Autora: Ana Muñoz
La mácula es la parte del ojo que nos permite ver los detalles en el centro de nuestro campo visual. Cuando se daña resulta difícil o imposible realizar tareas como leer, coser o pintar. Los objetos pequeños, como una letra en un papel pueden parecer torcidos u ondulados y pueden aparecer puntos negros sobre el objeto que estás viendo. Esta alteración visual comienza en el centro del campo visual y, si no se detiene, se extiende hacia la periferia y puede llegar a causar ceguera.
Hay dos tipos de degeneración macular: atrófica y neovascular. La más común es la atrófica. Va sucediendo a lo largo de toda la vida, conforme se van acumulando detritos celulares bajo la retina, aunque sus efectos no se notan hasta una edad avanzada. No se sabe exactamente por qué se produce esto, aunque se cree que el daño causado por radicales libres y un inadecuado suministro de sangre y oxígeno a la mácula, pueden jugar un papel importante. Un tratamiento con terapias alternativas puede detener y posiblemente, revertir los daños producidos combatiendo los radicales libres y mejorando la circulación.
La degeneración macular neovascular está causada por un crecimiento anormal de vasos sanguíneos bajo la retina. El fluido que atraviesa estos vasos puede dañar la mácula. Si se detecta a tiempo, puede curarse con cirugía láser. También puede prevenirse con las mismas terapias alternativas usadas para la degeneración atrófica.
Los principales factores de riesgo para la degeneración macular son la hipertensión, el envejecimiento, la aterosclerosis y el tabaco. La dieta es un elemento esencial para prevenir esta enfermedad.
Dado que ambos tipos de degeneración macular pueden detectarse antes de que aparezcan los síntomas es aconsejable revisarse los ojos de forma periódica.
Alimentación
Toma gran cantidad de fibra, sobre todo procedente de cereales integrales y judías.
Bebe un vaso de agua cada dos horas, para estimular la eliminación de toxinas.
Los carotenoides ayudan a proteger la mácula. Los encontrarás en frutas y verduras como espinacas, zanahorias, tomates, verduras de hoja verde, naranjas, uvas rojas, mangos, melones, berza, col rizada, pimientos, apio.
Los bioflavonoides y la vitamina C trabajan juntos para combatir los radicales libres y fortalecen los capilares y tejidos del ojo. Toma frutos cítricos, frutos del bosque, cerezas, tomates y ciruelas.
Evita los alimentos que contienen radicales libres, como las grasas saturadas, hidrogenadas o parcialmente hidrogenadas, así como el azúcar, el café, el alcohol y las carnes a la parrilla.
Detoxificación
Un ayuno de tres días a base de zumos de frutas y verduras te ayudará a limpiar el organismo de las toxinas que están asociadas al daño por radicales libres. Además, tu sangre fluirá más libremente, aportando un mayor suministro de oxígeno y nutrientes a tus ojos.
Puedes incluir una gran variedad de verduras y frutas, pero asegúrate de incluir también aquellas que hemos mencionado en el apartado anterior.
Hierbas y suplementos
Zeaxantina
Previene el daño oxidativo de la mácula. Toma 3 mg al día con una comida.
Luteína
Previene el daño oxidativo de la mácula. Toma 15 mg al día con una comida.
Clorhidrato de betaína
Mejora la absorción de nutrientes, sobre todo de minerales, ya que aumenta la acidez estomacal. Toma de una a tres cápsulas con cada comida.
Ginkgo biloba
Mejora la circulación y tiene un efecto antioxidante. Toma 120 mg dos veces al día.
Zinc
Es antioxidante y es necesario para una visión correcta. Ayuda en los casos de degeneración macular. Toma 45 mg al día junto con 2 mg de cobre.
Mirtilo (Vaccinium myrtillus)
Esta hierba contiene flavonoides, que protegen los ojos contra el daño oxidativo. También fortalece los capilares y el tejido conectivo del ojo. Toma de 240 a 600 mg de un producto que contenga un 25 % de antocianósidos.
Multivitaminas
Toma un complejo multivitamínico para adquirir los nutrientes necesarios para la salud de tu ojo.