Autora: Ana Muñoz


Veamos, en primer lugar, una definición breve de los tres principales trastornos de la alimentación. En las páginas siguientes se describen con más detalle.

1. Anorexia nerviosa

  • Rechazo a mantener el peso corporal igual o por encima del valor mínimo normal considerando la edad y talla (por ejemplo, pérdida de peso que da lugar a un peso inferior al 85% del esperable)
  • Miedo intenso a ganar peso o a convertirse en obeso, incluso estando por debajo del peso normal
  • Alteración de la percepción del peso o la silueta corporales, exageración de su importancia en la auto-evaluación o negación del peligro que comporta el bajo peso corporal.
  • Ausencia de al menos tres ciclos menstruales consecutivos.
  • Tipo restrictivo: Durante el episodio de anorexia nerviosa no recurre regularmente a atracones o a purgas (por ejemplo, provocación del vómito o uso excesivo de laxantes, diuréticos o enemas).
  • Tipo compulsivo/purgativo: durante el episodio de anorexia nerviosa, recurre regularmente a atracones o purgas (por ejemplo, provocación del vómito o uso excesivo de laxantes, diuréticos o enemas).

2. Bulimia nerviosa

  • Presencia de atracones recurrentes, caracterizados por: a) Ingesta de alimento en un corto espacio de tiempo (por ejemplo, un periodo de dos horas) en cantidad superior a la que la mayoría de las personas ingerirían en un periodo de tiempo similar y en las mismas circunstancias. b) Sensación de pérdida de control sobre la ingesta del alimento (por ejemplo, sensación de no poder parar de comer o no poder controlar el tipo o la cantidad de comida que se está ingiriendo).
  • Conductas compensatorias inapropiadas, de manera repetida, con el fin de no ganar peso, como son provocación del vómito; uso excesivo de laxantes, diuréticos, enemas u otros fármacos; ayuno y ejercicio excesivo.
  • Los atracones y las conductas compensatorias inapropiadas tienen lugar, como promedio, al menos dos veces a la semana durante un periodo de tres meses.
  • La valoración que estas personas hacen de sí mismas está exageradamente influida por el peso y la silueta corporales.
  • Tipo purgativo: cuando se provoca regularmente el vómito o usa laxantes, diuréticos o enemas en exceso.
  • Tipo no purgativo: cuando emplea otras conductas compensatorias inapropiadas, como el ayuno o el ejercicio intenso, pero no recurre regularmente a provocarse el vómito ni usa laxantes, diuréticos o enemas en exceso.

3. trastorno por atracón

  • Episodios recurrentes de atracones, de características similares a los descritos en la bulimia
  • Los episodios de atracón se asocian a tres o más de los siguientes síntomas:

     - ingesta mucho más rápida de lo normal

     - comer hasta sentirse desagradablemente lleno

     - ingesta de grandes cantidades de comida a pesar de no tener hambre

     - comer a solas para esconder su voracidad

     - sentirse a disgusto con uno mismo, depresión o gran culpabilidad después del atracón

  • Profundo malestar al recordar los atracones
  • Los atracones tienen lugar, como media, al menos dos veces a la semana durante 6 meses.
  • No se producen conductas compensatorias inadecuadas (por ejemplo, purgas, ayuno, ejercicio físico excesivo).

El desarrollo de la enfermedad

Al inicio del cuadro suele aparecer una preocupación excesiva por el peso y el aspecto del cuerpo, estando muy influidas por la creencia de que la forma corporal o la delgadez sirven para determinar el valor personal e incluso el éxito en la vida. Son frecuentes pensamientos como "estoy demasiado gorda, para gustar debo estar delgada, no me puedo controlar, si estuviese más delgada sería más feliz, tendría más autoestima y conseguiría más cosas...". Estos pensamientos puede tenerlos cualquier persona sin que den lugar a una patología. Pero cuando se hacen demasiado intensos, y se convierten en una obsesión y una necesidad ("tengo que perder peso a cualquier precio, es horrible ser como soy...") es cuando se convierten en patológicos, transformándose en un tema de preocupación continuo y obsesivo que produce un gran malestar y ansiedad.

Las personas con trastornos alimenticios están insatisfechas con el aspecto de su cuerpo en general o con alguna parte en particular. Esto también se da en un alto porcentaje de personas sin este tipo de trastornos. La diferencia es que para las anoréxicas o bulímicas es un tema "de vida o muerte", se niegan rotundamente a conformarse con su aspecto, lo rechazan categóricamente y piensan que deben cambiar a toda costa o de lo contrario jamás podrán ser felices o la vida no tendrá sentido. Se da un pensamiento rígido y dicotómico, donde no hay términos medios: "o estoy gorda o estoy delgada". "Ser como soy es algo odioso y totalmente insoportable". En cambio, las personas que no llegan a desarrollar trastorno alimenticio a pesar de estar insatisfechas con sus cuerpos, utilizan un pensamiento más flexible, como "soy mucho más que mi cuerpo o mis kilos, tal vez no tenga el cuerpo ideal pero hay más cosas en mi vida que me pueden hacer feliz; nadie es perfecto..."

En los casos más graves de insatisfacción con el cuerpo se llega hasta un rechazo tan grande que incluso estando tremendamente delgadas, niegan esta delgadez y no reaccionan ante ella como lo harían los demás.

1. Problemas para soportar la incertidumbre

A estas ideas suelen sumarse otras características más relacionadas con su forma de ser. Por ejemplo, la necesidad de tener una certeza absoluta. Es decir, tiene dificultades para soportar la incertidumbre, la cual le causa un gran desasosiego que da lugar a una gran necesidad de control, de lograr la mayor predictibilidad posible. Tiende a pensar que su peso tiene que ser totalmente predecible. Este control es ejercido también sobre sus emociones, principalmente las emociones que considera inadecuadas, como la ira o el enfado. Piensa que expresarlas es indicio de falta de control. Esto está relacionado con el hecho de que suele tratarse de personas que tienen una gran necesidad de complacer a los demás, de hacer lo correcto y que tienen un gran temor a la crítica o desaprobación de los demás. Generalmente, de niñas fueron estudiosas y obedientes, niñas buenas y complacientes que no daban ningún problema a sus familias y cuyo valor personal estaba en función de este buen comportamiento y capacidad para hacer lo que se esperaba de ellas. Sus familias suelen ser perfeccionistas y con altas expectativas de logro y éxito y valoran enormemente esta capacidad de autocontrol.

2. El alejamiento de sí misma

Conforme las anoréxicas restrictivas acentúan su control de sus procesos fisiológicos (como el hambre) y sus emociones, se van alejando cada vez más de sus propias sensaciones, hasta que llegan a no percibirlas de un modo apropiado. Tienen una resistencia aparentemente inagotable a la fatiga, muchas veces están ausentes las apetencias sexuales y muestran dificultades para expresar sus emociones (por ejemplo, no encuentra la palabra adecuada).

Así, alejada de sí misma, con una gran necesidad de control, un carácter perfeccionista, la gran insatisfacción con su cuerpo y la idea de que estando delgada todo sería mejor y diferente, no es extraño que una vez que comienza a lograr su objetivo de adelgazar y controlarse, aparezca una sensación de triunfo y eficacia que la lleva a decir que no tiene ningún problema, que se siente bien. Aun así el hambre no desaparece, su cuerpo implora comida continuamente y, al ser negada, esta se transforma en una idea obsesiva que llena todo su tiempo y su mente.

No puede dejar de pensar en la comida, la prepara para otros aunque ella no la coma, cuenta las calorías, pesa cada ración, revisa las etiquetas, clasifica los alimentos en buenos y malos, hace extraños rituales con la comida, como cortarla en trozos muy pequeños, la come despacio, juega con ella, porque la comida es ahora su obsesión. La identidad anoréxica ha reemplazado a su anterior identidad, como si tuviera vida propia.

3. La anorexia bulímica

Pero este control deseado no siempre se consigue. A veces el hambre puede más y sumada a un acontecimiento que inhiba sus rígidos controles puede llevarla a un atracón (anorexia bulímica). Estos acontecimientos pueden ser, por ejemplo, la ingesta de alcohol o sucesos que dan lugar a sentimientos de ansiedad o depresión. De hecho, cualquier persona privada involuntariamente de comida durante un tiempo, tendría muchas probabilidades de darse una atracón una vez que vuelve a tener comida a su disposición.

Del mismo modo, la mayoría de las personas bulímicas comienzan a atracarse después de un periodo de dieta restrictiva y pérdida de peso, cuando el cuerpo empieza a luchar con más fuerza por recuperar su peso normal. Por otro lado, los sentimientos de depresión o ansiedad (debido a un acontecimiento sucedido, por ejemplo, o por determinados pensamientos depresores) son percibidos como excesivamente desagradables y hay una tendencia a escapar de ellos. Una buena forma de hacerlo es a través del atracón. En cierto modo puede decirse que la dieta las mantiene en un estado constante de frustración y cuando aparece una nueva frustración que se suma a ella, sienten que ya no pueden más y sueltan las riendas por completo, produciéndose el descontrol que lleva al atracón. Sin embargo, el escape al malestar es solo momentáneo, pues tras el atracón aparece un gran sentimiento de culpa y fracaso que las puede llevar a provocarse el vómito.

Entre las bulímicas también son frecuentes las conductas auto-lesivas, como hacerse cortes en la piel, quemaduras, pegarse a sí mismas, como un modo de transformar el malestar emocional en dolor físico, que consideran más fácil de soportar.

Se pesan a diario o bien evitan pesarse por completo, utilizan otras prácticas de control de peso, como vómitos autoinducidos, laxantes, diuréticos u otros fármacos, hacen ejercicio de forma compulsiva. A medida que se van volviendo más obsesivas, su atención y su habilidad para manejar sentimientos y relaciones se bloquean, se van aislando de los demás y se van sintiendo emocionalmente vacías y deprimidas. Suelen evitar comer con los demás. Son reservadas, evasivas, no siempre sinceras.

Los laxantes son utilizados en ocasiones porque creen que de este modo puede vaciar sus intestinos antes de que la comida sea absorbida. Sin embargo esta creencia es errónea, ya que los laxantes sólo actúan sobre la última porción del intestino, donde el material que se encuentra es todo de desecho y será eliminado de todos modos. 

Diferencias entre restrictivas y purgativas o bulímicas

Las pacientes bulímicas de peso normal suelen tener mayor confianza en sus relaciones personales y tienden a reconocer que tienen problemas alimenticios más a menudo que las anoréxicas, quienes tienden a negar su enfermedad. Por otro lado, mientras que las restrictivas presentan un gran autocontrol, en las bulímicas sucede al contrario, presentando problemas en el control de los impulsos y siendo más frecuente entre ellas el abuso de alcohol o drogas, auto-mutilación, cleptomanía, intentos de suicidio, promiscuidad sexual y labilidad en el estado de ánimo. La mayoría de las pacientes con síntomas purgativos suelen estar deprimidas. Las bulímicas tienen mayor tendencia a experimentar los sentimientos negativos abiertamente, como la furia, la envidia, la rivalidad, a veces en estallidos que se suprimen bruscamente o que van seguidos de sentimientos de vergüenza.

Entre las características de personalidad que pueden hacer a una persona más vulnerable a la anorexia restrictiva se encuentran la baja auto-aceptación, el perfeccionismo, la tendencia a obsesionarse, el aislamiento social, el conformismo, exceso de autocontrol expresado a través de alta auto-disciplina y control de las emociones, y una alta auto-trascendencia (es decir, personas espirituales, desinteresadas de sí mismas, poco pretenciosas, pacientes y no egoístas). Las bulímicas presentan mayor facilidad para relacionarse y mayor apertura a nuevas experiencias. En ellas, más que el perfeccionismo, predomina la baja tolerancia a la frustración, de modo que las frustraciones de la vida son percibidas como insoportables.

A veces esta baja tolerancia procede de una sensación de "haber soportado ya demasiado", como las burlas de compañeros, o el mismo dolor causado por su baja autoestima. Muchas personas con trastornos de la alimentación han sufrido abusos sexuales en su infancia.

Cómo son las familias de las personas con trastornos alimenticios

1. Suelen ser familias muy preocupadas por temas relacionados con la delgadez, el peso, las dietas y el ejercicio físico, que dan gran importancia a la juventud y temen la vejez.

2. Tienen altas expectativas de rendimiento a nivel individual, de competencia social, deportivo, intelectual, académico, etc. de modo que exigen mucho a sus hijos.

3. Fomento de la dependencia hacia los padres, quienes tienden a considerar que su hija no tiene la capacidad suficiente para ser autónoma. Reaccionan ante los deseos de independencia de su hija, impidiéndole la separación.

4. Son familias que no favorecen la expresión de las emociones, sobre todo las consideradas inadecuadas. Hay una fuerte tendencia a evitar problemas y dificultades personales, ignorándolas cuando suceden. El padre a veces se siente un segundón dentro de la familia, a pesar de tener éxito profesional, pero niega esta situación y aparenta que todo va bien y que son una familia feliz. Esta falsa imagen oculta una gran inseguridad que acaba siendo percibida por la hija adolescente, sintiéndose frustrada y desilusionada. De niña su relación con él es buena, a menudo mejor que con cualquier otro miembro de la familia pero durante la adolescencia se produce una especie de perdida, una frustración o desilusión. Es frecuente que los padres de anoréxicas tengan reacciones depresivas cuando estas son adolescentes. Algunos estudios los describen como distantes, débiles, pasivos, rígidos, dominantes, agresivos.

5. La relación con la madre puede se buena, mala o, en la mayoría de los casos, intermedia, pero ha sido igual desde el principio. Las madres pueden haber tenido problemas con su peso o algún trastorno alimenticio o haber hecho dietas a menudo. Algunos estudios las describen como ambivalentes, sobreprotectoras y controladoras.

6. Las relaciones familiares se caracterizan por una valoración del auto-sacrificio, donde quien consigue el poder es el que más se sacrifica por los demás. De este modo, es visto como superior y se gana el "derecho" de operar sobre los otros miembros de la familia. Le dan una importancia muy grande a la unión, la lealtad, la cohesión y el sacrificio personal, mientras que las características opuestas, como separación, huida y traición están presentes de una forma sumergida, como algo temido y tentador a la vez.

7. La proximidad entre los miembros de la familia suele ser excesiva, inmiscuyéndose cada uno en los sentimientos y pensamientos de los demás, falta la privacidad y no se fomenta la autonomía o la auto-realización. Hay un enmarañamiento familiar en el que las identidades permanecen borrosas, la comunicación entre ellos en vaga e imprecisa, a menudo piensan que es inútil y peligroso involucrarse en relaciones con otras personas.

8. Sobreprotección: como los padres se preocupan tanto de la conducta de sus hijos, estos se vuelven demasiado conscientes de sí mismos y de las expectativas de las demás personas. El hecho de haberse sentido vigilados toda su vida los lleva después a vigilarse a sí mismos continuamente para asegurarse de que hacen lo correcto.

9. Son familias rígidas, que tienen dificultades para aceptar los cambios, como los ocurridos durante la adolescencia. En cierto modo, echan de menos la niña que una vez tuvieron y tienen dificultades para aceptar que se está transformando a una mujer que ha de ser cada vez más independiente.

10. Los conflictos se evitan o no se resuelven de manera apropiada, se oculta toda rivalidad, los desacuerdos son temidos y difíciles de manejar, la armonía es para ellos esencial, nadie está preparado para asumir la responsabilidad por las cosas que van mal o por las propias acciones. Tras una facha de alegría suele esconderse una profunda desilusión.

La influencia de la sociedad y los medios en los trastornos de la alimentación

La sociedad actual le da una importancia excesiva a la delgadez, la apariencia física y la belleza mal entendida, una "belleza" que rechaza el verdadero aspecto del cuerpo femenino y busca mujeres sin curvas y musculosas como hombres. Pero no sólo eso, sino que además exige a las mujeres una multiplicidad de roles simultáneos que pueden resultar agotadores para cualquiera (trabajadora, madre, esposa, amante...). No sólo se exigen todos estos roles, sino que además, se exige que sea ella principalmente la que cubra las necesidades emocionales y de cuidados de su familia. Si a estas exigencias le añadimos una forma de ser perfeccionista y deseosa de hacer lo "correcto", lo que la sociedad espera de ellas y un miedo al fracaso, a no estar a la altura, como a menudo sucede entre las personas con trastornos de la alimentación, no es extraño que la joven adolescente se sienta asustada ante la perspectiva de convertirse en una mujer adulta. Estos sentimientos de inadecuación conducen a una baja aceptación de sí misma y empieza a no gustarse lo suficiente, a ver defectos en sí misma y en su cuerpo. Es aquí cuando el mensaje que la sociedad actual transmite una y otra vez hace mella en ellas de forma especialmente intensa, llevándola a concluir que si es lo bastante delgada y atractiva todo irá mejor, todo será más fácil. Al fin y al cabo parece más fácil cambiar el cuerpo que la mente, parece más fácil adelgazar que vencer los miedos, pero la realidad es que es más bien al contrario; es más fácil cambiar la mente que cambiar el cuerpo; sería más sencillo aceptarse a sí misma tal y como es, que luchar por alcanzar lo inalcanzable: el estado de delgadez que la haga sentirse capaz de enfrentarse al mundo. Eso no sucederá nunca porque lo está intentando alcanzar del modo equivocado.

De hecho, en vez de recurrir a la complicada y dolorosa huida anoréxica, sería mucho más fácil recurrir a una rebeldía sana contra las presiones de la sociedad, de su padres, de sus propias autoexigencias perfeccionistas. Aceptar la imperfección, crear la propia realidad, el propio mundo, los propios valores e ideales de lo que es deseable o no lo es, ignorar y despreciar los mandatos sociales insanos y destructivos. En cierto modo puede decirse que está haciendo eso al crear su mundo anoréxico, pero lo está haciendo de un modo patológico, que la sume en un infierno, incluso aunque a veces, en medio de este infierno alcancen momentos de grandeza provocados por el triunfo ante sus impulsos y su cuerpo. Pero este momento durará poco, y sucederá a costa de un altísimo precio.

Problemas médicos como consecuencia de los trastornos alimenticios

1. Anorexia

Apariencia. La importante pérdida de peso les da un aspecto emaciado, palidez extrema debida a la anemia, piel seca y acartonada (deshidratación), aparición de un vello fino en cara y cuello (lanugo), a veces tono amarillento, y cabello fino y sin brillo.

Aparato cardiovascular. Pulso lento (por debajo de 60 latidos por minuto), hipotensión arterial, coloración azulada, edema de las extremidades. Los fallos del aparto cardiovascular constituyen una de las principales causas de mortalidad.

Aparato gastrointestinal. Enlentecimiento de la función intestinal, con marcado estreñimiento. Los síntomas que aparecen incluso después de comidas muy escasas, como sensación de plenitud e hinchazón, se deben al retardo en el vaciado gástrico producido debido al mal funcionamiento intestinal. Puede llegar a producirse incluso una parálisis total del intestino.

Alteraciones endocrinas. Alteraciones del ciclo menstrual e hipotermia.

Sistema músculo-esquelético. Debilidad muscular debida a la pérdida de tejido muscular. Cuando la enfermedad aparece a una edad temprana, puede haber retraso en el crecimiento y anormalidades óseas características de la osteoporosis.

Sistema nervioso. La desnutrición puede llevar a la atrofia cerebral así como a la dilatación de los ventrículos cerebrales.

2. Bulimia

Apariencia. En el dorso de la mano de personas que vomitan de forma crónica puede aparecer una callosidad debido a la irritación que producen los dientes al intentar producirse el vómito repetidamente. Alteraciones de la piel bajo las costillas debido a la presión que se ejerce sobre el abdomen para producir el vómito. La piel alrededor de la boca puede estar roja e irritada debido al contacto frecuente con los ácidos gástricos.

Agrandamiento parotídeo. La glándula parótida se encuentra a menudo inflamada y rodeando las orejas por delante y por detrás. Suele deberse a la alteración y bloqueo de los conductos salivales. El esmalte de los dientes aparece dañado, hay caries, gingivitis.

Aparato gastrointestinal. Puede aparecer dolor abdominal debido a los atracones y al vómito frecuente y dilatación del esófago y estómago. También hernias de hiato y pancreatitis agudas, esta últimas como resultado de una atracón severo. El abuso de laxantes puede generar diarreas crónicas, incluso con pérdida de sangre y dar lugar a un intestino flácido que deja de responder, con síntomas de estreñimiento, flatulencia, disfagia, náuseas y pesadez.

Cambios metabólicos. Tanto los vómitos como el abuso de laxantes producen una pérdida de potasio que da lugar a alteraciones nerviosas y musculares, como debilidad muscular, palpitaciones, arritmias e incluso muerte súbita.

Complicaciones respiratorias. Los vómitos pueden causar neumonía por aspiración.

Las alteraciones del equilibrio hidroelectrolítico ocasionadas por los vómitos recurrentes y el abuso de laxantes o diuréticos, combinadas con la pérdida de peso, puede llegar a ser una ecuación mortal que acabe con su vida.