupresores: los fármacos inmunosupresores, utilizados en el tratamiento de enfermedades autoinmunes o en pacientes sometidos a trasplantes, pueden reducir la capacidad del sistema inmunitario para responder eficazmente a infecciones. Esto puede facilitar la propagación de la Neisseria gonorrhoeae, aumentando el riesgo de complicaciones graves como infecciones diseminadas.

Cáncer y otros estados de inmunosupresión: el cáncer, especialmente aquellos que afectan al sistema inmunitario (como linfomas o leucemias), puede debilitar las defensas del cuerpo. Además, los tratamientos oncológicos, como la quimioterapia, también suprimen el sistema inmunitario, haciendo que los pacientes sean más susceptibles a infecciones bacterianas, incluyendo la gonorrea.

Clínica de la gonorrea

1. Infecciones genitales masculinas

Se produce una uretritis gonorreica, con dolor o molestia al orinar (disuria), emisión muy frecuente de orina en pequeñas cantidades (polaquiuria), tenesmo o sensación de que no se ha terminado de vaciar la vejiga una vez finalizada la micción, y gran deseo de orinar.

Al principio existe una emisión de secreción uretral mucosa que posteriormente pasa a ser purulenta, de un pus amarillento y abundante. El gonococo puede pasar a estructuras adyacentes, con lo que ocasionaría el siguiente cuadro clínico: prostatitis que, al determinar un aumento del volumen de la próstata, presiona sobre la vejiga y uretra, obstaculizando así el flujo urinario normal y produciendo retención urinaria.

Asimismo, pueden infectarse e inflamarse diferentes partes: las vesículas seminales, el epidídimo, el testículo. Todo esto puede causar esterilidad si no se instaura un tratamiento precoz. En un 10 % de los hombres, el gonococo queda en la uretra sin manifestarse clínicamente, por lo que estas personas constituyen una fuente continua de diseminación y transmisión de esta enfermedad al proseguir con normalidad sus relaciones sexuales.

2. Infecciones genitales femeninas

Al ser la uretra femenina más corta que la masculina, la distancia que han de recorrer los gonococos es menor. Por esta razón, es más frecuente la uretritis dentro del sexo femenino. La clínica de la uretritis es la misma que la comentada para los varones: disuria, polaquiuria y urgencia miccional. También suele producirse una secreción mucopurulenta amarillenta. Se calcula que alrededor del 50 % de las mujeres afectadas no manifiestan ningún síntoma, por lo que podrían propagar la enfermedad inadvertidamente.

Puede producirse también inflamación de las glándulas de Bartholino, situadas por debajo de la entrada a la vagina, y cuya función es la de emitir durante el acto sexual una sustancia lubricante; pueden obstruirse los conductos por los que desemboca esta secreción, con lo que se produce una retención de esta sustancia. La glándula inflamada y con pus incrementa su tamaño y produce un dolor muy intenso. También puede producirse infección vaginal (vaginitis), cervicitis (afección del cérvix o cuello uterino), endometritis (inflamación del endometrio), salpingitis (inflamación de las trompas de Falopio), pelviperitonitis si los gérmenes llegan a la cavidad peritoneal a través de las trompas de Falopio.

La proctitis gonocócica o inflamación del recto suele deberse al sexo anal y origina tenesmo, expulsión de sangre, moco, pus y heces.

La faringitis, a causa del sexo oral, suele desaparecer espontáneamente a las cuatro semanas de instaurado el tratamiento.

La diseminación vía sanguínea del gonococo (bacteriemia o sepsis) se da en el 1-3 % de los casos, principalmente en mujeres. Cursa con fiebre variable, dolores que pasan de una articulación a otra, o bien una artritis aguda que afecta a alguna gran articulación, acompañada de un intenso dolor. También inflamación de los tendones y de la membrana sinovial de algunas articulaciones. Se advierten lesiones cutáneas o dermatológicas: petequias (manchas violáceas a modo de pequeños hematomas), pápulas (lesiones sobreelevadas), pústulas (lo mismo que en el caso anterior pero con contenido purulento) y otras.

La Neisseria Gonorrhoeae, tras pasar a la sangre se asienta en diversos lugares, entre los que destaca el corazón, que puede verse afectado. Se produce una lesión del endocardio, lo cual hace que se fijen las plaquetas formando un trombo (coágulo para tapar las lesiones). Dichos trombos tienen tendencia a desprenderse y a ser arrastrados por el flujo sanguíneo desde el corazón hasta las arterias pudiendo ocluirlas, produciendo una obstrucción al flujo sanguíneo que ocasione infarto.

Por otra parte, la toxina puede romper las células del hígado, originando una hepatitis gonorreica.

Diagnóstico de la gonorrea

El diagnóstico se hace tomando muestras y enviándolas al laboratorio para su análisis .

A través de la analítica de sangre puede comprobarse la elevación del número de glóbulos blancos que es un índice de infección.

Tratamiento

En el tratamiento se emplean diversos antibióticos. En los últimos años, debido a la creciente preocupación por la resistencia a los antibióticos, se han adoptado combinaciones de antibióticos y se han ajustado los esquemas de tratamiento para asegurar su efectividad. La resistencia antimicrobiana de Neisseria gonorrhoeae es un desafío creciente, lo que hace que los tratamientos deban adaptarse constantemente.

Aunque se ha intentado desarrollar vacunas contra la gonorrea, hasta la fecha no existe una vacuna efectiva y completamente protectora disponible. El efecto protector de las vacunas experimentales ha sido generalmente bajo y temporal y en algunos casos no ha sido lo suficientemente potente como para prevenir la infección de forma consistente.

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