Autora: Ana Muñoz
Las hemorroides son dilataciones de los plexos venosos hemorroidales interno y externo. Constituyen una de las afecciones más frecuentes en las sociedades occidentales, estimándose que entre el 50 y el 75 % de la población general las presenta en algún momento de sus vidas, predominando en los varones.
Los plexos hemorroidales son "almohadillas" vasculares normales, constituidas por una rica red arteriovenosa. En reposo, actúan como una válvula de cierre del canal anal y contribuyen a la continencia, sobre todo de gases y líquidos. Se llenan de sangre y se dilatan durante la defecación, cuando los esfínteres anales se relajan. Luego, la contracción esfinteriana las comprime y las mantiene en un estado relativamente vacío.
Clasificación
Se clasifican en hemorroides internas, hemorroides externas y hemorroides mixtas. Las internas se localizan por encima del esfínter anal y pueden salir al exterior o no, mientras que las externas se localizan por fuera del esfínter anal. Las hemorroides que tienden a salirse (prolapso) son especialmente dolorosas y, generalmente, suelen provocar hemorragias durante la defecación.
Las hemorroides internas se dividen en hemorroides de primer grado, cuando solo se introducen ligeramente en el canal anal, hemorroides de segundo grado, cuando se prolapsan (salen) a través del canal anal durante la defecación pero se reducen de forma espontánea, de tercer grado cuando el prolapso requiere reducción manual.
Causas
El crecimiento progresivo de las hemorroides y su prolapso se debe a:
1. Un debilitamiento de los mecanismos de anclaje.
2. Un aumento de la presión en su interior.
Por tanto, son factores importantes los siguientes:
Esfuerzo al defecar. Hacer fuerza repetidamente al ir al baño (por ejemplo, por estreñimiento) ejerce presión sobre las venas anales, lo que puede causar o agravar las hemorroides.
Estreñimiento o diarrea crónica. Tanto el esfuerzo por evacuar como las visitas frecuentes al baño pueden irritar la zona anal.
Estar mucho tiempo sentado. Especialmente en el inodoro, puede aumentar la presión en la zona rectal.
Embarazo. El aumento de presión en el abdomen durante el embarazo, así como los cambios hormonales, pueden provocar hemorroides.
Obesidad. El exceso de peso incrementa la presión en las venas del recto y el ano.
Dieta baja en fibra. Comer poca fibra puede dificultar el tránsito intestinal y aumentar la probabilidad de hacer esfuerzo.
Levantamiento de objetos pesados con frecuencia. Esta actividad puede generar presión en el abdomen y afectar la circulación venosa en la zona rectal.
Envejecimiento. Con la edad, los tejidos que sostienen las venas en el recto y el ano se debilitan, lo que favorece su inflamación.
Factores hereditarios. Algunas personas pueden tener una predisposición genética a sufrir hemorroides.
¿Por qué algunas personas mejoran al eliminar la fibra?
A la mayoría de las personas, una dieta equilibrada con fibra (especialmente fibra soluble como la de frutas y avena) les sirve de ayuda. Pero cada cuerpo es distinto.
Algunas personas no digieren bien ciertos tipos de fibra (sobre todo la fibra insoluble como el salvado de trigo), lo que puede causar gases, hinchazón o incluso irritación intestinal, empeorando los síntomas.
Por otra parte, un exceso de fibra puede producir heces muy voluminosas y frecuentes, lo que en algunas personas aumenta la presión en el recto y el número de visitas al baño, irritando la zona.
Algunas personas tienen un colon irritable o tránsito lento/rápido y, al reducir la fibra, sus síntomas se regulan mejor.
¿Cómo podría ayudar una dieta baja en carbohidratos?
Una dieta baja en carbohidratos puede beneficiar a algunas personas con hemorroides, siempre que no cause estreñimiento y se mantenga un buen equilibrio con suficiente hidratación, algo de fibra soluble (como verduras cocidas o chía) y grasas saludables (aguacate, aceite de oliva). Los motivos por el que este tipo de dieta puede servir de ayuda son los siguientes:
Menos fermentación intestinal. Al reducir los carbohidratos fermentables (como azúcares y ciertos almidones), se disminuye la producción de gases e hinchazón, lo que puede aliviar la presión abdominal y reducir molestias en la zona rectal.
Menos deposiciones irritantes. Algunas personas notan que al dejar azúcares, harinas y ultraprocesados, sus heces se vuelven más compactas, pero fáciles de evacuar, lo cual reduce el esfuerzo al defecar.
Menor frecuencia de evacuación. Una dieta baja en carbohidratos a veces disminuye la frecuencia con la que vas al baño, lo cual puede ser positivo si antes ibas muchas veces al día con esfuerzo o diarrea.
Reducción de inflamación sistémica. Las dietas bajas en carbohodratos, sobre todo si se hacen bien (con alimentos reales, grasas saludables y proteínas de calidad), pueden reducir la inflamación general del cuerpo, lo que podría influir en la salud vascular, incluyendo las hemorroides.
Pérdida de peso. Si hay sobrepeso, este tipo de dieta puede ayudar a reducir la presión abdominal simplemente al perder peso, lo que también ayuda con las hemorroides.
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