Autora: Ana Muñoz
Las mujeres víctimas de abuso físico en la infancia tienen el doble de probabilidades de padecer un trastorno de la alimentación o formas subclínicas de trastornos alimenticios que las mujeres que no han sufrido abuso en la infancia, mientras que las mujeres víctimas tanto de abuso físico como sexual tienen tres veces más probabilidades, según un estudio publicado en la revista Epidemiology.
El abuso sexual parece ser sobre todo un factor de riesgo para el desarrollo de la bulimia nerviosa, más que la anorexia.
Por el contrario, las mujeres que dicen haber tenido infancias felices, se preocupan menos por su peso y tienen menos probabilidades de desarrollar trastornos de la alimentación.
En otra investigación, el 15% de las víctimas de abuso sexual mostraron síntomas de trastorno de la alimentación y el 30% mostró preocupación por su peso durante el embarazo, lo cual puede causar problemas al el bebé. Además, las mujeres con una mayor preocupación por su peso y por la forma de su cuerpo, están menos predispuestas a amamantar a sus bebés.
En general, los trastornos de la alimentación pueden estar conectados a un amplio rango de experiencias que hacen la infancia infeliz, como un progenitor alcohólico, abuso emocional o negligencia, u otros problemas familiares. Las burlas y el acoso por parte de los demás debido al peso o forma corporal, es una causa más probable de trastornos de la alimentación que el abuso.
Hay que tener en cuenta que la mayoría de las mujeres con problemas relacionados con su peso, la forma de su cuerpo o la comida, no han tenido una historia de abuso, ni todas las mujeres víctimas de abuso desarrollan un trastorno de la alimentación.
En general, las personas que desarrollan un trastorno de la alimentación tas ser víctimas de abuso en la infancia, lo utilizan principalmente como un mecanismo de defensa, como un modo de evitar llamar la atención hacia ellas y sus cuerpos. Es decir, les importa menos su apariencia o aspecto, mientras que quienes no han padecido abuso y desarrollan este tipo de trastornos, suelen tener una intensa preocupación con su cuerpo, su peso o la forma y el aspecto que tienen.
¿Cuáles son los motivos del desarrollo de un trastorno de la alimentación tras el abuso?
Como decíamos antes, puede tratarse de un mecanismo de defensa inconsciente para parecer poco atractiva a los demás y evitar así futuros abusos. También pueden tener la sensación de que el mayor peso es una especie de capa protectora frente a las agresiones de los demás.
Algunas víctimas de abuso pueden recurrir a los atracones como un modo de lidiar con emociones o recuerdos desagradables y proporcionarse consuelo.
En otros casos, el hecho de restringir la comida, usar purgantes y controlar su peso, les da cierta sensación de control en momentos en los que tienen la sensación de tener muy poco control sobre sus vidas y sobre sí mismas.
Por último, puede tratarse también, en algunos casos, de un modo de castigarse a sí mismas cuando se culpan por lo que les sucede.
Sea cual sea el motivo, lo cierto es que en estos casos, el trastorno de la alimentación es el único modo que han encontrado para poder vivir con el abuso; es decir es un modo de afrontarlo que, aunque es dañino y destructivo, es el único que conocen. Por este motivo, las personas víctimas de abuso con trastornos de la alimentación deben ser tratadas por profesionales que tengan experiencia con ambos problemas, en vez de centrarse exclusivamente en el tratamiento del trastorno de la alimentación.